ABC (Córdoba)

EL CULILLO

Genialidad del habla andaluza que requiere una ética entera de lo público

- HUGHES

El consejero andaluz habló del «culillo» de las vacunas y a algunos les entraron los calores. Son los que, por supuesto, jamás dirían nada de Mª Jesús «Chiqui» Montero, Demóstenes socialista y dialectal. Como ellos siguen La Ciencia, les molesta lo poco técnico del término. Si hubiera dicho «dosis excedentar­ia sin aplicación unitaria», hubieran criticado, pero menos. Su problema fue decir culillo.

En Andalucía ya se instituyó el «pellón» (Antonio Burgos), la «vaca» y ahora llega el «culillo», que es más que una unidad de medida. Tiene algo fantástico: en cuanto una cosa se declara culillo, su uso cambia. En cuanto algo es llamado culillo pasa a ser sobrante, pero un sobrante inquieto al que hay que darle algún destino. Adquiere un estatuto nuevo: si se repartía, deja de repartirse («no, quédatelo tú, si es el culillo»); y si no se repartía, se destina entonces a un remanente futuro («ese cullillo no se tira»).

Decir culillo salva. Si sobra vino en una copa, allí se quedará a menos que alguien lo nombre como tal, «culillo», entonces habrá que bebérselo. El culillo, por tanto, es una palabra que indulta las cosas. Decir «culillo» es darle realidad y nombre a lo que no lo tiene, a lo que no alcanzaba unidad, a lo que no es copa, ni trago, ni ración, ni dosis. ¡Es darle vida y no muerte!

Culillo es la unidad de medida de lo no significat­ivo. Lo que no siendo algo tampoco es nada. Es una genialidad del habla andaluza y requiere una ética entera de lo público porque alumbra la existencia de lo común despreciab­le. ¿O acaso no era un culillo el 3%? ¿No está hecha nuestra ruina de muchos culillos, de una infinidad de culillos?

El culillo presupuest­ario es importantí­simo, y lo primero sería nombrarlo. Lo segundo, regular su uso, pues el mismo optimismo que invita a aprovechar­lo, está acompañado de cierto descuido: el culillo se aprecia siempre «con ojo de buen cubero», en ese gran redondeo de las cosas del que no necesita precisión, ni decimales. El culillo hay que generaliza­rlo y luego, aunque nos cueste, porque no está en nuestra hidalga liberalida­d, disciplina­rlo. Ni regalarlo, ni despreciar­lo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain