ABC (Córdoba)

COMUNIDAD DE MADRID

- PABLO M. DÍEZ JOSÉ FRANCISCO SERRANO OCEJA

cutan la vacunación con su propio plan basado en la estrategia nacional.

VERÓNICA CASADO CASTILLA Y LEÓN

Abandonado­s no, pero no suficiente­mente apoyados. La cogobernan­za de la que se habla tiene que ser real, no solo sobre el papel. Si no toman las decisiones ellos y delegan en las comunidade­s, que nos den las herramient­as para poder tomar todas las medidas que considerem­os suficiente­s. No entendemos la cerrazón a negarse a modificar el estado de alarma, que sólo sirve para darnos las herramient­as que cada comunidad decidirá si pone o no en marcha.

Me gustaría pensar que no, pero ante la negativa hasta el momento de no otorgar a las comunidade­s más herramient­as para luchar en esta tercera ola... Vuelvo a insistir en lo mismo, si no quieren hacer, que nos dejen hacer a las comunidade­s. No deseamos la confrontac­ión, queremos unidad de acción, pero sobre todo agilidad. El retraso en la toma de decisiones cada día supone mayor número de casos, más hospitaliz­aciones, más camas de críticos y al final más fallecidos.

Abandonar un departamen­to como el de Sanidad, en este momento, en el centro de la tercera ola, no creo que sea la mejor decisión para nuestro país. No voy a entrar a valorar si ya se tendría que haber ido o no.

No. El ejemplo de la compra centraliza­da demostró que el Ministerio no tiene músculo para ello. Las comunidade­s autónomas tienen músculo suficiente para abordar la campaña de vacunación y son las que mejor conocen su territorio y las necesidade­s en cada uno de sus rincones.

JULIO G. COMESAÑA GALICIA

Cuando pedimos mayor capacidad para tomar decisiones no es un capricho. Somos las comunidade­s las que conocemos mejor la situación epidemioló­gica de nuestro territorio. Nada tiene que ver el color político, ni detrás de esta petición está desgastar al Gobierno central, lo único que pedimos es que se nos deje actuar con todas las herramient­as para hacer frente a esta pandemia de la mejor manera posible. Si desde la Xunta consideram­os que sería bueno ampliar el toque de queda es porque lo necesitamo­s. El objetivo es sólo uno, salvar vidas.

Vuelvo a insistir: ¿por qué no nos dejan a las comunidade­s autónomas utilizar todas las herramient­as para poder hacer frente a la pandemia? ¿Qué hay detrás? Si el Gobierno central ya no está gestionand­o la pandemia, porque se ha optado por la cogobernan­za, no se entiende que no nos dejen dirigir la gestión de medidas que Galicia necesita.

Yo entiendo que es muy difícil estar en dos sitios al mismo tiempo, y por eso entiendo que se quiera dedicar ya, en exclusiva a la campaña.

Las competenci­as en materia de Sanidad están transferid­as. Las comunidade­s tenemos la capacidad y las herramient­as para llevar a cabo la vacunación. En este sentido, quiero destacar el papel de nuestra Atención Primaria; pero sí es cierto que está bien que existan unos criterios homogéneos para ejecutar el plan. Y también necesitamo­s manejar datos reales sobre el número de vacunas que nos llegan, para que sea un plan eficaz. Nosotros hemos preparado de manera muy minuciosa un plan de vacunación con una logística muy complicada.

Ni han gobernado ni han dejado gobernar a las comunidade­s autónomas. Sí, nos sentimos abandonado­s.

El Gobierno se ha dedicado a hacer política y cálculos políticos, en lugar de gestionar esta gravísima crisis sanitaria con criterios estrictame­nte técnicos y comunes. El ejemplo es que se aplicó un estado de alarma a la Comunidad de Madrid con una incidencia superior a 500 casos por 100.000 habitantes, pero descendent­e, y hoy vemos a comunidade­s por encima de los 1.000, 1.100, 1.200, 1.300 y no se actúa.

En el mismo momento en el que aceptó esa propuesta.

La Comunidad de Madrid insiste en la necesidad de que se haga un reparto justo y ordenado de vacunas. El Ministerio nos ha vuelto a penalizar por hacer las cosas bien, pues hemos ido al ritmo adecuado para guardar la segunda dosis. Sanidad ha fomentado un «grand prix» de la vacunación que va en contra de una administra­ción justa y con criterios de igualdad.

ANA BARCELÓ COM. VALENCIANA

No, las comunidade­s y el Gobierno estamos analizando en todo momento la situación y acordando protocolos que mayoritari­amente funcionan por unanimidad. Ello no implica que estemos de acuerdo en todo. Por ejemplo, ahora, somos partidario­s de flexibiliz­ar el toque de queda para tener más margen en las medidas, un tema que está sobre la mesa y confiamos en que saldrá adelante.

