«Es mucho mejor la vacuna que la enfermedad»
Mayores y sanitarios ya inmunizados describen síntomas leves tras la última dosis, que desaparecen en uno o dos días
La campaña de vacunación está a punto de finalizar la inmunización de los grupos de riesgo, en los que se integran el personal sanitario de primera línea y los ancianos residentes en centros e instituciones. Los primeros ya han recibido las dos dosis en un 83,5 por ciento del total, mientras que los segundos se encuentran incluso mejor, con un 86,1 por ciento completamente inmunizado. En Córdoba se han colocado ya 44.212 vacunas, según la Consejería de Salud, que no especifica cuántas corresponden a la primera y segunda dosis. Las reacciones adversas son frecuentes pero de carácter leve, y en general la población ha acogido con agrado la vacuna.
Así se desprende de los testimonios recabados entre varios sanitarios de primera línea y ancianos internos recabados por ABC. Como Inmaculada Martín, que a sus 78 años estaba deseando ponerse la vacuna. Superó la enfermedad durante la segunda ola tras encontrarse en situación crítica ingresada en San Juan de
Dios, de donde salió «sin conocer a nadie y sin poder ni hablar». Tan mal lo pasó, recuerda, que «me obsesioné y me ponía a la cola para todas las pruebas que había y todo lo demás». De modo que ahí estaba Inmaculada en su residencia Orpea Sierra el día 27 de enero con el brazo dispuesto para recibir la segunda dosis.
Aislamiento
Ahora responde al teléfono con vigor y hasta con rebeldía: «A mí me ha tocado una generación de obeceder siempre, en el colegio, en el trabajo, en la universidad (es catedrática) y estoy cansada de obdeceder. Tengo ganas de pegar una campanada... pero tienes que adaptarte y saber que no puedes hacerlo». Se refiere Inmaculada a la obligación de mantenerse aislada durante dos semanas tras la segunda inoculación, una medida de precaución impuesta por el SAS según aclara la directora del centro, Inmaculada Cuesta.
Ese confinamiento ha sido el peor «efecto secundario» de la segunda dosis, aunque Inmaculada también sufrió molestias en el estómago y las articulaciones. La primera inyección «me dejó el brazo ‘tontón’» y nada más. Ahora tiene tres kilos menos por ese encierro forzoso.
En la residencia Vitalia San Rafael María Estrella Guzmán, de 70 años y 10 como interna, y Carmen Díaz, octogenaria que lleva tres años con plaza, comparten una experiencia similar. Ambas se contagiaron de Covid a finales de noviembre y, tras duros padecimientos, lograron superar la enfermedad. Ahora no han dudao en vacunarse. Estrella recuerda que debido a su infección «estuve un mes pasándolo fatal. Eso fue un mes día tras día durísimos, con síntomas como perder el oflato, el paladar, dolores de espalda o de riñones». Siempre estuvo en la residencia y no necesitó hospitalización. Hace una semana recibió su segunda dosis de Pfizer y sólo ha sen
Más del 80 porciento de mayores y sanitarios de primera línea están vacunados