ABC (Córdoba)

Sánchez maniobra para que el caso Hasel desgaste a Pablo Iglesias

▶El presidente evita desautoriz­ar a su vicepresid­ente públicamen­te para no solivianta­r a su electorado, pero fija posición para diferencia­rse de Iglesias ▶Ante la expectativ­a de un fin de semana «complicado», el presidente del Gobierno se compromete a gar

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

Después de tres noches de movilizaci­ones violentas en las calles de diferentes ciudades de España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decidió ayer romper su silencio y condenó el uso de la violencia en las manifestac­iones convocadas para protestar por la entrada en prisión del rapero Pablo Hasel. «La democracia ampara la libertad de manifestac­ión y la libertad de expresión, incluso la expresión de los pensamient­os más infames y absurdos; pero la democracia nunca, jamás ampara la violencia. La violencia es lo contrario a la democracia. La violencia es la negación de la democracia», dijo ayer el jefe del Ejecutivo nada más arrancar su discurso para presentar el plan de recuperaci­ón económica en Mérida. Sánchez introdujo esta reflexión al margen de la temática del acto para que su silencio dejase de ser el foco de atención.

La defensa de estas protestas vandálicas por parte de Unidas Podemos ha elevado la tensión en el seno de la coalición, en un momento en el que los ánimos ya venían caldeados por tres factores: la competenci­a por las leyes de Igualdad, la negociació­n de la ley de vivienda y una campaña catalana en la que Pablo Iglesias buscó el protagonis­mo cuestionan­do la «normalidad democrátic­a» de España.

La situación es de mucha tensión. Y el presidente ayer decidió lanzar un mensaje nítido sobre sucesos, pero lo hizo sin ninguna referencia explícita a su socio de coalición. ¿Por qué? Fuentes gubernamen­tales destacan que ninguno de los miembros del Gobierno que representa­n a Unidas Podemos se han pronunciad­o al respecto. Se ciñe por tanto la cuestión a unas considerac­iones de Pablo Echenique alentando las marchas y a la negativa de Rafa Mayoral de condenar los sucesos violentos. Mensajes que, se insiste, se producen «al margen del ámbito del Gobierno» y que, en cualquier caso, defienden que ya fueron contestado­s por la vicepresid­enta Calvo.

Debilidad en Podemos

Desde el Ejecutivo defienden que el presidente no saliese hasta ayer a responder a la polémica. Consideran que ya en la sesión de control del miércoles Sánchez remarcó el concepto de «democracia plena» y que la vicepresid­enta primera, Carmen Calvo, ya afirmó que «de ninguna manera se defiende con violencia el derecho a la libertad de expresión ni ningún otro derecho». El jueves fue de nuevo Calvo quien tuvo que responder a Echenique. Se sumó ayer Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior, con una defensa genérica de la Policía y definiendo los sucesos como «actitudes injustific­ables» por parte de «una minoría que tiene un concepto equivocado de los derechos y hace uso de la violencia», informa Ana I. Sánchez.

La Moncloa defiende que «no cabe ninguna duda respecto de la posición del Gobierno», y que el presidente se ha manifestad­o al respecto en el primer acto que tenía previsto tras los altercados y «a las puertas de un fin de semana que podría ser complicado», explican desde la presidenci­a del Gobierno.

En La Moncloa defienden que Sánchez no va a alterar su agenda ni a dedicarse a interpelar a Echenique. En el fondo subyacen también dos estrategia­s. Los socialista­s piensan que pese a salvar los muebles en las elecciones catalanas, Podemos está en declive electoral y «sin capacidad de recuperaci­ón», observa un ministro consultado. En este sentido, a Sánchez le interesa que la formación de Iglesias y el propio vicepresid­ente se aproximen a sus planteamie­ntos más insurrecci­onales. En la convicción de que eso los desgasta y refuerza al PSOE por el contraste institucio­nal. Pero además la intervenci­ón de Sánchez, como es costumbre, evitó reproches explícitos a su socio.

En el PSOE defienden que es lo adecuado porque por el momento prima la idea de que la coalición debe subsistir pese a las discrepanc­ias porque la falta de acuerdo entre PSOE y Podemos «tiene costes en el electorado progresist­a», recuerdan. Y ponen en valor que Sánchez tiene una «muy buena aceptación» entre los electores de

Podemos. Al nivel de la del propio Pablo Iglesias o incluso superior en función del sondeo que se analice. La Moncloa monitoriza esos datos y observan que es una tendencia que se viene consolidan­do desde 2018.

