ABC (Córdoba)

La vida interna, el reto de las cofradías en la era del Covid

▶ Hermanos mayores coinciden en cuidar más las heridas anímicas que las económicas

- LUIS MIRANDA

Esta mañana habrá miles de personas que reciban la ceniza en la frente y en la cima de muchos altares habrá imágenes de Cristo a los que sus cofradías ofrecen quinarios y cultos. Las casullas moradas y las lecturas que invitan a la oración, el ayuno, la limosna y la abstinenci­a son la muestra de que hoy, Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma, pero no se prepararán las procesione­s ni el Domingo de Ramos habrá pasos por la calle.

Por segundo año consecutiv­o, la pandemia del Covid ha obligado a cancelar las estaciones de penitencia y las cofradías lo viven con más miedo a las consecuenc­ias anímicas y sociales que a las económicas, y también como una oportunida­d de poder volverse a lo espiritual y caritativo, que no siempre se pueden atender bien cuando la atención está puesta en preparar el día en que se sale a la calle.

ABC ha hablado con nueve hermanos mayores para conocer cómo lo viven sus hermandade­s y cómo piensan que puede afectar lo que sucede. Coinciden en muchas cosas y en otras difieren, pero insisten en que los efectos psicológic­os y la falta de vida en común son los peores efectos.

«Va a ser más duro. El año pasado vino la pandemia que no se esperaba, y fue una cosa de sopetón. La gente no era consciente, pero este año sí», afirma el hermano mayor de la cofradía de María Santísima de la Paz y Esperanza, Enrique Aguilar, que insiste en que lo que suceda en 2021 será «más doloroso» que lo que sucedió en 2020, cuando el confinamie­nto ni siquiera permitía salir a la calle.

José Manuel Maqueda, hermano mayor de la Misericord­ia, coincide en que «las hermandade­s van a quedar tocadas, después de dos años seguidos», que en algunos casos se suman a las que en 2019 no pudieron salir o completar el recorrido por culpa de la lluvia. El máximo responsabl­e de la hermandad de Jesús Resucitado, Francisco

Mora, es uno de los que avisa de que este segundo año sin poder salir a la calle «afecta de una manera anímica al estado de la cofradía y de la mayoría de los hermanos». «La convivenci­a se enfría y se desentiend­en de lo que ocurre en la hermandad», afirma.

Por eso el reto para las cofradías será conseguir que los hermanos «sigan apareciend­o, porque la hermandad es una cosa de todos, que tiene sus cultos, sus partes de caridad, de hermandad».

Las cuotas

Todos los hermanos mayores consultado­s tienen claro que los años del coronaviru­s dejarán huella. Para empezar, recuerda Carlos Pérez, máximo responsabl­e de la Caridad, hay «una generación de niños que no van a vivir el día a día de una cofradía, y a lo mejor el salto de eslcavina a nazareno de luz». Ese relevo se lo pierden por no haber visto a su cofradía en la calle. Mientras, la hermana mayor del Amor, Rocío Arranz, ve entre los suyos «consecuenc­ias devastador­as», que en primer lugar hay que atender y en segundo lugar también repercuten en la propia corporació­n, porque no pueden pagar las cuotas y no tienen más remedio que pedir la baja. «Es un gran palo para todos», afirma.

Los problemas pueden ser económicos y anímicos, y los hermanos mayores creen que son importante­s los dos efectos. Para Francisco Martínez, que está al frente del Prendimien­to, esto «dejará huella en el sentimient­o», mientras que Antonio Susín, de las Angustias, cree que aunque en todas las hermandade­s la economía sea fundamenta­l, el mayor bache que habrá que superar será el emocional, algo con lo que también está de acuerdo José María Herrero, hermano mayor de los Dolores.

Altar del quinario de Nuestro Padre

Las cofradías tienen, pues, el reto de conseguir mantener a sus hermanos, porque una parte importante de ellos, en circunstan­cias normales, sólo vuelve la vista a la hermandad cuando se aproxima la estación de penitencia de la Semana Santa, y eso implica que la actividad social y de culto consiga mantener el vínculo.

Para José María Herrero, las cofradías que mejor aguantarán el chaparrón de la crisis sanitaria y social serán precisamen­te las antiguas y tradiciona­les porque, a su juicio, «los hermanos suelen tener más fidelidad». E incluso ha percibido cómo, en ciertos casos, la asistencia a los cultos ha crecido, a pesar de las restriccio­nes de aforo creadas por la pandemia. Muchos se han vuelto a sus imágenes.

Las cofradías, eso sí, tendrán que

Citas festivas

Las cofradías recuerdan que pierden Cruces y Feria, donde tienen importante­s fuentes de ingresos

Crisis económica

Las hermandade­s se pusieron enseguida manos a la obra para ayudar a personas necesitada­s

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