Junts se enroca para no facilitar todavía el Govern de Aragonès
▶ Los de Puigdemont no tienen prisa tras sacar a ERC la presidencia del Parlament
Perdieron el ‘derbi’ electoral con Esquerra, pero son los poscovergentes quienes marcan los tiempos de las negociaciones de las formaciones secesionistas para componer el próximo Govern. Tras haber arrancado a ERC la presidencia del Parlamento catalán para dejarla en manos de la imputada Laura Borràs, Junts no tiene ahora ninguna prisa, y la formación del fugado Puigdemont confirmó ayer lo que ya sugirió el viernes Jordi Sànchez, secretario general del partido: la previsión de abstenerse hoy en el segundo debate de investidura de Pere Aragonès. El nuevo Govern separatista tendría que esperar.
El segundo intento de Pere Aragonès de ser investido estaría así hoy condenado al fracaso. Aunque para ser ‘president’, a diferencia de lo que ocurrió el viernes, cuando necesitaba una mayoría cualificada, esta vez a Aragonès le bastaría con una mayoría simple –más votos a favor que en contra–, la negativa de Junts pondría freno por el momento a su investidura. La aritmética no permite otra cosa.
El papel de Puigdemont
El pasado viernes empezó a correr la cuenta atrás de los dos meses que los partidos tienen ahora para llegar a un pacto de gobierno y evitar una repetición electoral. Aunque Elsa Artadi, vicepresidenta y portavoz de Junts, dijo que su voluntad «no es agotar, ni mucho menos» esos dos meses de plazo, lo cierto es que ayer la ejecutiva del partido optó, por unanimidad, por no secundar todavía la presidencia de Esquerra. Son muchas las cuestiones que, según los posconvergentes, deben aclararse antes de cerrar el acuerdo: la estrategia del separatismo en el Congreso, la estructura del nuevo Govern o el reparto de las consejerías. Y, sobre todo, el principal escollo en todas las reuniones: el papel que en la próxima legislatura tendrá el partidista Consell per la República, el chiringuito del fugado Carles Puigdemont en Waterloo.
Los intentos de las últimas horas de los republicanos para recabar hoy el apoyo de Junts han caído de momento en saco roto. Ayer, la portavoz parlamentaria de ERC, Marta Vilalta, reclamó a Junts que «se repiense» su abstención, y que con un gesto de «responsabilidad y confianza» facilite ya la investidura a Aragonès, igual que ellos concedieron a Borràs el timón de la presidencia del Parlamento catalán. Vilalta propuso que Junts vote hoy la candidatura republicana, y luego ya en los próximos días pulirían flecos y detalles de la formación del nuevo Govern. Los de Puigdemont, sin embargo, no parecen estar por esa labor.
Si nada cambia a última hora, en el pleno de hoy los neoconvergentes, que no contarán con la presencia ni de Artadi ni del presidente del grupo, Albert Batet, ambos confinados por contactos estrechos con positivos de Covid, darán un patadón hacia adelante para alargar las negociaciones. Pese a insistir en que no hay riesgo de una repetición electoral, Artadi incluso sugirió que sería «más útil» que Aragonès renunciase a esta segunda votación y que los partidos aprovechen el día para reunirse y avanzar en las negociaciones. No parece ser esta la intención de Aragonès.
El principal punto del conflicto entre los socios secesionistas sigue siendo el Consell per la República. Desde las filas republicanas, y también desde la CUP, han visto siempre esta entidad más como un chiringuito partidista maquinado para mantener al fugado Puigdemont en primera línea política que como el órgano de promoción internacional del «conflicto político» y aglutinador del secesionismo que presume ser. Aclarar su papel a partir de ahora será clave para desencallar las negociaciones. Ayer, se movieron algunas piezas, aunque insuficientes para una investidura.
El Consell per la República emitió
ERC perdió el timón de las negociaciones y Junts quiere un papel relevante para Puigdemont
una declaración en la que accedía a «reformularse», consciente de las suspicacias que levanta la entidad en el partido republicano. La propia Vilalta, desde las filas de ERC, trató de usar ese vago y etéreo pronunciamiento del Consell para presionar a Junts, diciendo ante la prensa que eso «encarrila» las negociaciones. Difícil que eso vaya a convencer a Junts para que a última hora cambie sus votos.
El ‘olvidado’ pacto ERC-CUP
Los republicanos, que tienen ahora por fin la oportunidad de presidir la Generalitat tras imponerse por primera vez a sus socios neoconvergentes en unas elecciones autonómicas, han perdido toda iniciativa en el proceso negociador. Los de Oriol Junqueras, que pretendieron marcan los tiempos priorizando un pacto de perfil izquierdista con los antistema de la CUP y posponiendo el eje negociador con Junts, ya no llevan ahora el timón de las reuniones. Muy atrás parece quedar aquel borrador pactado por ERC y la CUP que usaba a los Mossos como moneda de cambio poselectoral –amenazaron con dejar a los antidisturbios sin balas de ‘foam’ y revisar el orden público–. Ahora, el papel del Consell no solo se ha convertido en el mayor dolor de cabeza de RC, sino que ese