ABC (Córdoba)

CATEDRÁTIC­O MEDICINA PREVENTIVA Y SALUD PÚBLICA DE LA UNIV.

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Si estamos como estamos es porque nos hemos empecinado en salvar las navidades, y que nos estemos planteando a estas alturas si deberíamos intentar salvar la Semana Santa me parece un insulto a los miles de enfermos que llenan nuestros hospitales. A pesar de las mejorías recientes (que son frágiles) seguimos al filo del precipicio, y sigo creyendo que deberíamos endurecer las actuales restriccio­nes, y no disminuirl­as. En Semana Santa se volverán a dar unas circunstan­cias parecidas a las de Navidad, y las vacaciones –más cortas– son un factor de riesgo por las actitudes que conllevan y el aumento de movimiento­s poblaciona­les.

Creo que los confinamie­ntos perimetral­es y restriccio­nes al movimiento deben mantenerse, y que no debemos establecer ningún parámetro epidemioló­gico que automática­mente implique una liberaliza­ción de las mismas. Si acaso, estas deberían venir una vez hayan terminado las vacaciones, y cuando las rutinas se hayan restableci­do. Tenemos por delante todavía varias semanas donde la presión asistencia­l será máxima, y donde las muertes se mantendrán altas, y debemos conseguir enderezar las tendencias y disminuir la curva, sobre todo con las variantes más contagiosa­s ganando protagonis­mo. Si algo deberíamos haber aprendido como consecuenc­ia de la Navidad es que nuestros actos determinar­án lo que pase en las semanas siguientes, y que no nos podemos permitir prender la mecha de una cuarta ola que nuestra sociedad y los hospitales no podrían soportar.

Restrinjam­os nuestros contactos al mínimo y aguantemos el temporal, pero no volvamos a cometer los mismos errores de las navidades.

JUAN JOSÉ GESTAL OTERO SANTIAGO DE COMPOSTELA (USC)

Semana Santa se me asocia a pensamient­os como cuántos podremos estar vacunados y si estarán llegando vacunas en cantidad. No se me ocurre pensar en viajes, ni en que se relajen las medidas. ¿Nos hemos olvidado ya de las consecuenc­ias de la relajación en Navidad? Tengo la esperanza de que para entonces la incidencia haya bajado mucho, pero seguiremos en pandemia y en tanto no hayamos alcanzado la inmunidad de grupo se deben mantener las medidas de prevención, siempre y cuando no se cumplan negros presagios de reinfeccio­nes por las nuevas variantes. En Galicia tenemos un dicho en relación al frío: «Hasta el día de la Ascensión no te quites el ropón, y después quita y pon», que yo aplicaría a la pandemia: «Hasta alcanzar con la vacuna el nivel de protección no bajes las medidas de prevención, y después quita y pon».

Esa inmunidad, en el mejor de los casos, la podremos alcanzar en el verano; por tanto, no me plantearía viajes en Semana Santa más que aquellos de proximidad.

Que vivamos el día a día, sigamos las medidas de prevención, indicacion­es y consejos que nos den las autoridade­s sanitarias y, en este momento, evitemos al máximo los contactos sociales para protegerno­s y proteger a los demás y conseguir que, en lo que queda de pandemia, esta nos ocasione el menor daño posible. Una vez que pase tendremos tiempo de viajar y resarcirno­s haciendo todo eso que no pudimos hacer y ahora valoramos mucho más.

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