ABC (Córdoba)

Nuevos compradore­s

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nomista jefe de SAAF, en un comunicado.

«La gente tiene incertidum­bre», explicó a «The Hill» Adam Winkler, autor de «Tiroteo: la batalla sobre el derecho a portar armas en EE.UU». «Y cuando tienes incertidum­bre, y te sientes vulnerable, un arma es una de las cosas en las que te fijas para procurar protección».

Es difícil pensar en algo que genere más incertidum­bre que una pandemia de la que todavía no sabemos cuándo ni cómo saldremos. Pero eso solo fue el comienzo de las tensiones en EE.UU. A finales de mayo, el último episodio de abusos policiales sobre la minoría negra, la muerte de George Floyd en Mineápolis, desató una oleada de protestas raciales en todo el país. La mayoría de los cientos de manifestac­iones que se extendiero­n durante meses fueron pacíficas, pero en el arranque de las tensiones hubo violencia, destrozos, saqueos, heridos y muertos. En la calle, se impusieron los lemas de «abolir la policía» y «recortes a la policía». En ocasiones, los agentes se vieron sobrepasad­os por los manifestan­tes. En muchas grandes ciudades, se dispararon los crímenes violentos. La sensación de insegurida­d abrió nuevos caminos: aquellos –como la minoría negra– que sienten que la policía no les defiende; otros, que la vieron incapaz de ofrecer protección y amenazada.

El resultado fue que muchos de los que nunca cogieron una pistola fueron a la armería a comprarse una. Según una encuesta de la National Shooting Sports Foundation, casi el 40% de quienes compraron un arma el año pasado lo hacían por primera vez. Casi el 40% fueron mujeres y el grupo racial más representa­do fue la minoría negra.

Tres de las diez semanas con más verificaci­ones de antecedent­es se han producido en enero. El récord fue en marzo por la pandemia.

Cuatro de cada diez personas que compraron armas en Estados Unidos el año pasado lo hacían por primera vez.

Las denuncias de Trump

Después llegó la campaña electoral. Trump avivó su mensaje combativo y denunció fraude incluso antes de que hablaran las urnas. Biden buscó un tono sosegado, pero no lo tenía para quienes se oponen que se limite el acceso a las armas. En campaña, se comprometi­ó a recuperar un veto a la fabricació­n y venta de fusiles de asalto y de cargadores de alta capacidad. También propuso un programa de recompra de este tipo de armas por parte de las autoridade­s o la obligación de incluirlas en un registro federal. Trump, al contrario, se ha postulado siempre como el gran defensor de la Segunda Enmienda –el texto constituci­onal que consagra el derecho a portar armas– y advirtió a sus millones de seguidores que los demócratas «vienen a por vuestras armas».

Los defensores del acceso amplio a las armas asocian el pico de compras con la victoria de Biden. Mark Oliva, director de relaciones externas de la National Shooting Sports Foundation, aseguró a Fox News que «no se puede descartar» que muchas de las compras «se relacionen con las amenazas de la Administra­ción Biden con promulgar la agenda de control de armas más radical y amplia de la historia».

El resultado de este cóctel de tensiones ha sido la venta de casi 23 millones de armas en 2020, según un recuento de «The Washington Post», un aumento del 64% frente al año anterior. Fue el mismo año en el que 19.223 personas murieron por violencia con armas de fuego en el país, un 25% más que en 2019. Es imposible adivinar qué ocurrirá en 2021. Pero la pandemia persiste, la crisis política se ha instalado y en las calles hay más armas que nunca.

La agitación en las calles durante el pasado año avivó el interés por protegerse

Se comprometi­ó a vetar la venta de fusiles de asalto y cargadores de alta capaciddad

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