ABC (Córdoba)

ME VAS A PERMITIR QUE NO HABLE

Anabel, pese a ser Pantoja, jamás habla de los Pantoja

- MUY BUENA INTERESANT­E BUENA REGULAR MALA HUGHES

Como personaje televisivo, Anabel Pantoja tiene algo curioso. Siendo evidente que está en Sálvame por el apellido, como le recuerdan a menudo con cierto clasismo los colaborado­res periodista­s, tiene, pese a ello o quizás por ello, una habilidad única para no decir ni mu.

Ella heredó la vacante que dejó Raquel Bollo, la de (única) defensora de la Pantoja en los platós. Por un lado podría decirse que es heredera de la Bollo, y por otro es discípula de Belén Esteban, de quien ha incorporad­o los «¿vale?» al final de cada frase. La combinació­n es irresistib­le y está coronada por un sentido oportunísi­mo de la lágrima, una capacidad para llorar que rivaliza solo con Lydia Lozano. Estamos ante una posible estrella a la que siguen más de un millón de personas en Instagram, donde es bandera de lo «curvy».

Volviendo a su papel «neobollíst­ico», ella es defensora de Isabel Pantoja, su tía, pero la defiende en silencio. De la Pantoja no habla, solo sufre solidariam­ente, y de Kiko Rivera tampoco. En la polémica entre los dos adopta una posición de equidistan­cia perfecta, un centrismo absoluto. De ese conflicto, por supuesto…

—No voy a hablar. De ese tema no voy a hablar.

¿Y del Tito Agustín hablará?

—A esa persona le prometí que no hablaría de ella.

Tampoco. ¿Y de lo dicho por Isa P?

—Kiko, de eso no te voy a decir nada. Así que estando como Pantoja, no habla ni de Isabel, ni de Kiko, ni de Chabelita, ni del Tito Agustín, ni, por supuesto, de lo que pasa en Cantora, pues cabe considerar la casa como un personaje más de la familia.

Ayer le llevaron a Doña Magdalena, hermana de Doña Ana (madre de la Pantoja, y de la que, por supuesto, habla menos que de nadie). Aunque se dirigía a ella con un distante «señora», técnicamen­te es su tía-abuela:

—La sangre corre, Anabel. Doña Magdalena la acusó de no gastarse el dinero en activar el ascensor en la casa de su padre, que va en silla de ruedas y vive en un segundo. Esto indignó a Anabel, pero no entró en el asunto, ni dio detalles, porque «Yo no voy a hablar de mi padre. ¿Me habéis visto aquí sentada hablar alguna vez de él?». No. Ni de nadie.

Ocupa la vacante que dejó Raquel Bollo e incorpora los «¿vale?» de Belén Esteban

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