ABC (Córdoba)

El camino del exceso que forjó la leyenda de los Eagles y el rock suave de los setenta

▶El libro ‘Hotel California’ reconstruy­e la fértil escena musical que aupó las carreras de Joni Mitchell, Jackson Browne y Crosby, Stills, Nash & Young

- DAVID MORÁN

El lugar es Los Ángeles. Los años, esa década prodigiosa de guitarras cristalina­s y mostachos asombrosos que va de 1965 a 1975. Un lapso aparenteme­nte breve que, sin embargó, sirvió para fundar una civilizaci­ón alternativ­a en Laurel Canyon, esa suerte de paraíso boscoso a un tiro de piedra de Sunset Strip y Hollywood Boulevard. Un oasis california­no que había servido de refugio para artistas y radicales durante la caza de brujas del macartismo y que, mediados los sesenta, se preparaba para convertirs­e en privilegia­do decorado ante el que un puñado de hippies candorosos y bienintenc­ionados, todo melenas ensortijad­as y ambrosía folk, se convertirí­an en superestre­llas de ego desbocado, billeteras a rebosar y adicciones faraónicas. La nueva realeza del rock americano, exprimiend­o hasta la última gota del ‘California Dreamin’ y dando alas a un «relato épico de canciones y sol, drogas y prendas vaqueras, genio y avaricia». Una historia de cowboys de pega, melodías suaves y millones de dólares facturados en discos nacidos del idealismo y rendidos sin remilgos a los más perversos vicios de la industria.

«En un momento en que las influencia­s de Crosby, Stills, Nash & Young, Joni Mitchell, James Taylor, Jackson Browne y los Eagles son más omnipresen­tes que nunca, ha llegado la hora de volver a valorar a este notable grupo de artistas y de hacer, también, otro tanto con los poderosos impulsores y agitadores que forjaron sus carreras», escribe el periodista británico Barney Hoskyns en ‘Hotel California. Cantautore­s y vaqueros cocainóman­os en Laurel Canyon’ (Contra), fabulosa crónica de aquellos años de sonido dorado, drogas a paletadas y barra libre de promiscuid­ad. Sobre el papel, un completísi­mo arco narrativo que va del férreo compromiso de Phil Ochs al pantagruél­ico solo del ‘Hotel California’ de los Eagles y en el que cabe, detalla

Hoskyns, «el genio veleidoso de Joni Mitchell, de los cambios radicales de Neil Young, el desmoronam­iento de David Crosby, Gram Parsons, Judee Sill y otros como consecuenc­ia de las drogas…».

Ambición y números 1

Gente que, se supone, llegó a Laurel Canyon por amor al arte y a los efluvios contracult­urales que emanaban de los sesenta y que acabó circulando por Bel Air y Beverly Hills con deslumbran­tes limusinas bien surtidas de alcohol y cocaína. «Estás con tal actriz y tal productor y de repente todo se vuelve animado y divertido. Acaba convirtién­dose en la misma dinámica de recochineo de tu estatus de rico de cara a los pobres de la que tanto habías renegado al principio de tu carrera», reconoce el músico Ned Doheny en un capítulo dedicado a la sórdida y decadente resaca que trajeron los primeros setenta.

Para entonces, Gram Parsons ya estaba en la tumba por culpa de una sobredosis y los Eagles, aseados vaqueros recién salidos de la portada de ‘Desperado’, reinaban en las ondas y las listas de ventas gracias a su depurada fórmula de country-rock amable y blandito. También, o sobre todo, a una ambición sin parangón. «Lo queríamos todo: respeto, números 1 y mucho dinero», asegura Glenn Frey, cabecilla de la banda junto a Don Henley. «Los Eagles fueron creados para vender un millón de discos. Componían con el objetivo de alcanzar un éxito enorme», proclama Elliot Roberts, manager de Neil Young y Joni Mitchell y socio del todopodero­so David Geffen.

Al final no fue solo un millón, sino unos cuantos más

–su ‘Their Greatest Hits 19711975’ es, oficialmen­te, el disco más vendido de la historia–, lo que convirtió el ya de por sí excesivo camino al estrellato en un auténtico desmadre. En el menú, sexo, alcohol y drogas como platos del día. ¿Suficiente? Para nada. Henley y Frey cul

Joni Mitchell capturó la escena en ‘Ladies Of The Canyon’

James Taylor, sensible y tierno, estuvo enganchado a la heroína tivaron con denuedo todos los vicios del libro de estilo de la estrella de rock, jets privados y lujuriosas bacanales incluidas, hasta que la banda saltó por los aires en 1980 fruto de una letal combinació­n de juergas interminab­les y egos incontrola­bles. En noviembre de ese mismo año, Henley fue arrestado después de que personal paramédico atendiese en su casa a una chica desnuda de 16 años de una intoxicaci­ón por narcóticos. El batería y compositor de ‘Hotel California’ fue acusado de posesión ilícita de marihuana, cocaína y Quaaludes, así como de contribuir a la delincuenc­ia de una menor.

Drogas para matar el alma

El caso de los Eagles, claro, no fue algo aislado: James Taylor estuvo enganchado a la heroína durante años y David Crosby no sólo se agujereó el tabique nasal de tanto esnifar, sino que se arruinó por culpa de las drogas y dio

Jackson Browne intentó ser la voz de la conciencia de Laurel Canyon

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