ABC (Córdoba)

Más de 18.800 niños cruzaron solos e ilegalment­e a EE.UU. en marzo

▶Joe Biden se enfrenta a la peor crisis migratoria en 15 años, aunque niega el efecto llamada por no devolver ‘en caliente’ a los menores

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

El mes de marzo rompió récords de llegada de sin papeles a la frontera de Estados Unidos con México, algo que pone a prueba la política migratoria de Joe Biden en su crisis más grave hasta la fecha. Según reveló ayer el Gobierno federal estadounid­ense, en solo ese mes los agentes de policía fronteriza se encontraro­n a 171.700 inmigrante­s que trataban de entrar o habían entrado en el país de forma ilegal para solicitar asilo, una cifra sólo comparable a la de 2006. La mayoría de esos inmigrante­s han sido o serán devueltos a Mexico. Sin embargo, los menores de edad a los que sus familiares o los traficante­s de personas dejan solos en la frontera se quedan dentro de EE.UU. Solo en marzo fueron aceptados en el país 18.800 de ellos, según esos datos revelados ayer.

La cifra de niños solos en la frontera es un récord histórico, y supone el doble de los que pasaron a custodia del Gobierno federal estadounid­ense en febrero. La decisión del presidente Joe Biden de no devolver en caliente a los menores ha provocado, según sus críticos, un efecto llamada, algo que él niega con vehemencia. Recienteme­nte, y según demostró un dramático vídeo publicado esta semana, los coyotes o traficante­s de personas han llegado a lanzar a niños de poca edad desde lo alto del muro, que tiene unos cuatro metros de altura.

El problema del asilo

A la frontera suelen llegar también grupos de familias. Los más de 99.000 adultos que fueron detenidos conformaba­n en parte 53.500 familias, según los datos del Ejecutivo federal. En febrero eran 129.246. Aunque Biden mantiene que a todos los adultos se les devuelve en caliente, no es así, y hay muchas familias, las que viajan con niños pequeños, que quedan en EE.UU. mientras se tramita su solicitud de asilo. Los adultos reciben un permiso de trabajo a los seis meses de entrar en EE.UU. quedan en un limbo hasta que el juez falle sobre su caso. El problema es el colapso de los juzgados migratorio­s: hay más de un millón de casos de asilo por tramitar.

En estos momentos, la Administra­ción Biden todavía no ha hallado un espacio para albergar a los cientos de niños y adolescent­es que están cruzando ilegalment­e la frontera a diario. Esos niños, primero pasan por centros de

detención cerca de la frontera. Después la Administra­ción los deja bajo la tutela de familiares, si tienen en EE.UU., o en centros o familias de acogida.

Negociacio­nes internacio­nales

De momento, la Casa Blanca ha entablado negociacio­nes directas con Guatemala y México para tratar de reducir el flujo migratorio de raíz, sin éxito. La semana pasada, cuando llegó a México una delegación estadounid­ense, el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, recordó en una de sus ruedas de prensa matutinas que su país «no es colonia» de EE.UU. y que no debe explicacio­nes a nadie. Este obstruccio­nismo es un cambio radical de actitud con respecto a Trump, con quien el presidente mexicano tenía una excelente sintonía.

La Casa Blanca permitió el martes que un reducido equipo de periodista­s visitara uno de esos centros de detención de niños, en la localidad tejana de Donna. Esos periodista­s, de la agencia Ap, distribuye­ron después fotos de la masificaci­ón de las celdas de plástico, en las que los menores duermen sobre esterillas. En ese conjunto de celdas en el que debería haber como mucho 250 personas para poder respetar la distancia de seguridad por la pandemia, había más de 4.000 menores internados. Había en total ocho celdas de plástico, de casi 300 metros cuadrados, con 500 ocupantes en cada una.

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Menores inmigrante­s, hacinados en celdas de plástico en un centro de detención en Texas
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REUTERS

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