IFM-NATURGY: UNA OPA DE FOGUEO PARA UN PAÍS A MEDIO GAS
La oferta del fondo australiano sobre la española es un quiero y no puedo a la medida de un país a medio gas, que lleva encubierto un explosivo de mecha larga y efecto retardado; un calambre para su presidente, Francisco Reynés, y otra oportunidad para la
EN los «Almacenes Arias» de Pedro Sánchez por no haber no hay ni opas como manda. La oferta del fondo australiano sobre el 22,69% de
es un quiero y no puedo, pero que lleva encubierto un explosivo de mecha larga y efecto retardado, a la medida de un país a medio gas; un calambre para su presidente, Francisco
y otra oportunidad para la especialidad del Gobierno: hacerse el muerto. Y esto a pesar de que dos miembros del
–la y la el 20,6% de participación, y el británico CVC, a través del vehículo inversor Rioja, con el 20,7%. En total, y de llevarse a buen término la operación, casi un 64% en manos no domésticas. Pues denle una vuelta, si el centro de decisión de cualquier empresa española se desplaza a otro país (algo de lo que siempre ha avisado Fainé)... a otra cosa mariposa, que además sobre esto en España ya tenemos experiencia, y en el mismo sector, por ejemplo.
El caso es que parece que a ambos directivos les ha cogido el asunto por sorpresa. Si bien lo contrario tampoco me extrañaría en demasía.
Ahora bien que un peso pesado de las operaciones corporativas como Fainé se hubiese enterado por la prensa de la opa de
IFM, por muy de fogueo que sea, dice mucho del estado de adormecimiento general en que se encuentra nuestro país, en general, y cómo la somnolencia y pesadez de párpados y tímpanos se va extendiendo entre lo más granado de la clase empresarial. ¡Menuda buena imagen del país que tenemos: no hay empresarios, no hay
Y todos callados a ver si las cosas se resuelven solas. Y como por manosear no se pierde nada, pues los fondos no patrios meten la mano en el cajón de saldos a ver si suena la flauta y se llevan la ganga. Aunque me aseguran que la les va a pedir por escrito que expliquen si ha habido acción concertada de todos los fondos, que eso de que nada más producirse el anuncio tanto como
se comprometieran a no vender sus participaciones suena poco menos que raro.
En cualquier caso, Reynés debe cuidar desde ya mismo sus espaldas, porque aunque los australianos han planteado la opa de forma amistosas ante el Ejecutivo y ante la cúpula del grupo, y han prometido en «on» que habrá estabilidad absoluta en la compañía, no dejan de representar a un fondo extranjero, de pensiones para más inri, con apetito de réditos de sus inversiones para sus propios clientes. El presidente de Naturgy podría verse en la tesitura de golpe y porrazo como en las antiguas minas de gas, con un canario en la mano a ver si le da el cante del temido grisú y tener que poner pies en polvorosa antes de que los australianos le fuercen a la pensión que en ese negocio sí parecen ser expertos los buenos de IFM. Eso sí, bono millonario en mano, que hasta ahí podíamos llegar. Y las penas con «golden parachute» son menos penas. Lo normal vamos. Así, sin Reynés al frente, y veremos con qué participación La Caixa (inciso: para entender esta operación hay que mirar a los «stakeholders» con microscopio, porque esa participación que busca el fondo la pueden conseguir de accionistas muy minoritarios que pueden aflorar al olor de la prima del 20%) algunos por ahí ya visualizan a sentenciada. Fuera de Bolsa,
vendidos a trocitos sus negocios no regulados –porque proporciona más dinero que vender en una sola pieza–, y con los fondos cumpliendo la promesa de permanencia en la compañía manteniendo la parte que da rentabilidad segura a largo plazo: la regulada. La mecha larga y retardada de la que hablaba.
¿Y y cía? Hace 300 años,
dejó escrito a propósito del gas: «Con el paso del tiempo la palabra gas ha terminado siendo empleada en muchos sentidos, no sólo incompatibles, sino también con demasiada frecuencia, incomprensibles». Pues eso. No hemos avanzado nada. Un Gobierno gaseoso, incompatible e incomprensible.
Ojo avizor
La CNMV pedirá por escrito a los fondos de la gasista que expliquen si hubo acción concertada
EMADRID
l año 2020 ha sido un ejercicio convulso. Con muy pocas certezas y que deja un futuro todavía sin definir. El viernes se conoció el desplome histórico del PIB del 11%, una cifra no vista desde la Guerra Civil, lo que da buena cuenta de que nuestro país ha sufrido –y está sufriendo– más que el resto. Y esa realidad no es ajena a la banca, ni mucho menos.
Las entidades financieras presentan estas semanas sus resultados anuales. Bankinter, Bankia, BBVA y Caixabank han terminado todas en positivo, tras un cuarto trimestre de acelerón. Las tres primeras con un desplome del beneficio del 42,4, 57,6 y 62,9%, respectivamente. La excepción a la regla de que en el año del Covid los números iban a desplomarse es Caixabank, el que será el gran banco español, ya que «solo» perdió un 19% en interanual. Esta semana que viene es el turno de Banco Sabadell y Banco Santander.
En banca los números lo son casi todo. Y España, ahora, por raro que parezca, es mejor destino para depositar la confianza que otros más exóticos. Esto son los mercados emergentes y las aventuras foráneas recientes. El Banco de España, en voz de su gobernador, Pablo Hernández de Cos, ha advertido estos meses en más de una ocasión a las entidades de que salir al exterior tiene sus riesgos: «En el caso de una crisis global como la actual, la diversificación internacional del negocio de los bancos españoles será previsiblemente menos útil que en pasadas crisis para la contención y mitigación de sus efectos». En la anterior crisis financiera, que tuvo buena parte del origen en los propios bancos, España era todo lo contrario, como relata un banquero ya jubilado que vivió aquellos años. «A partir de 2008 hubo momentos muy duros. Clientes que se marchaban y noticias a diario en prensa de que no íbamos a sobrevivir», explica.
El Banco de España sí reconoce que en aquella crisis la presencia fuera, incluso en los emergentes, fue un plus. Un pequeño salvavidas, ya que nuestro país no daba para más. «Los bancos más grandes aguantaron mejor precisamente por diversificar su negocio fuera, hacia América por ejemplo», indican fuentes financieras. España era un polvorín, con déficits a doble dígito y la recesión como algo normal. La banca estaba en problemas
Oliú, presidente de la entidad