El Internado regresa catorce años después de su estreno
Ni Albert Salazar ni Asia Ortega, protagonistas de la serie ‘El Internado: Las Cumbres’ que Amazon estrena hoy, vieron la original que Antena 3 estrenó en 2007. Tienen 25 años y es su primer gran proyecto de ficción. La anterior fue el punto de partida para estrellas como Blanca Suárez, Ana de Armas, Yon González… «Mis padres no me dejaban verla porque terminaba muy tarde. Me moría de envidia cuando llegaba al cole porque todos estaban hablando de ella y no me enteraba de nada», recuerda Salazar. Ortega sólo podía verla cuando dormía en casa de alguna amiga. Interpretan a los díscolos alumnos que empiezan a investigar qué demonios ocurre en su colegio, ahora ubicado en el norte de España y cuya férrea directora es interpretada por Natalia Dicenta (58), hija de Lola Herrera y Daniel Dicenta.
«No es una continuación ni un reinicio, sino una nueva producción. Historias, guiones e intérpretes nuevos. La similitud es que se desarrolla en un internado», aclara amablemente la también cantante. Para los espectadores más jóvenes, Dicenta será «una cara nueva», pues llevaba años sin un papel recurrente en televisión: «Voy a trabajar adonde me llaman. Durante muchos años, casi desde el principio de mi carrera, me llamaban del teatro. Ahora llega este personaje y reapareces». Fue el veterano director de casting Luis San Narciso quien pensó en ella y dos «charlas» bastaron para su elección. Detrás de las cámaras sí repiten la guionista Laura Belloso y el director Jesús Rodrigo.
España. 1986. Comedia, posguerra. 103 m. Dir: Fernando Trueba. Con Jorge Sanz, Maribel Verdú, Verónica Forqué. Manuel Alexandre.
22.00 La 2
Es mucho más que un apunte de Trueba para la posterior ‘Belle Époque’, aunque también trata de ese despertar a toque de corneta a la sexualidad de su protagonista, que en ambas historias tiene el cuajo y chispa de Jorge Sanz. El director, con el toque Azcona en el guion, retrata con ternura y rijo los amores adolescentes de la pareja protagonista, y también los ambientes ásperos y rancios de la posguerra. Sanz y Maribel Verdú están frescos y entre algodones, pero los secundarios maravillosos, puros arquetipos, están sublimes.