ABC (Córdoba)

El Madrid se afana en volver a la normalidad

▶Victoria clara del equipo blanco contra un Alavés centenario y dócil que dio facilidade­s. Casemiro abrió el marcador; luego, Hazard y Benzema

- HUGHES

El traumatiza­do Real Madrid llegaba a Vitoria tras haber perdido la Supercopa, la Copa y (no se dice mucho) a Jovic y quizás a Odegaard. Una plantilla debilitada por mala gestión en el momento en que otros se refuerzan.

El Alavés le recibía en el día de su centenario y no estaba Zidane, en casa por Covid. Bettoni, de lejos, daba el pego. Era otro observador calvo y tranquilo.

El Alavés comenzó con mayor brío y ese brío tuvo su cumbre en el minuto 13, con una ocasión de Martín en el área. El Madrid contestó de inmediato con otra doble de Benzema, con tiro al palo incluido, y desde entonces ya no soltó el partido. Al saque de esquina siguiente, Casemiro marcó de cabeza el 0-1 con impactante facilidad. La conexión de Modric con Benzema se explotó mucho y bien en esos minutos. Modric también alumbró una jugada de Mendy, que estuvo a punto de dar el último pase letal.

El Madrid dominaba el partido desde el mediocampo, según una perfecta división de funciones: Casemiro marcaba y sostenía, Kroos iniciaba el curso de la jugada (a ese paso suyo que no llega ni a trantrán), y Modric desequilib­raba dando pases definitivo­s en la mediapunta, donde tantas veces no hay nadie ni pasa nada.

El 4-4-2 del Alavés quizás resultaba demasiado liviano. Su debilidad defensiva, su cremosidad táctica, hizo que el Madrid llegara con una facilidad desconocid­a, apenas vista esta temporada. Como sería que hasta Hazard comenzó a aparecer. En el 28 ya tuvo una ocasión en slalom.

El Madrid dominaba, tanto que el riesgo mayor, el único riesgo era que esos minutos se le quedaran en nada. Es sabido que el dominio sin gol revive al dominado. Tuvo largas posesiones de banda a banda, de área a área. Era como alguien probando el coche en un circuito vacío, vuelta tras vuelta, vuelta tras vuelta...

1

ALAVÉS

Pundonor local 4

REAL MADRID

Muchas veces estos partidos se le transforma­n al Madrid tras el descanso, pero esta vez no iba a suceder. En el 42, Hazard, entre la espuela y la inhibición, le dejó el balón a Benzema, que fusiló con una contundenc­ia no muy habitual. No era el «faux» nueve, era nueve nueve.

El Alavés estaba siendo el equipo más dócil de la temporada, un pequeño gran desastre defensivo capaz de revivir el ataque fúnebre del Madrid. La cosa quedó demostrada poco después, cumplido el 45, con una pérdida de balón que ganó Kroos e hizo llegar a Hazard, que resolvió con un gran control y un toque zurdo para el 0-3.

Bettoni no tendría que darles una charla motivacion­al en el vestuario. Unos y otros se ahorraron ese trance. A la vuelta, el Alavés se aplicó con pundonor, y pronto marcó el 1-3, un remate de Joselu en el 59, a balón parado. El Madrid ya tenía la pelota en la primera parte, y en la segunda la quiso tener aún más, pero en un tener por tener, un tener por no dejar de tener. Necesitaba el estímulo

La categoría de Modric

El croata fue el mejor del Madrid. Jugó cómodo y dio una exhibición con sus medidos pases a los atacantes

Bettoni celebra en la banda el primer gol del Real Madrid ofensivo, el sentido, el norte de la portería. Al Madrid, el sopor del toque le hace perder la brújula, como si la aguja se le desmagneti­zara y la portería estuviese en otro sitio.

A Abelardo el gesto se le puso optimista (hay entrenador­es de rostro impenetrab­le, pero no es el caso), y mandó a sus hombres a mayor presión. Los balones que mandaban a Joselu (ya estaba Lucas Pérez para eso) tenían un aroma de posibilida­d, pero el Madrid no le dio más oportunida­d. La relación Modric-Benzema, quizás la única conexión neuronal no dañana en el Madrid, se activó en el minuto 70. Otro buen pase croata para Benzema, en su vieja posición de extremo izquierdo. Desde allí, jugada exquisita («qué clase», «cómo baja a recibir»…) y gran plasticida­d en el gol. Esas cosas de Benzema, que a veces hace exhibicion­es de día festivo, un poco gratuitas.

El gol le pilló a Bettoni de conferenci­a telefónica con Zidane y su rostro era como el de Gila hablando con el enemigo. Empezaron los cambios. Se

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AFP
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