Gallo traslada toda su producción de pasta seca a El Carpio
▶ La firma busca especializar cada fábrica y llevará a otros 37 trabajadores
La empresa Pastas Gallo ha decidido trasladar toda su producción de pasta seca a la fábrica que desde hace décadas trabaja en El Carpio. Así lo confirmaron ayer fuentes de la propia firma, que insistieron en que se mantendrán en todo momento los puestos de trabajo y que la decisión forma parte de un proceso de especialización de los distintos centros de producción, «que consolidarán los distintos roles» y las distintas líneas de la empresa alimentaria.
En la fábrica de El Carpio se trabajará la pasta seca, para lo que se trasladarán los casi 40 puestos que ahora se encargan de esta labor en la fábrica de Granollers. Las mismas fuentes precisaron que a los profesionales se les ofrecerá el traslado a El Carpio y, en caso de no aceptarlo, se les buscará un lugar en alguna otra de las factorías que la firma mantiene abiertas en Cataluña, cada una con un rol distinto: la de Granollers se dedicará a pasta fría y placas (para canelones y lasañas), la de Esparraguera a pasta sin gluten y la de San Vincenç dels Horts a pastas orientales.
Los trabajadores que quieran trasladar su puesto a El Carpio mantendrán, precisaron fuentes de Pastas Gallo, el mismo rol que desmpeñaban hasta ahora. «No se desmantela nada», insistieron.
Sede social
La decisión supone un crecimiento de la actividad en la fábrica que la empresa mantiene en la localidad cordobesa del Alto Guadalquivir, y que en el otoño de 2017, cuando comenzó la deriva independentista tras la consulta del 1 de octubre, se convirtió además en la sede social.
La fábrica de El Carpio es la más
Fábrica de Pastas Gallo en El Carpio grande que posee Pastas Gallo en todo el territorio nacional. Se trata de la antigua Fábrica de Harinas de El Carpio, que el fundador de Pastas Gallo, José Espona, adquirió en 1958 para utilizarla como planta de transformación del cereal en pasta.
Se trata, además, de una de las más potentes de España, con capacidad para moler unas 400 toneladas diarias de trigo en el proceso para convertirlo en pasta alimenticia.
Las negociaciones con los sindicatos comenzarán en breve para ver cuáles de los trabajadores afectados quieren aceptar la empresa de continuar desempeñando su labor en Pastas Gallo y lo hacen en las instalaciones de El Carpio.
En otoño de 2019, el fondo de inversión Proa Capital se hizo con Pastas Gallo, que desde hace décadas mantiene una posición de liderazgo en este campo de la alimentación.
a comparecencia de una treintena de agentes de la cadena alimentaria en el Congreso de los Diputados ha dejado claro las enormes diferencias que existen entre unos y otros eslabones. La revisión de la llamada Ley de la Cadena se ha convertido en un sistema de ecuaciones complejo, con una incógnita principal: el coste efectivo de producción.
La norma exige que comprador y vendedor contraten por encima de dicho valor. El objetivo no es otro que solucionar el problema de las ventas a pérdidas, una de las grandes demandas de agricultores y ganaderos; y no olvidemos que esta Ley surge con el principal objetivo de proteger la viabilidad de las explotaciones agrarias.
La cuestión es, ¿quién fija este precio mínimo?, ¿realmente los valores medios de un periodo determinado son los adecuados?, ¿a partir de qué fuentes se establecen? Para conseguir este precio u horquilla y que no hubiera conflictos sería necesario ponerse de acuerdo, y ahí ya tenemos la siempre amenazante sombra de la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia.
Por otro lado, el coste efectivo de producción regula la relación entre el productor y el primer comprador, pero no entre el resto de los eslabones de la cadena, como por ejemplo la industria y distribución.
Pero lo más preocupante es que si este valor no es consecuente con la evolución del mercado, ¿qué impide a la industria adquirir sus productos fuera de España? Hay que recordar que este sistema no es de aplicación en ningún otro país.
Un sistema de ecuaciones complejo que, o bien aplica un modelo que choca contra la libre competencia, o refuerza las ayudas públicas generando conflictos internacionales, o desaparecen aquellas explotaciones cuyos costes de producción no son competitivos.
Ninguna nos lleva a un desenlace adecuado, la última la que menos, pero como también pasa en matemáticas, puede haber varias soluciones…o tal vez ninguna.