EN BUSCA DEL PÍCARO O EL DESAPRENSIVO
Los controles policiales para mantener a raya a la población confinada y que no se siga esparciendo el virus denotan el grado de cumplimiento de cierta parte de la sociedad que sigue en la creencia de que esto no va con ellos. Hubo restricciones y normas para atajar la pandemia en la pasada Navidad. Ahora se recrudecen en vista de aquellas medidas sólo sirvieron para allanar el camino de la tercera ola, que amenaza con ahogar a pueblos enteros. Llega el fin de semana y la parcela, la casa del pueblo, o una escapada para comer fuera o ir de compras a la capital siguen en los planes de muchos cordobeses. Los controles montados ayer en los accesos de la ciudad van en busca de ellos. Quienes tengan que desplazarse por trabajo o aquellos supuestos permitidos no pueden dejar atrás su salvoconducto sino quieren ser evaluados por los guardias civiles o policías, bien locales o nacionales, como uno pillos o desaprensivos y llegar a su cita inaplazable con una sanción. Porque aunque la mitad de los pueblos de Córdoba están confinados, y con una incidencia de la provincia en su conjunto en 750,7 casos por cada cien mil habitantes, todavía hay quien no tiene la sensación de peligro y sigue haciendo vida normal. De los 39 municipios a los que no se puede ni entrar ni salir sin justificación, hay que añadir que 19 también tienen cerrados todos sus negocios no esenciales, aunque eso, para quien va a casa del cuñado o a visitar a sus padres mayores, sopena de que sean carne de UCI, le sigue importando poco. Conductas que en estos días están en el objetivo policial.