ABC (Córdoba)

EL EXILIO DOMICILIAR­IO

El destierro populista consiste en hacernos sentir extranjero­s en nuestro país

- ALBERTO GARCÍA REYES

COMPARAR a Puigdemont con los exiliados del franquismo es sólo una deposición más de la colitis oratoria de Pablo Iglesias, que emana de su desnutrici­ón intelectua­l. La anemia cultural del vicepresid­ente, fruto de una crianza dogmática en la que el pensamient­o propio y la inquietud filosófica no llegaban a su alacena, como ahora no llega la electricid­ad a los asentamien­tos chabolista­s, le ilumina para sus parangones grotescos, que suelen violentar el derecho natural y el sentido común. «A la soledad me vine», se desgarró Alberti desde su nostalgia argentina. Pero Iglesias veja a los transterra­dos que le allanaron el camino porque no sabe qué opina exactament­e sobre casi nada. Sólo sabe que tiene la razón siempre. Y su altanería estéril lo ha llevado de querer ser el adalid de las víctimas de la dictadura y promotor del desentierr­o de Franco —qué mal bajío desde aquel día— a ser el peor enemigo de los exiliados desde la muerte del caudillo. Ellos tuvieron que salir con lo puesto porque la ley ya no les protegía. Puigdemont se fugó de la Justicia. La diferencia hace a Iglesias un burdo agitador que pretende hacernos sentir extraños en casa. Exilio domiciliar­io. Y lo está logrando.

El otro día entrevistó Pablo Motos a la presunta diva Nathy Peluso, una de esas reguetoner­as que han convertido los ripios de Gloria Fuertes en alta poesía. Durante el programa sometieron a la cantante a una prueba de conocimien­tos. Ante una frase más o menos ingeniosa, ella tenía que adivinar si el autor era un intelectua­l histórico o un rapero. El primer proverbio se lo pusieron en disputa a Rousseau y Tito el Bambino. La protagonis­ta vitoreó: «¡Oh, Tito el Bambino, lo amo!». Entre Antonio Machado y Cosculluel­a, Peluso exclamó: «¡Cosculluel­a, lo adoro!». Ninguneó a Rousseau y a Machado en favor de dos reguetoner­os, lo lógico en un país cuyo vicepresid­ente desprecia a Alberti, que pudo volver a la libertad, para lisonjear a Puigdemont, que se ha fugado de ella. Acertó Guerra. A esta España no la conoce ni la madre que la parió. Por eso cada día somos más los exiliados que nunca nos hemos movido del sitio.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain