Estudiar segundo de Covid
Los docentes tienen que reinventarse para superar las limitaciones de la pandemia, los alumnos se saben una generación marcada en lo académico
Lo digo entre comillas, pero existe el riesgo de que, como sucedió en el Medievo tras la caída de Roma, retornemos a la edad oscura, a los tiempos bárbaros». El vaticinio parte del profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Jaén José Ángel Marín, que prevé un futuro sombrío para la generación Covid, compuesta por más de 200.000 universitarios andaluces sobre los que el coronavirus, al cercenar la posibilidad de que se formen de manera presencial, proyecta la posibilidad del fracaso.
«Si fracasan ellos, fracasa el futuro porque no debemos olvidar que en las universidades se forman las élites», aclara Marín, para quien es necesario recuperar el escenario previo a la pandemia a fin de propiciar el retorno de la esencia de la Universidad, cuyo caldo de cultivo es el contacto, la relación directa, la confrontación de pareceres, el debate, la proximidad de educadores y educandos. Y eso malamente se logra, a su juicio, si tras la pandemia se mantiene el telestudio como innovación.
De ahí que prevea que la actual no será la generación mejor preparada de la historia. En lo que coincide Carmen Rodríguez, profesora de sociología de la Universidad de Jaén, para quien la educación virtual solamente tiene sentido si se dirige a jóvenes formados, no en el ámbito de las redes, sino en el de la curiosidad intelectual. «Para quienes vienen sin conocimientos, que son la mayoría, es desastrosa», apostilla. En su opinión, la docencia telemática solamente tiene sentido si el receptor es una persona con capacidad para buscar información de forma autónoma.
El alumno tipo, sin embargo, por
JAIME cuanto desemboca en la Universidad precisamente para formarse y con un escaso bagaje previo, requiere, según Rodríguez, de la cercanía física del profesor, dado que de esta manera el enseñante no solamente es capaz de transmitir conocimientos, sino también pasión desde la enseñanza. «En mi caso, explico con todo el cuerpo, no solo con la palabra», recalca al respecto esta profesora, que alude al docente como un transmisor de la emoción de aprender.
«El profesor abre al alumno la lectura, lo relaciona con películas, documentales y libros… Es su guía de conocimiento». Por eso, añade, es preciso recuperar las clases presenciales. Tanto más, aclara, cuanto que la generación universitaria actual no lleva impresa en su ADN la cultura del esfuerzo: «Está acostumbrada a que se lo hagan todo». Y en este contexto, la actual situación de aulas desiertas favorece la indolencia.
Un profesor premiado
Para Javier Cachón, elegido mejor docente universitario de España, las medidas derivadas de la pandemia implicarán, si se convierten en crónicas, que es lo que teme, una involución en el camino abierto en las universidades españolas por profesores que han apostado por estrategias de vanguardia educativa, por docentes que conectan con los alumnos al hacerles ver que en el ámbito de la enseñanza el aprendizaje prevalece sobre la nota.
Cachón, profesor del área de Didáctica de la expresión corporal de la Universidad
de Jaén, advierte de que, cuando se supere la pandemia se elige el camino equivocado, se privará a los alumnos de la generación Covid, y de las próximas generaciones, de modelos educativos innovadores que hasta la irrupción del coronavirus constituían un éxito en las aulas. De ahí su apuesta por las clases presenciales, que son, según asegura, fundamentales en su área de enseñanza.
¿Qué piensan los alumnos? Jaime,
«Se puede aprender online con un buen profesor y no hacerlo de manera presencial con uno malo. A mí me pasa»
que estudia en la facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, no considera que las medidas aplicadas para frenar la expansión del coronavirus en las universidades andaluzas cercenen el futuro de una generación sumamente acostumbrada a los entresijos de la informática. Un problema mayor es, en su opinión, la falta de compromiso de parte del profesorado con la materia que imparte. Dicho de otra manera: «Se puede aprender on
JAVIER CACHÓN
«Es una involución en el camino abierto por profesores que han apostado por estrategias de vanguardia educativa»
line con un buen profesor y no hacerlo de manera presencial con uno malo. A mí me pasa».
Para cursar sus estudios a distancia, Jaime cuenta con una habitación y un ordenador para él solo en su piso familiar. Pero no todos los estudiantes disfrutan de esta posibilidad.
Antonio David Cámara, profesor de sociología de la Universidad de Jaén, alude a esta asimetría como un factor negativo de la enseñanza virtual derivada de la pandemia, ya que, resalta, los medios de adaptación no están ni uniforme ni aleatoriamente distribuidos, sino vinculados a la clase social.
Ciencias sociales
Por lo demás, este docente no considera que en las ciencias sociales el impacto de las medidas limite el porvenir de los educandos. Antes bien, expone que puede ser incluso un vector de posibilidades porque constituye una fuente de resiliencia, de adaptabilidad a un contexto sobrevenido, lo que les permitirá utilizar posteriormente esta fuerza en el ámbito laboral. Admite, no obstante, que también es posible que propicie el abandono de los estudios, pero en esto coincide con Jaime: el abandono depende de muchos factores, «como el de que se te atragante un profesor o una asignatura».
Para Cámara, la influencia de la suspensión de las clases en los universitarios depende de la carrera que estudien. En el caso de Francisco Miguel, que cursa doble grado de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Granada, esta medida repercute negativamente porque las asignaturas se imparten mejor en distancias cortas. A lo que que se une la precariedad de internet («a veces se cae la página») y la, en su opinión, falta de preparación de determinados profesores para impartir clases por la red.