A la tercera va la vencida
Un médico de UCI y otro de Urgencias, un enfermero y una técnico de admisión reflexionan sobre la evolución del Covid
AHÍ siguen. Levantándose cada día con la tarea titánica de borrar del mapa la palabra coronavirus. De plantarle cara. De poner esperanza donde campan a sus anchas la tristeza y el desaliento. Rendirse no es una opción. A veces cansados pero nunca vencidos, han hecho de la heroicidad una costumbre. Pronto cumplirán un año luchando con uñas y dientes contra una enfermedad primero desconocida y pronto temida: sus puestos están en los hospitales Reina Sofía, QuirónSalud, Cruz Roja y San Juan de Dios, unos en las unidades de Cuidados Intensivos y otros en Urgencias. Sí, la gente les aplaudía en las primeras semanas del confinamiento de la pasada primavera y ellos recibían las palmas como un elogio que les daba oxígeno para soportar la sobrecarga laboral, la incertidumbre, la falta de medios y, sobre todo, el dolor por los pacientes que se les iban o por los compañeros que se dejaban la vida en sus lugares de trabajo. Se llaman Rafael Machín, Carmen María Martínez, Miguel Porcuna y Jorge Rodríguez: son cuatro voces para ponerle palabras al relato real de la tragedia de nuestros días. Como ellos hay miles.
«Lo que hacemos es nuestro trabajo, solo eso, aunque nunca pensamos que íbamos a desempeñarlo en estas circunstancias», coinciden. Comparten desde siempre una vocación clara por la asistencia hospitalaria y desde hace unos meses algunas consideraciones sobre el virus que ha vuelto la vida del revés, sobre los políticos con responsabilidades directas en la pandemia y sobre el comportamiento de los ciudadanos. En resumen: están de acuerdo en que la apertura de las restricciones durante la Navidad no fue un acierto, en que no todo el mundo es consciente de la gravedad del Covid y que por ello obvia las normas de distancia social y contra los contagios y, por último, en que la tercera ola era más que previsible y resultará más devastadora que las dos anteriores. La reflexión que realiza el doctor Jorge Rodríguez, intensivista del Hospital Reina Sofía, es ilustrativa de la situación: «El error que cometimos en la primera ola fue pensar que esto solo podía afectar de forma grave a pacientes con salud muy vulnerable. Ya sabemos que eso es falso: este virus mata a personas que no tenían que morirse y a las que les quedaban muchos años de salud por delante».
Ahí sigue Jorge. Y Rafa. Y Carmen. Y Miguel. Y tantos otros. Para que lo que prevalezca sea la vida. Nada más y nada menos.