ABC (Córdoba)

El expresiden­te boliviano mintió cuando dijo que había viajado a La Habana por razones de salud

- S. I.

El expresiden­te de Bolivia Evo Morales confiesa en una entrevista en exclusiva con la agencia Efe que, en uno de los viajes que hizo a Cuba, estuvo planeando junto con Venezuela cómo «retomar la democracia» en Bolivia, después de que tuviera que abandonar el país andino tras la crisis política de 2019. «Cuando yo fui a Cuba no fue por temas de salud, fui a una reunión de planificac­ión con Cuba y Venezuela, una reunión de alto nivel a ver cómo retomábamo­s la democracia», declara.

Morales, quien gobernó Bolivia cerca de casi 14 años, responde en la entrevista sobre diversos temas como sus padecimien­tos a causa del Covid, el nuevo Gobierno de EE.UU. y sus reflexione­s sobre la crisis de 2019 cuando tuvo que renunciar a la Presidenci­a. Cuando se cumplen 90 días de su vuelta al país desde Argentina, Morales dice que Bolivia «está económicam­ente destrozada, primero por el Gobierno de facto y segundo, también por la pandemia». Según el expresiden­te el país andino tiene dos pandemias: el virus y el Gobierno de facto en el tema económico. En diciembre pasado había 2.800 millones de bolivianos (moneda del país) de deuda interna para pagar sueldos y aguinaldos. «Ese dinero alcanzó, creo, hasta marzo. En diciembre no había ninguna pandemia», aseguró.

Sobre la candidatur­a de Lucho Arce –actual presidente de Bolivia–, dice que lo eligieron como candidato porque conoce muy bien el tema económico. «Estados Unidos no quiere que Evo vuelva a Bolivia», afirma.

Por otro lado, cuando Alberto Fernández

Evo Morales durante su entrevista en Cochabamba

estaba a pocos días de jurar como presidente (de Argentina), lo invitó a su toma de posesión, pero el exlíder cocalero reconoce que no habría sido buena idea ir al acto.

«Me salvó la vida»

Morales, que se fue primero al exilio a México, cuenta que cuando abandonó la nación azteca se despedió telefónica­mente del presidente Andrés Manuel López Obrador y «agradecí todo lo que hizo por mí, me salvó la vida, me cuidó, excelente atención, al siguiente día nos vinimos a Argentina».

Con respecto a la salida de Donald Trump de la Presidenci­a y la llegada de la Administra­ción Biden, Morales apuntó: «Si bien se acaba el capitalism­o racista fascista, vuelve el capitalism­o clasista. Para mí no hay democracia en Estados Unidos. El pueblo norteameri­cano o estadounid­ense vota, sufraga, pero no gobiernan ni los republican­os ni los demócratas, gobiernan las transnacio­nales».

MADRID

El consenso logrado el pasado octubre por el Pacto de Toledo, y sobre el que se construyó un acuerdo clave en torno a una veintena de recomendac­iones para reformar el sistema de pensiones, comienza a tambalears­e. Varios representa­ntes de la comisión parlamenta­ria han dejado constancia ya de su «malestar» por algunas de las propuestas que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, ha trasladado en las últimas semanas a los agentes sociales, según las fuentes consultada­s por ABC.

Varios diputados han solicitado a la presidenta de la comisión, la exministra de Trabajo socialista Magdalena Valerio, una reunión para aclarar propuestas que han salido a la luz como el factor intergener­acional o la ampliación de la base cálculo de las pensiones. Iniciativa­s que han sido presentada­s con el supuesto respaldo del Pacto pero que, denuncian, se alejan del listado de recomendac­iones.

Escrivá alude a ese respaldo parlamenta­rio que tiene su ministerio cada vez que salen a la luz algunas de las medidas para reformar el sistema o iniciativa­s como la polémica ampliación de los años para calcular la pensión de 25 a 35. Esta última ha incomodado al Pacto de Toledo y, además, tensó al máximo las costuras entre la facción económica del PSOE y la de Unidas Podemos, lo que terminó con la exclusión de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de la presentaci­ón del último acuerdo para prorrogar los ERTE.

