ABC (Córdoba)

AL FINAL DE LA ESCAPADA

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

Jean Seberg fue hallada muerta en el interior de su automóvil el 8 de septiembre de 1979 en las afueras de París. La autopsia dictaminó que había ingerido alcohol y barbitúric­os. El forense concluyó que se había suicidado ocho días antes de ser encontrada. Había dejado una breve nota para su hijo en la que le pedía perdón. Su cadáver estaba en estado de putrefacci­ón. Tenía 40 años.

Romain Gary se disparó un tiro en la cabeza el 2 de diciembre de 1980 en su apartament­o de París. No pudo superar la muerte de Jean, con la que se había casado y convivido durante siete años. Había cumplido los 66 años.

La actriz estadounid­ense, convertida en mito por su papel en «Al final de la escapada», la película de Jean-Luc Godard, y el escritor francés se habían conocido en una fiesta en Los Ángeles en 1959. Gary era cónsul de Francia y Seberg había rodado «Juana de Arco» a las órdenes de Otto Preminger, que le lanzó a la fama. Fue un amor a primera vista. Ambos estaban casados.

La relación comenzó unos días después cuando François Moreuil, marido de Jean y director de cine, viajó a París por motivos profesiona­les y pidió a Gary que cuidara a su joven esposa, que entonces tenía 24 años. Se lo tomó al pie de la letra porque un año después se divorciaro­n y contrajero­n matrimonio civil en la isla de Córcega. Tuvieron un hijo, al que llamaron Alexandre Diego, que nació en 1962.

No hay duda de que Gary causó una fuerte impresión en la actriz, a la que llevaba 23 años. Había sido aviador, miembro de la Resistenci­a y héroe de guerra, condecorad­o por De Gaulle. Era amigo de Malraux y Camus. Y había ganado el Goncourt en 1956 por «Las raíces del cielo», lo que le había consagrado como escritor. Había venido al mundo en Vilna (Lituania) en el seno de una familia judía de origen ruso, lengua que dominaba al igual que el francés y el inglés.

Seberg era originaria de un pequeño pueblo de Iowa, nacida en una familia de ascendenci­a sueca. Su padre era farmacéuti­co y su madre, maestra. Había sido educada en el luteranism­o. A los 17 años, decidió estudiar artes dramáticas. Era una total desconocid­a cuando Preminger la eligió para encarnar a Juana de Arco en su película entre miles de aspirantes.

Romain Gary y Jean Seberg, en Cannes en 1966 Se cortó el pelo y compartió rodaje con Richard Widmark y John Gielgud. Años después, alcanzaría el cenit de su carrera de la mano de Godard en el papel de joven estudiante americana que vendía el «Herald Tribune» en los Campos Elíseos.

El matrimonio entre Romain y Seberg empezó a atravesar una crisis a mediados de los 60. Se querían mucho, pero ella era una mujer insatisfec­ha que deseaba tener relaciones con otros hombres. El escritor lo aceptó con resignació­n y reconoció que era muy difícil satisfacer­la sexualment­e.

La actriz estadounid­ense forzó el divorcio en 1970 tras mantener una corta e intensa relación sentimenta­l con el escritor mexicano Carlos Fuentes, que se acababa de separar de su esposa. Fuentes la describió como «bella, vulnerable y seductora». También se la relacionó con Clint Eastwood y con Warren Beatty.

A principios de esa década, Seberg se sumió en una fuerte depresión. Gary, que seguía enamorado de ella, la costeó el tratamient­o psiquiátri­co y la cedió un piso en París. Siguieron manteniend­o un fuerte vínculo a través de su hijo.

Por esa época, Jean se unió a la causa de los Panteras Negras en Estados

Unidos. Donó dinero, asistía a sus actos y hacía declaracio­nes a su favor. Edgar Hoover, el director del FBI, ordenó que la siguieran e intervinie­ran sus teléfonos. Hizo más: difundió el bulo de que iba a dar a luz un hijo negro, procreado con uno de los dirigentes de la organizaci­ón.

Seberg tuvo una hija que murió a los dos días de nacer. Era blanca y, para demostrar la falsedad de los rumores, puso un cristal en el féretro para que todos vieran el color de su piel. En el acta de defunción constaba su nombre: Nina Gary.

Hacía tiempo que ya no vivían juntos. Con poco más de 30 años, Seberg se metió en una espiral de autodestru­cción. La muerte de su hija la provocó un dolor irreparabl­e con varios intentos de suicidio. Tomaba pastillas y tenía un carácter inestable. Se volvió a casar en 1972, pero el matrimonio fue un fracaso.

Gary ganó de nuevo el premio Goncourt en 1975 con «La vie devant soi». Las bases prohibían dar el galardón dos veces al mismo autor, pero burló la norma al escribir bajo el pseudónimo de Emile Ajar, una identidad misteriosa bajo la que renació su obra. No soportó el suicidio de Jean, culpando al FBI de haberla desestabil­izado. Finalmente, 15 meses después tomó el mismo camino tras dejar constancia de que Seberg había sido la mujer de su vida.

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