Johnson, fiabilidad de número uno
▶ El norteamericano no falla en Arabia y sigue dominando el circuito sin inmutarse
En el golf ha habido números uno del mundo de todo tipo. Algunos, como Greg Norman o Seve Ballesteros, estaban encantados de ser los representantes de su deporte y de poder transmitir sus valores por todo el planeta; otros, como Tiger Woods, se aprovechaban de su posición cimera para ejercer una presión a modo de rodillo que acababa con la paciencia de todos sus rivales: el Tigre era el mejor porque no había nadie capaz de hacerle sombra. En cualquier caso, estas tres figuras contaban con una personalidad y un carisma innegables.
Sin embargo, de cuando en cuando surge una figura peculiar que es difícil de definir. Un golfista con un talento especial, que le lleva a lo más alto de la tabla, pero que no transmite lo más mínimo a los seguidores; alguien como Dustin Johnson, capaz de realizar lo mejor y lo peor sobre un campo de golf sin mudar el rictus de su cara, lo que no se sabe si es un indicio de su fuerte concentración o, al contrario, un gesto de pasotismo que hace que todo le dé igual. Inescrutable.
En cualquier caso, lejos de intentar desentrañar lo que hay dentro de su cabeza, lo que es evidente es que cuando el de Carolina del Sur pone la directa no hay quien le pare. En este año del confinamiento aprovechó para alcanzar un momento de forma excepcional que le llevó a ganar el Masters en noviembre y que extendió ayer con un cómodo paseo por el Royal Greens arábigo. A pesar del viento que se desató al borde del Mar Rojo y de la presión a la que le sometieron sus rivales, el estadounidense fue capaz de sacarle partido a sus mejores armas, el driver y el juego corto, a pesar de no estar especialmente brillante con el putt. Mas eso no no fue óbice para que terminara ganando por dos golpes el Saudi International, el torneo más importante de la gira del desierto. Es una gesta muy difícil de alcanzar, pues en los tres años que se ha celebrado ha quedado dos veces primero y una segundo. Está claro que está diseñada a su medida.
Carrera de luces y sombras
Con este nuevo éxito en Arabia, el vigésimo séptimo de su carrera profesional, Dustin se consolida como número uno universal sin discusión. No sólo es el auténtico dominador del PGA Tour con 24 títulos (de ellos dos grandes y cinco mundiales) sino que es el auténtico rey del desierto cuando compite en el Europeo: a sus dos copas saudíes le añade también una Jarra dubaití en la final de 2013.
Lleva desde 2008 ganando al menos un campeonato por año, pero a nadie se le escapan esos momentos de desconexión mental en los que igual pierde un grande por apoyar un palo en un bunker que se retira durante seis meses por coquetear con las drogas. Su vida social (está casado con la hija de la estrella del hockey, Wayne Greztky) a menudo le ha lastrado, pues la popularidad le desborda. Él lo único que quiere es darle golpes a una bola, lo más recto y lejos que pueda.
La tenista española perdió en la final de Melbourne (7-6 y 64) contra la número uno del mundo, Ashleigh Barty, en un partido que se resolvió por pequeños detalles. Tras la derrota, Muguruza valoró el encuentro y su óptimo momento: «Ha sido una buena semana con buenos partidos. Normalmente no juego la semana anterior a un Grand Slam, pero me llevo muchas cosas positivas», explicaba en referencia a su próxima gran cita. Muguruza debutará mañana en el Abierto de Australia (defiende final) ante
Gasparyan.
Muguruza, ayer en la final de Melbourne
Hasta el 21
Barcelona-Veszprem