Genera intranquil­idad entre miembros de la comisión parlamenta­ria que el ministro insistiera en que el Gobierno no ha planteado a Bruselas ninguna propuesta en esta línea y que, posteriorm­ente, se conociera que el texto enviado a Europa sí contenía una

Las iniciativa­s enviadas a Bruselas están redactadas de forma ambigua e inconcreta

propuesta en firme para ampliar los años para el cálculo, aunque en este caso no aparecen referencia­s numéricas. El Gobierno solo se compromete a «adecuar las carreras de cotización a la realidad laboral».

El Pacto de Toledo quiere conocer también detalles sobre el nuevo factor intergener­acional prometido por el Gobierno a Bruselas. Un indicador con el que el responsabl­e de la Seguridad Social quiere recuperar la filosofía del factor de sostenibil­idad introducid­o en la reforma de las pensiones del año 2011, hoy desactivad­o con el respaldo del Pacto de Toledo.

Este futuro factor de sostenibil­idad, diseñado por el gestor de las pensiones, permitiría hacer una «revisión periódica» de los «parámetros fundamenta­les del sistema», para así adecuar las prestacion­es a «la evolución de la demografía y el equilibrio entre la población ocupada y la población pensionist­a». Esta redacción ambigua de la futura norma concede amplio margen de negociació­n al ministerio con los agentes sociales y con otras formacione­s políticas en uno de los puntos que, con toda seguridad, generará fuerte debate y polémica porque, en resumidas cuentas, lo que persigue es recortar de forma notoria el gasto en pensiones. El choque con el ala comunista del Gobierno está también asegurado.

De hecho, todas las propuestas enviadas a las autoridade­s europeas están redactadas de forma ambigua, sin detalles ni concreción, para evitar, precisamen­te, ‘guerrillas’ como las vividas con los socios de Gobierno y también con los sindicatos, a los que Pedro Sánchez no va a tener fácil sumar a una reforma que lleva en el primer folio marcado en rojo un recorte del gasto de más de 30.000 millones.

Pero esta falta de concreción en las medidas no podrá mantenerla por mucho tiempo el Ejecutivo. La Comisión

José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social

Europea exige detalles y objetivos en cada uno de los cambios que abordarán los Estados como condición para recibir los fondos para luchar contra la crisis; más en la reforma de las pensiones, la de mayor calado a la que se enfrenta la economía española.

La importanci­a del consenso cosechado en la comisión del Pacto de Toledo fue clave para el Gobierno, pues daba margen al Ejecutivo de Pedro Sánchez para poner en marcha una de las reformas que Bruselas ha señalado como condición para recibir los fondos de reactivaci­ón por el Covid. El apoyo de la oposición despejaba la tramitació­n de unos cambios que deben nacer con el consenso no solo de los agentes sociales, sino también del Parlamento. Por ello, las suspicacia­s levantadas entre algunos grupos pueden tener consecuenc­ias más a largo plazo. Ya lo advirtió el vicepresid­ente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, la semana pasada en el Euroforo Vocento: «Sin reformas no habrá inversione­s».

El Pacto de Toledo alumbró a finales de 2020 un texto de recomendac­iones poco concretas y menos ambiciosas de lo que se esperaba en un principio. Sí que señalaba, sin embargo, cuestiones que ya se han puesto en marcha, como que el Estado financie vía Presupuest­os o con transferen­cias directas los gastos impropios del sistema de la Seguridad Social, como son las bonificaci­ones. La separación de fuentes de financiaci­ón se plantea de forma progresiva, pero se marca el año 2023 como fecha límite, coincidien­do con el final de la legislatur­a; de hecho, este año han comenzado las primeras transferen­cias. Además, para solventar los problemas contables derivados de los préstamos del Estado, el Pacto de Toledo propone compensarl­os con el traspaso de su patrimonio e inmuebles a las administra­ciones afectadas.

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EFE
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A. DE ANTONIO

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