ESTADOS UNIDOS HA VUELTO
Un americano tranquilo, que asume la tarea de devolver a la normalidad a su país sin bravatas ni aspavientos, y desde el primer día se pone manos a la obra
ALELUYA! Vuelven los Estados Unidos a su lugar de origen, a la familia de naciones que más ha hecho por el desarrollo de la humanidad, a ser faro y líder de ellas cuando más necesitan su liderato, generosidad y ejemplo. «¿Qué se siente en el ambiente?», pregunto a una amiga neoyorquina. «Alivio», es su escueta y explícita respuesta. Lo que se siente tras un huracán o seísmo. Lo que se ha sentido en Europa, en Asia, en África y en el resto de América después de haber visto y oído tomar posesión a Joe Biden, el hombre indicado para el momento oportuno.
Un americano tranquilo, que asume la tarea de volver a la normalidad a su país sin bravatas ni aspavientos, y desde el primer día se pone manos a la obra: detener la construcción del muro con México, suspender las deportaciones, aceptar el Tratado de
París sobre cambio climático, volver a la Organización Mundial de la Salud, ser el presidente de todos los norteamericanos, no sólo de quienes le votaron, y liderar con el ejemplo, algo que en Washington se ha olvidado, como en tantas otras capitales.
«Recuperar la unidad», podría poner en el pórtico de la Casa Blanca. Es el primero en reconocer que no le será fácil, pero va a emplear toda su energía en ello, convencido de que sin unidad no hay nación, ni estado, sino guerra civil latente. Sin ser un gran orador ni tener ese «carisma» tan preciado, bastaba verle encabezar la familia de esposa, hijos, nueras, yernos y nietos, en el recorrido desde el Capitolio a su nuevo domicilio, deteniéndose cada poco a saludar a los espectadores, para darse cuenta de la enorme diferencia que hay entre él y su envarado predecesor, junto a su hierática esposa, camino de Palm Beach, refugio de millonarios, donde pertenecen más que a Washington. Él no ha dicho «Volveré», como el general MacArtur al abandonar Filipinas ante el ataque japonés, y sin duda lo intentará por las buenas o malas. Pero cuatro años de Donald Trump bastan para quedar vacunado contra el trumpismo.
Pese a que el invierno sigue siendo crudo y la pandemia continúa su escalada mortal, empieza a notarse el crecer de los días y no sólo los norteamericanos, sino la mayor parte de la población mundial quiere personas normales al frente de sus asuntos, que sientan lo que la mayoría, no individuos con un ego como el Everest o narcisistas acomplejados, capaces de llevar un país al desastre por problemas personales. Pero sobre todo quiere alguien que no les mienta, que no les dé gato por liebre, que no vendan su política como se vende un perfume o un coche, es decir, como un producto de consumo, sino como algo que comparte con el común de la población. Joe Biden tiene esa pinta.