Cataluña es «different»
En Cataluña hacemos las cosas al revés del resto. Hace unos meses se tenían que celebrar votaciones en Galicia y debido al Covid se pospusieron para evitar una gran posibilidad de contagios... En el País Vasco, de manera simultánea, sucedió lo mismo: se pospusieron las elecciones autonómicas. Pero ahora nos toca el turno a los catalanes y, vaya, aquí lo hacemos al revés: aun estando confinados en la población en la que vivimos, teniendo horarios restringidos en muchos sitios, resulta que nos autorizan a acudir a los mítines políticos y, además, hemos de ir a votar, aunque no podemos salir libremente a casi nada, pero, eso sí, a votar, sí. Lo dicho «Cataluña is different», por desgracia estamos en el grupo 5 de vacunación, concretamente en el grupo «Otros».
Esto no tiene sentido, y es una auténtica barbaridad, sobre todo teniendo en cuenta el enorme riesgo que corremos ante una posible infección, ya que la gran mayoría sufrimos de insuficiencia respiratoria severa. Además, hay que destacar la falta de especialización en el manejo de los protocolos respiratorios en estos pacientes, normalmente tratados en el Instituto Guttman de Barcelona o en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. La gran mayoría son grandes dependientes y están solos, en casas tuteladas o con sus familias, normalmente asistidos por asistentes sociales.
Caídas en las piscinas, accidentes de tráfico y laborales, enfermedades degenerativas y virus extraños son la consecuencia de que estemos así. La gran mayoría somos jóvenes, con una vida por delante. Somos un colectivo con muchas ganas de vivir y de tirar para adelante a pesar de nuestra difícil situación. No pueden dejarnos de lado, hay que priorizar, saber realmente dónde urge salvar vidas y darles los medios para que sean felices.
Los centros especializados ya han denunciado esta situación al Gobierno central, pero este nos ha remitido a las comunidades autónomas.
Apelo a su sentido común y a que rectifiquen esta política de vacunación sin sentido, carente de criterio sociosanitario.
No deja de esconder cierto sarcasmo el contenido de la «ley Trans» que la ministra Montero pretende colarnos a los españoles en plena pandemia, cuando nuestro ánimo se halla en sus horas más dolientes. Un chaval o una joven, con tan sólo dieciséis primaveras, tiene en su mano la fatídica e irreversible decisión de elegir si desea ser hombre o mujer, con todas las derivaciones e implicaciones que semejante determinación llevará inherente para su futuro. No podemos ni debemos olvidar que a esa edad la criatura se encuentra en plena adolescencia, un periodo de la vida en que la confusión prima sobre todos nuestros actos de libertad; y la efervescencia hormonal es un clamoroso hecho que, lejos de orientar sus deseos más reflexionados, le puede llevar a cometer un error del que penosa y arduamente podrá salir, convirtiéndolo en un ser abatido por un fuerte desequilibrio emocional.