Nao Albet y Marcel Borràs presentan en el Teatro María Guerrero una revisión de su obra estrenada en 2013
distancia. En el escenario lo notamos una barbaridad. Se produce con el público una empatía especial y distinta a la de antes de la pandemia. Ahora hay una especie de doble agradecimiento, y se materializa sobre todo en los saludos; los aplausos son más agradecidos, pero es que nosotros también les damos las gracias por seguir confiando en nosotros y seguir viniendo al teatro. Y eso produce una emoción especial».
La pandemia ha hecho, cree el actor, que mucha gente, incluso gente que no lo había hecho nunca, «haya puesto en marcha la máquina de pensar, más allá de las máquinas de sentir y de sufrir; y hay quien ha descubierto que tiene sensibilidad hacia determinados temas y determinadas ideas, y ha descubierto que le preocupan cosas que antes no le preocupaban; la muerte, por ejemplo. Y viene al teatro en busca de materiales para pensar, para reflexionar. En “Viejo amigo Cicerón” reflexionan sobre los valores de la democracia y su vigencia, sobre las leyes, sobre nuestra clase política... Y lo agradecen muchísimo porque se sienten mejorados. Eso es lo que me gusta del teatro: que el público salga transformado, lleno de algo que no tenía al entrar. Y eso ahora se nota, está a flor de piel».
Devorador de la vida, hay pocas cosas que más le gusten a José María Pou que tomar un avión y viajar a Londres o a Nueva York a ver teatro. La pandemia le ha cortado las alas. «Eso es una de las cosas que echo de menos: mi viaje anual –como mínimo– a Broadway. Yo suelo pasar el mes de agosto entero en Nueva York, y no he podido. Y aunque pudiera viajar, los teatros están cerrados. Eso me tiene muy desesperanzado, y es signo del nivel de gravedad que ha alcanzado lo que estamos viviendo. En Nueva York, con lo que significa la industria, todos los teatros están cerrados desde el 12 de marzo; algo que no pasó ni siquiera durante las dos guerras mundiales». «Viejo amigo Cicerón»
Teatro de La Latina. Desde el 4 de febrero. Martes a viernes, 20 horas. Sábados, 17,30 y 20 horas. Domingos, 19 horas. Duración: 70 minutos on «Mammón», Nao Albet y Marcel Borràs pusieron patas arriba la escena española. No era su primera obra conjunta (ya habían firmado «Democracia» y «HAMLE. T.3.»), pero en aquella demostraron un talento descomunal, reflejado en su ingenio, su desvergüenza y su habilidosa, magnética y libérrima manera de contar historias –ficción y realidad se confunden y el audiovisual se convierte en un poderosísimo instrumento narrativo–. Ahora presentan en el teatro María Guerrero, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional, su nuevo trabajo, con un sugerente título: «Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach». Se trata de la revisión de una obra que la pareja estrenó
Cen 2013 en el Teatre Nacional de Catalunya. Han perdido, bromea Nao Albet, parte de la inocencia que tenían entonces, y esta revisión es, por tanto, más madura. Los dos autores dirigen también la obra, y así mismo forman parte del reparto que completan Carlos Blanco, Irene Escolar, Alina Furman, Eva Llorach, Francesca Piñón y Vito Sanz. La relación entre poder y cultura, así como el significado de ésta en el momento en que vivimos, está en el trasfondo de esta historia, que narra la aventura de «dos jóvenes dramaturgos de suburbio, que reciben su primer gran encargo: estrenar un espectáculo en el Centro Dramático Nacional de Boris Kaczynski. El único requisito que el magnate les impone es el de escribir una obra sobre un atraco a un banco. Convencidos de haber encontrado un buen argumento, los autores dedican todos sus esfuerzos a escribir una buena función, pero hay algo en la pieza que les resulta postizo. Todo cambia cuando deciden mandarle el texto a Maria Kapravof, la estandarte de un novedoso movimiento artístico llamado (re)productivismo». Y es que, explican Albet y Borrás «en 2013 nos dieron una beca (cama y comida) para pasar un par de meses en Nueva York. Nos alojamos en la McGuiness Avenue de Greenpoint, el barrio polaco al norte de Brooklyn. Teníamos un pequeño apartamento con vistas al río Newtown Creek y a una sucursal bancaria que había al otro lado de la calle». Desde esa ventana fueron un día testigos de un atraco. «Era como en las pelis, pero era real. Al menos quince policías apuntando hacia la sucursal y mucha expectación en la calle. Se oyeron disparos en el interior del banco». Estaban a salvo en el apartamento, «pero muertos de miedo. Finalmente se abrieron las puertas del banco y empezó a salir gente, corriendo. Habían muerto tres personas». «Atraco, paliza y muerte en
Agbanäspach»
Teatro María Guerrero. De martes a domingo, a las 19 horas. Duración: 2 horas aproximadamente