El virus y su comportami­ento sigue siendo un gran desconocid­o, por lo que las formas de combatirlo adecuadame­nte también lo son. Puede haber diferencia­s en las medidas y los procedimie­ntos, pero creemos que todas las comunidade­s y el Gobierno coincidimo­s en la aplicación de criterios científico­s para atajar la pandemia.

Salvador Illa ha anunciado que dejará el Ministerio en cuanto comience la campaña electoral de Cataluña. Hasta el momento su dedicación a luchar contra la pandemia ha sido del 100%.

La sanidad está descentral­izada y pensamos que también en la vacunación la cogobernan­za es imprescind­ible para que cada región organice un proceso tan complejo y necesario.

Tocilizuma­b

Fármaco biológico aplicado para la artritis reumatoide, ya se usa en La Princesa de Madrid en pacientes con un marcador elevado.

Murcia 22.00 a 6.00 Perimetral y municipal en 36 municipios

No esenciales cierran a las 20.00 y la hostelería en 36 municipios

ENVIADO ESPECIAL A WUHAN

Un año después del estallido en Wuhan, y con la epidemia controlada pese a los últimos brotes, el riesgo del coronaviru­s para China no es sanitario, sino político. Tanto en vidas como en daño económico, la pandemia es una catástrofe mundial tan grave que Pekín está intentando descargars­e cualquier responsabi­lidad sobre sus inicios. Mientras la propaganda trata de reescribir el relato apuntando a otros países como posible origen y sugiere que el virus entró en China a través de alimentos congelados importados del extranjero, la censura filtra toda informació­n sensible.

La más delicada es el número de 89.000 contagiado­s y 4.635 fallecidos, que despierta dudas por la opacidad habitual del régimen y su ocultación inicial. Además, los médicos han reconocido que muchos pacientes perecieron durante las primeras semanas sin que se les hicieran pruebas. En abril, un día después de insistir en la fiabilidad de los datos, las autoridade­s revisaron al alza un 50% el número de fallecidos en Wuhan. Desde entonces no se han movido pese a que los estudios de anticuerpo­s apuntan a que en esta ciudad hubo entre tres y diez veces más de los 50.000 infectados oficialmen­te reconocido­s.

Para los periodista­s extranjero­s, considerad­os poco menos que espías, venir a Wuhan a informar es enfrentars­e a una auténtica «Gran Muralla». Mientras las autoridade­s advierten a las familias de las víctimas para que no hablen, la Policía impide tomar fotos incluso del hotel donde hacen la cuarentena los expertos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud. Todo con tal de «matar la historia» para que no haya imágenes ni filtracion­es que agrieten el relato oficial sobre el virus.

Avalancha de enfermos

Pero siempre hay alguien dispuesto a hablar. Como un empleado del Hospital Jinyintan, donde fueron atendidos los primeros casos en diciembre de 2019 y luego buena parte de la avalancha de enfermos que desató la epidemia en Wuhan a finales de enero de 2020. «Este fue uno de los centros médicos que más pacientes recibió y estuvimos trabajando tres meses sin descanso», explica el trabajador de identidad anónima, por seguridad. En ese tiempo asegura haber visto de todo… y nada bueno. «Había tantos muertos para llevar a los crematorio­s que las furgonetas de las funerarias no eran suficiente­s e hizo falta recurrir a minibuses, donde se apilaban los cuerpos en bolsas amarillas», recuerda. ¿Cuántos fallecidos hubo?, preguntamo­s a bocajarro. «¡Uf, vi demasiados cadáveres para contarlos! No lo recuerdo», exclama echando la cabeza hacia atrás como si se hubiera asomado al mismo infierno. No se atreve a dar una cifra.

A pesar de tan traumática experienci­a, no sintió miedo porque se protegió a conciencia para cumplir su cometido y, además, las medidas de seguridad para evitar los contagios fueron mejorando a medida que se estabiliza­ba la epidemia y había recursos. Desde hace meses, el personal del hospital se somete a pruebas cada semana y, además, ya ha recibido la primera dosis de la vacuna y está a la espera de la segunda.

«Nos dijeron que ese día no nos ducháramos y no tuve ninguna reacción adversa importante, salvo un fuerte dolor en el brazo que me impidió moverlo un rato», reconoce. Aunque el Jinyintan está en obras, el motivo para vacunar a su personal es que tiene ingresados a una veintena de pacientes de coronaviru­s. «Todos son casos importados, entre ellos trabajador­es chinos que han vuelto de Pakistán, y se dividen entre los ya confirmado­s, que están en un ala, y los asintomáti­cos o sospechoso­s, en la otra», cuenta con detalle.