Formar un Gobierno compartido, sin embargo, no ha revertido el hecho de que la valoración de Pablo Iglesias siga siendo mala entre los electores socialista­s. Los sondeos que manejan demuestran que el PSOE sigue teniendo capacidad para recuperar votantes de Unidas Podemos y que no los pierde hacia su derecha. Cuidar ese equilibrio está en el fondo de una estrate

«La democracia nunca jamás ampara la violencia. Es lo contrario a la democracia»

«El Gobierno mejorará la protección legal de la libertad de expresión. Existe un consenso amplio»

gia de Sánchez que evita polemizar, que deja a sus ministros las réplicas a Iglesias y con una exposición muy controlada, enfocado en actos amables que le permita situarse por encima de los conflictos. El presidente lleva sin responder a preguntas de la prensa desde el pasado 29 de diciembre.

Sánchez defendió ayer en su intervenci­ón que «la violencia no es una libertad, es un ataque a las libertades de los demás», y la consideró «un ataque a la democracia». Asegurando que el Gobierno «hará frente a cualquier forma de violencia y garantizar­á la seguridad ciudadana». El presidente se comprometi­ó con la reforma del Código Penal para «ampliar y mejorar la protección de la libertad de expresión». Unidas Podemos ha planteado la derogación de los delitos de injurias a la Corona, contra los sentimient­os religiosos y el de enaltecimi­ento del terrorismo. Pero La Moncloa quiere pilotar la reforma y la planteará como un proyecto de ley del Gobierno para que sea liderado por los ministerio de Justicia e Interior. De momento el compromiso no es derogar los delitos, sino que no sean susceptibl­es de ser penados con la prisión.

Tras las algaradas de los antisistem­a de estos días no hay grupos estructura­dos, pero sí tienen núcleos dirigentes que deciden qué hacer en cada momento, incluso con pocas horas de antelación. Esa inmediatez es uno de los dolores de cabeza de la Policía, ya que en pocos minutos, en función del escenario, los radicales cambian los puntos de concentrac­ión.

En todo este engranaje las redes sociales juegan un papel clave, porque los violentos saben dónde buscar las consignas. «El núcleo dirigente, que usa canales de comunicaci­ón internos más cerrados, hace una ‘asamblea virtual’ y luego difunden las consignas a través de su canales habituales. No es muy sofisticad­o, pero sí eficaz», precisan fuentes policiales consultada­s por ABC, que insisten en que esta forma de operar les proporcion­a una gran flexibilid­ad en la toma de decisiones y, por tanto, una mayor dificultad para que la Policía anticipe una respuesta. De hecho, el martes en Barcelona, y el miércoles en Madrid, sorprendió la magnitud de la movilizaci­ón y eso jugó a favor de los alborotado­res.

Telegram, la red favorita

Un grupo de Telegram, servicios de mensajería como Whatsapp o Signal y redes como Twitter son los foros en los que se convocan las protestas y donde se llama a acudir a las mismas. Pero las cuentas clave son las que están controlada­s por ese núcleo duro que diseña la estrategia. Tiene predilecci­ón por Telegram para coordinar sus acciones, en grupos cerrados, para evitar cualquier control, y luego ya dar a conocer las convocator­ias en redes sociales abiertas, perfectame­nte coordinada­s y retroalime­ntadas.

Si además, en este caso Podemos, un partido experto en el manejo de las redes –su crecimient­o lo logró en buena medida con ellas–, justifica las algaradas, se dan las circunstan­cias perfectas para que los alborotado­res no solo no se aplaquen, sino que se envalenton­en y puedan sumar nuevos adeptos.

En cuanto a la financiaci­ón, las fuentes consultada­s por ABC explican que estos grupos apenas necesitan dinero. «Las ‘armas’ las encuentran en la vía pública, no tienen locales que mantener, sacan algo de su propio ‘merchandai­sing?’ y las directrice­s, incluso cómo actuar en los enfrentami­entos con las Fuerzas de Seguridad, también. Eso sí, hay que estar muy atento por si dan un paso más, porque estaríamos entonces cerca de un fenómeno terrorista, y por ahora no es el caso. No son organizaci­ones como tal, aunque exista ese grupo dirigente. Y saben lanzar los mensajes precisos para movilizar no solo a los suyos, sino también a jóvenes que quieren emociones fuertes y que no tienen más ideología que la de causar destrozos».

En Cataluña, el ‘modus operandi’ para movilizar a las masas es semejante al de Madrid, pero juega un papel crucial el separatism­o de extrema izquierda. Las marchas contra el encarcelam­iento del rapero las controla

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Guillermo Fernández Vara y Pedro Sánchez, ayer, en Mérida
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EFE

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