COMUNICACIÓN PANDÉMICA
El complicado reparto de roles en el Gobierno andaluz propicia la coincidencia en escena de varios actores cuyos mensajes parecen contradictorios
Estamos de acuerdo, la gestión de la pandemia es de máxima complejidad; pero precisamente por eso la comunicación debería tener un especial tratamiento por cuanto influye tanto en los comportamientos sociales. Apelo por tanto a la responsabilidad que tenemos los informadores como a la de las autoridades cuando trasladan información sensible sobre restricciones, desescaladas, limitaciones y otras cuestiones «perimetrales» por reunir palabras del universo semántico que condiciona nuestras vidas desde la aparición hace un año del siniestro virus de Wuhan.
Las últimas dos semana no han sido las más fluidas para la comunicación institucional sobre la pandemia. A veces, el complicado reparto de roles en el Gobierno andaluz propicia la coincidencia de varios actores cuyos mensajes parecen contradictorios. Así, el presidente Moreno, el vicepresidente Marín, o los consejeros Bendodo y Aguirre, aparecen en escena al mismo tiempo generando más ruido que certidumbre. A veces, alguno de esos actores puede decir una cosa y relativizarla en cuestión de horas. El propio presidente dijo a mitad de la semana que las restricciones se mantendrán incluso en verano para anunciar el viernes que habrá una rebaja de las mismas antes de final de mes.
Utilizar en un mismo discurso que han muerto más de 700 andaluces en los últimos seis días, que hay incertidumbre por la cada vez mayor presencia de la cepa británica y riesgo de una cuarta ola, que la tasa de incidencia sigue bajando y que se pueden relajar las medidas en vigor antes del puente del Día de Andalucía somete a los ciudadanos a una montaña rusa emocional que, dado el hartazgo pandémico y aunque todas sean máximas verdaderas o recomendables, puede tener efectos secundarios adversos a corto plazo y con la primavera en puertas.
Tampoco trasmite confianza modificar sin más explicación el día de las reuniones de los comités de alerta o de la entrada en vigor de sus decisiones. Y mucho menos, y esto es lo más preocupante, que tras mantener que estas cuestiones se han dejado en manos de los expertos, se evidencie una semana sí y la otra también que están tomadas de antemano, que son decisiones políticas y que a quienes las toman les gusta demostrar que tienen un sus manos asuntos tan trascendentales como la libertad individual y colectiva.