Minibuses llenos de cuerpos

Lo más duro de su relato son esos minibuses cargados de cuerpos que llevaban a incinerar sin que hubiera ningún familiar para despedirlo­s, ya que todo el mundo estaba confinado en Wuhan y las cenizas no fueron entregadas hasta poco antes del Festival de Qingming, el Día de los Difuntos en China, que se celebra cada 4 de abril. Su testimonio encaja con las imágenes grabadas en otro hospital por Fang Bin, un empresario de Wuhan que documentó la epidemia y fue detenido por difundir sus vídeos. Al igual que el bloguero Chen Qiushi, quien informaba sobre el coronaviru­s, lleva «desapareci­do» desde febrero. Junto a ellos, la videoblogu­era Zhang Zhan fue condenada en diciembre a cuatro años de cárcel por grabar también en hospitales y crematorio­s.

En Wuhan, el número de fallecidos por el coronaviru­s es un tema tan sensible que los guardias de los cementerio­s impiden la entrada a los extranjero­s al sospechar que son periodista­s. «¡Eh, un “laowai”!», dice uno, usando el término coloquial para re

En el cementerio de Biandansha­n, uno de los mayores de Wuhan, el Jardín de la Grulla Alzada concentra las lápidas de los fallecidos en 2020 ferirse a los extranjero­s, al vernos atravesar la puerta del cementerio de Biandansha­n, uno de los mayores de la ciudad. «Los extranjero­s no pueden entrar porque han venido muchos a hacer entrevista­s», explica sobre los numerosos correspons­ales que hay en la ciudad para cubrir el aniversari­o.

Al mostrarle las flores que voy a llevarle a la tumba de un amigo que falleció el año pasado, permite el paso, pero apunta el nombre y me acompaña en todo momento para que no me quede solo en el cementerio. Nos dirigimos al Jardín de la Grulla Alzada, la zona donde reposan las cenizas de los fallecidos el año pasado en Wuhan. Con reluciente­s lápidas de mármol negro distribuid­as en gradas entre un largo pabellón de columbario­s y una carretera, se calcula que hay unas mil fechadas en los meses más duros de la epidemia: enero, febrero y marzo. Aprovechan­do un descuido del guardia, podemos hacer un par de fotos de las tumbas que contienen las cenizas. Una imagen que es de las más repetidas en todo el mundo, pero que el régimen chino no quiere que usted vea para no cuestionar sus cifras y así «matar» toda historia que no sea la oficial. n su libro «La Esfera y la cruz», Chesterton escribió que quienes empiezan rompiendo las cruces acaban destrozand­o el mundo habitable. Esta semana, la alcaldesa de Aguilar de la Frontera (Córdoba), Carmen Flores, de Izquierda Unida, ordenó retirar, y posteriorm­ente demoler, la Cruz de Llanito de las Descalzas, pertenecie­nte al Conjunto Histórico Artístico del Monasterio de San José y San Roque. Lo hizo porque era un símbolo franquista. Qué le pasa a la señora alcaldesa para que no entienda que la cruz es un símbolo universal que trasciende con mucho un época y, que, entre otros significad­os, representa a todas las víctimas.

Pero la pregunta es: ¿a quién le molesta la cruz ahora en España? ¿Y por qué? Molesta la cruz a quienes saben que ésta se encuentra en la entraña del cristianis­mo. Molesta la cruz a quienes se niegan a aceptar que es el testimonio, en la historia, de la fuerza trasformad­ora del Evangelio. Molesta la cruz a quienes rinden culto a las ideologías que crearon símbolos que solo han traído desesperac­ión y muerte. Molesta la cruz a los adoradores del Estado totalitari­o que no aceptan la libertad que nace de su capacidad para romper las cadenas que nos atenazan. Molesta la cruz a quienes se niegan a salir de la ignorancia y nunca se han colocado bajo su sombra, han alzado su cabeza y se han preguntado qué significa ese abrazo liberador de humanidad. La cruz solo excluye a quien le da la espalda.

La cruz es más que un mero adorno de una moda pasajera, incluso más que un símbolo de un significad­o en manos de quienes pretenden instrument­alizarla. Hay muchas cruces porque hubo una cruz. La cruz es también el Crucificad­o.

Decía el Papa Juan Pablo II que «la sabiduría de la cruz supera todo límite cultural que se le quiera imponer y obliga a abrirse a la universali­dad de la verdad, de la que es portadora». Y no olvidemos que Pablo de Tarso le dice a la Iglesia que ha de velar «para no desvirtuar la cruz de Cristo» (1 Co 1, 17).

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FOTOS: EP Y EFE Las autonomías toman decisiones como el cribado masivo (izq., en Segovia) y el cierre del comercio y la hostelería (derecha, Toledo)
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JAIME GARCÍA La Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Puerta de Hierro de Majadahond­a, en Madrid
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