Las cuentas estratégicas
La creación de una partida de 28 millones para impulsar el «hub» militar no es una necesidad imaginaria del PP
SI la experiencia municipal enseña algo, es que los continuos cambios de guion, de amenazar sin dar, acaban penalizando. Bien lo pueden contar los miembros del grupo municipal de Ganemos que, en el pasado mandato, se hartaron de amenazar con que esta era la última vez. De aquella experiencia ya no queda nada, precisamente, por la falta de músculo acreditado. Su paso por el Pleno nunca dejó evidencias físicas, tangibles, en la gestión municipal.
Vox corre el mismo riesgo. Consiguió unos muy buenos resultados que le abrieron un hueco en el Pleno similar al que tuvo Ciudadanos en su primera comparecencia electoral. Votos que puede ampliar, mantener o incluso perder si no garantiza que es útil. Si algo han demostrado los partidos políticos de nuevo cuño es que, como suben, bajan.
El partido de Abascal lleva semanas intentando buscar el mejor relato posible para desvincularse de los gobiernos de PP y Ciudadanos a raíz del asunto murciano. En la Junta y también en Córdoba. Ante el Gobierno andaluz puede apelar al pin parental o a la RTVA. Su papel municipal es más complicado. De su anuencia dependen unas cuentas estratégicas, probablemente las últimas del mandato.
Con esas dos abstenciones, el alcalde Bellido se garantiza recursos de sobra para acabar sus cuatro años de regidor sin tener que volver a someterse al test de estrés de otra negociación presupuestaria. Un dato: las elecciones municipales no se pueden adelantar por ley.
Sesión del Pleno municipal
Mal campo de juego ha elegido Vox. La necesidad de contar con una partida de 28 millones para apoyar la Base Militar a fondo perdido es real. La ausencia de cuentas nuevas generaría la imposibilidad de abordar endeudamiento suficiente para financiar el dineral que hay que poner encima de la mesa de Defensa. La Base exige, recuerden, pagar un canon. Existen otros caminos al presupuesto pero son tremendante tortuosos para la economía municipal como apelar a recursos propios o derivar los remanentes del año próximo en su integridad impidiendo un nuevo plan de ayudas antiCovid. Dicho de otro modo, la operación del Ejército —por su carácter de Estado, por su impacto económico— tiene que salir sí o sí.
Es posible que la izquierda municipal vea que existe una ventana de oportunidad de colocar una cuña entre los partidos de la derecha. Y sea el PSOE, Izquierda Unida y Podemos quienes faciliten el desarrollo de la operación del Ejército de Tierra —recuerden 300 millones de inversión, casi 2.000 empleos—, con toda la simbología de uniformados y banderas, a pesar de los votos de Vox, identitariamente patriotas. Es lo que decía Harry ‘El Sucio’ Callahan: «Anda, alégrame el día».
Política
Vox elige como asunto de separación un tema sensible para su elector: el Ejército de Tierra