El Madrid afina el instrumento
▶Pleno dominio y buen juego en la victoria blanca contra un dócil Valencia. Los de Zidane mejoran su juego; Carvajal volvió a lesionarse
Hay algo misterioso, como una melatonina del fútbol, que regula el funcionamiento de los equipos. Sus ciclos, sus ritmos circadianos. Tienen subidas y bajadas, oscilaciones en su rendimiento. Como diría Pla que decía Montaigne: el fútbol es ondulante. Después de estar muy bien, el Madrid se puso muy mal, y ahora empieza a mejorar otra vez. Con Carvajal y Kroos volvió el 4-3-3 y una solidez de la que el equipo pareció querer disfrutar. Salió atento y junto, elemento importante en el zidanismo ese ‘estar juntitos’.
El Madrid, por tanto, perseveró en el recuperado ‘unocerismo’, lo mejor del curso pasado, y le añadió algunas cosas más ante un Valencia decepcionante, incompareciente, que durante la primera parte no provocó ninguna intervención de Courtois. Ningún movimiento en el portero, ni siquiera ocular. Ni chutaron, ni se acercaron.
Los primeros diez minutos del partido fueron de carburación. Casemiro apuntalaba la defensa y se emitían centros lastimosos, tristes incluso desde el lateral derecho de Carvajal. Centros penosos, perezosos. A todo se le llama centro, pero no es lo mismo un centro desde la línea de fondo que desde la línea del mediocampo.
Ese pequeño titubeo con el sopor lo
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REAL MADRID
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VALENCIA resolvió Benzema con una acción casi juvenil. La recogió de Kroos en una semicontra en el lugar de Vinicius, que le hizo sitio (completamente subordinado ya). Era el inicio de la diagonal que tan bien trazaba de joven en el Lyon: controló, fijó la diana telescópica en el poste y marcó con un tiro de elegante curva rasa.
El 1-0 llegaba por la zona más densamente poblada del Madrid. Allí parte o quiere partir Vinicius, allí llega Benzema y hacia allí mira Kroos, que movió al Madrid como una cuna.
Hubo unos minutos en los que el partido, como un avión antes de partir, pareció querer esperar al Valencia, una cortesía que el equipo naranja declinó.
Resumen de sus virtudes
Así que el Madrid siguió con la pelota, desde la metrópoli de la banda izquierda hasta el más allá de su derecha, donde Carvajal recibió un pase y se detuvo tras controlarlo con el muslo. Paró en seco y dejó el campo con nuevos problemas musculares. Entró Lucas y como aquel microondas que jugaba en los Detroit Pistons (Vinnie Johnson), fue entrar y comenzar a mandar pases y pases desde su banda.
La posesión del Madrid, indiscutida, empezó a añadir velocidad, se fue acelerando. Al ‘unocerismo’ se le aña
día un juego fluido, bien dirigido, variado, casi casi divertido. El Madrid, escarmentado, evitaba estorbarse en el centro, evitaba la parálisis del área, el ascensor atestado de la media luna, y flotaba de banda a banda intentando picar con tiros de media distancia. Un secreto de la elocuencia es saber acabar las frases y estos chuts son una alternativa a los finales de jugada balbuceante. El recurso al balón parado de los últimos tiempos daba paso al chut maduro: probó Benzema, probó Casemiro, lo intentó Modric y chutó Kroos, que marcó así el 2-0 en el 42, una jugada que resumía al Madrid: defensa de marca ajustada, larga combinación coral a buen ritmo, pase de Lucas y trallazo de Kroos como medio llegador. El gol cerraba la primera parte como un epítome.
El Valencia puso en el tapete lo que tenía al volver, Musah y Gameiro, y empezó a atacar por fin. En el minuto 52 chutó Maxi y paró Courtois. Ya no habría más. La noble intención de ir a por el rival dejó unos espacios que comenzó a aprovechar Vinicius en los contragolpes. Supo cuándo aparecer el brasileño: tímido pero correcto en la primera parte; correoso y libre en la segunda, casi jovial otra vez. Le dio un gol a Mendy en el 63 que el VAR anuló por un pie. Al tono general del Madrid se sumó también Asensio con alguna buena acción.
Pasar del 3-0 al 2-0 pudo dar alguna esperanza al Valencia, aunque fuera por puro reflejo psicológico, pero el partido no se puso en discusión. Los cambios fueron una larga maniobra de distracción de media hora. Entraron jóvenes como Kang-In Lee o Arribas, el poeta romántico Isco y los nuevos fichajes del Valencia, con los que el partido se acercó un poco más a la idea que recordamos de una terminal de aeropuerto internacional. Ruido de ‘trolleys’. El desarraigo errante, cosmopolita y de coste cero que ha traído Peter Lim y su fútbol globalista.
Con los cambios, el partido se apagó como una fiesta de la que se van yendo poco a poco los presentes. Queda uno, que paga o recoge, según sea dentro o fuera.
Defensa, medios y delanteros estuvieron entonados en el Real Madrid
Gran partido de Casemiro, Modric y Kroos, y mucha fluidez en la circulación
zona de descenso, tiene su espejo en el banquillo, en el que José Bordalás protagonizó este domingo una secuencia hasta ahora inédita en el fútbol español. Expulsado hace una semana tras un encontronazo con Julen Lopetegui, el asturiano González Fuertes volvió a mostrarle ayer el camino de los vestuarios antes de que acabara el partido ante la Real Sociedad, que se llevó los puntos con un gol de Isak en el primer tiempo. Dos rojas en ocho días a un entrenador, algo nunca visto en la Liga.
De fuerte personalidad, Bordalás, que volvía tras cumplir sanción el pasado martes ante el Madrid, mantiene activas pequeñas guerras con colegas como Marcelino, según se comprobó en San Mamés, donde ni se saludaron. Acusado por algunos rivales de exprimir al límite los recursos del otro fútbol, el técnico y sus jugadores se han visto en el ojo del huracán en las últimas temporadas y el alicantino lleva tiempo quejándose públicamente del trato injusto que, según cree, reciben. Ayer insistió hablando en primera persona. «Alrededor de mí hay una falta de respeto tremenda. Lo único que pido es respeto de todos, jugadores, árbitros, de todos. Es un sinsentido. Sólo pido respeto», dijo en Movistar minutos después de ser expulsado.
Encontronazo con un rival
Tarjeta roja que recibió ya en el tiempo de prolongación «por abandonar el área técnica, entrando en el terreno de juego, para encararse a un jugador del equipo adversario», según el acta. Una acción fruto de la impotencia que Bordalás remató con un encontronazo con el donostiarra Carlos Fernández. «No tengo nada que decir, no voy a hablar de ese tema, no voy a comentar nada. Es una jugada muy natural que se da cada día. En esa acción el objetivo que tenía era parar el balón para sacar rápidamente. Lo demás lo habéis visto», explicó después de que su equipo encadenara su cuarta jornada sin marcar. Lo más preocupante para los madrileños, un equipo que además del gol ha perdido su portentoso derroche físico, es que no son capaces ni de probar a un portero rival desde la visita a Mendizorroza. Un Getafe desconocido.