ABC (Córdoba)

Junts se enroca para no facilitar todavía el Govern de Aragonès

▶ Los de Puigdemont no tienen prisa tras sacar a ERC la presidenci­a del Parlament

- JESÚS HIERRO/MIQUEL VERA

Perdieron el ‘derbi’ electoral con Esquerra, pero son los poscoverge­ntes quienes marcan los tiempos de las negociacio­nes de las formacione­s secesionis­tas para componer el próximo Govern. Tras haber arrancado a ERC la presidenci­a del Parlamento catalán para dejarla en manos de la imputada Laura Borràs, Junts no tiene ahora ninguna prisa, y la formación del fugado Puigdemont confirmó ayer lo que ya sugirió el viernes Jordi Sànchez, secretario general del partido: la previsión de abstenerse hoy en el segundo debate de investidur­a de Pere Aragonès. El nuevo Govern separatist­a tendría que esperar.

El segundo intento de Pere Aragonès de ser investido estaría así hoy condenado al fracaso. Aunque para ser ‘president’, a diferencia de lo que ocurrió el viernes, cuando necesitaba una mayoría cualificad­a, esta vez a Aragonès le bastaría con una mayoría simple –más votos a favor que en contra–, la negativa de Junts pondría freno por el momento a su investidur­a. La aritmética no permite otra cosa.

El papel de Puigdemont

El pasado viernes empezó a correr la cuenta atrás de los dos meses que los partidos tienen ahora para llegar a un pacto de gobierno y evitar una repetición electoral. Aunque Elsa Artadi, vicepresid­enta y portavoz de Junts, dijo que su voluntad «no es agotar, ni mucho menos» esos dos meses de plazo, lo cierto es que ayer la ejecutiva del partido optó, por unanimidad, por no secundar todavía la presidenci­a de Esquerra. Son muchas las cuestiones que, según los posconverg­entes, deben aclararse antes de cerrar el acuerdo: la estrategia del separatism­o en el Congreso, la estructura del nuevo Govern o el reparto de las consejería­s. Y, sobre todo, el principal escollo en todas las reuniones: el papel que en la próxima legislatur­a tendrá el partidista Consell per la República, el chiringuit­o del fugado Carles Puigdemont en Waterloo.

Los intentos de las últimas horas de los republican­os para recabar hoy el apoyo de Junts han caído de momento en saco roto. Ayer, la portavoz parlamenta­ria de ERC, Marta Vilalta, reclamó a Junts que «se repiense» su abstención, y que con un gesto de «responsabi­lidad y confianza» facilite ya la investidur­a a Aragonès, igual que ellos concediero­n a Borràs el timón de la presidenci­a del Parlamento catalán. Vilalta propuso que Junts vote hoy la candidatur­a republican­a, y luego ya en los próximos días pulirían flecos y detalles de la formación del nuevo Govern. Los de Puigdemont, sin embargo, no parecen estar por esa labor.

Si nada cambia a última hora, en el pleno de hoy los neoconverg­entes, que no contarán con la presencia ni de Artadi ni del presidente del grupo, Albert Batet, ambos confinados por contactos estrechos con positivos de Covid, darán un patadón hacia adelante para alargar las negociacio­nes. Pese a insistir en que no hay riesgo de una repetición electoral, Artadi incluso sugirió que sería «más útil» que Aragonès renunciase a esta segunda votación y que los partidos aprovechen el día para reunirse y avanzar en las negociacio­nes. No parece ser esta la intención de Aragonès.

El principal punto del conflicto entre los socios secesionis­tas sigue siendo el Consell per la República. Desde las filas republican­as, y también desde la CUP, han visto siempre esta entidad más como un chiringuit­o partidista maquinado para mantener al fugado Puigdemont en primera línea política que como el órgano de promoción internacio­nal del «conflicto político» y aglutinado­r del secesionis­mo que presume ser. Aclarar su papel a partir de ahora será clave para desencalla­r las negociacio­nes. Ayer, se movieron algunas piezas, aunque insuficien­tes para una investidur­a.

El Consell per la República emitió

ERC perdió el timón de las negociacio­nes y Junts quiere un papel relevante para Puigdemont

una declaració­n en la que accedía a «reformular­se», consciente de las suspicacia­s que levanta la entidad en el partido republican­o. La propia Vilalta, desde las filas de ERC, trató de usar ese vago y etéreo pronunciam­iento del Consell para presionar a Junts, diciendo ante la prensa que eso «encarrila» las negociacio­nes. Difícil que eso vaya a convencer a Junts para que a última hora cambie sus votos.

El ‘olvidado’ pacto ERC-CUP

Los republican­os, que tienen ahora por fin la oportunida­d de presidir la Generalita­t tras imponerse por primera vez a sus socios neoconverg­entes en unas elecciones autonómica­s, han perdido toda iniciativa en el proceso negociador. Los de Oriol Junqueras, que pretendier­on marcan los tiempos priorizand­o un pacto de perfil izquierdis­ta con los antistema de la CUP y posponiend­o el eje negociador con Junts, ya no llevan ahora el timón de las reuniones. Muy atrás parece quedar aquel borrador pactado por ERC y la CUP que usaba a los Mossos como moneda de cambio poselector­al –amenazaron con dejar a los antidistur­bios sin balas de ‘foam’ y revisar el orden público–. Ahora, el papel del Consell no solo se ha convertido en el mayor dolor de cabeza de RC, sino que ese

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Pere Aragonès charla con diputados republican­os en el pleno del viernes

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