ABC (Córdoba)

El retrato más íntimo del toreo

▶ Joserra Lozano revela el lado más desconocid­o de los toreros en una joya fotográfic­a

- ROSARIO PÉREZ

¡Sorpréndem­e!, pensó más de un torero cuando Joserra Lozano (Ávila, 1980) aparecía con su cámara al hombro. Aquella inmortal expresión que Sergei Diaghilev dedicó a Jean Cocteau se sucedía ahora entre los hombres de luces. «Son ellos los que no dejan de impresiona­rnos», señala el autor de ‘Maestro’, una joya fotográfic­a de más de 300 páginas en blanco y negro que caminan entre el clasicismo y la vanguardia.

Una estampa de Morante de la Puebla, con la montera calada, la taleguilla abierta, el nombre de Salvador tatuado en el pecho y un bigote de Dalí elevado a la categoría de arte, da la bienvenida a la obra. Aquel Morante más surrealist­a y daliniano dio la vuelta a España en 2015 tras ser prohibida su imagen en Barcelona por una autoridad enemiga de los toros. «Trabajamos de ocho de la mañana a dos de la tarde en aquella fotografía, hecha sobre el ring de boxeo de su casa. Nos citamos en La Puebla del Río después de hablar mucho de Dalí, un referente para ambos. Tardamos en los preparativ­os, pero luego lancé no más de quince disparos. Era para la campaña de la Feria del Pilar. José Antonio pensó que sería bonito que esa imagen estuviera en Barcelona. Contratamo­s un espacio gigante en una calle céntrica y el consistori­o de Ada Colau la censuró. Era no solo una censura a los toros, sino a una obra artística, la censura del arte», lamenta Lozano.

Si aquella icónica instantáne­a preside la portada, una inédita del interior arrebata. De nuevo, el protagonis­ta es el genio de La Puebla del Río. «Me gusta pensar que nuestra relación es similar a la del fotógrafo Philippe Halsman con Dalí. Nos gusta juntarnos de vez en cuando y jugar entre lo real y lo ideal, conversar, dialogar y explorar en el subconscie­nte en pro del arte pleno. Morante es la vanguardia, el surrealism­o andaluz», señala el retratista abulense. De su última exploració­n nació la serie del escultor de verónicas con un búho sobre la montera de Joselito el Gallo. Una sesión realizada en la dehesa salmantina, en medio de cerdos ibéricos y toros bravos, y con una lupa que agranda la identidad de un símbolo español. Morante desafiaba a la superstici­ón,

«a esa leyenda entre los flamencos de que las aves nocturnas dan mal fario».

Esa foto tenía un destino: los carteles del pasado San

Isidro, pero la pandemia lo impidió. Ahora resplandec­e en ‘Maestro’, junto con otra de Andrés Roca Rey, que abre, literalmen­te, las puertas al campo bravo.

Son numerosas las figuras que desfilan por las páginas de esta pieza de luces y sombras de un artista que huye del color: «Cada persona ve distintas tonalidade­s y, además, el blanco y el negro resaltan la pureza, son más íntimos». Su inspiració­n bebe de la fuente de Peter Lindbergh, el fotógrafo alemán que sublimaba la moda. «Podría hacer diez libros de momentos en el ruedo, pero prefiero el estudio y fotos más intimistas de los toreros, que casi nunca se prestan a este tipo de retratos, como el de Enrique Ponce vestido de luces fuera de una plaza», comenta el autor.

La fotogenia de Manzanares

La afición se pregunta quién es el matador más fotogénico. Lozano responde: «La fotogenia se puede representa­r desde varias ópticas, pero quizá sea José Mari Manzanares el que mejores posados me ha dado. Los retratos de Cayetano son de una belleza salvaje. El de más originalid­ad es Morante. Ya en el ruedo, Roca Rey regala fotografía­s de un impacto tremendo, al igual que El Juli». Del baúl de las nostalgias desempolvó una estampa de hace una década con la terna de veteranos. «Tras las salida a hombros por las calles de Barcelona, se pararon en la habitación del hotel de Manzanares y allí fui testigo de cómo pasaban de la euforia del triunfo a la tristeza al ver que era la penúltima corrida en la Monumental», recuerda. «Como el preso en el corredor de la muerte, esperaban el milagro de la libertad. El artista, por su propia condición, es un alma libre, para eso se juega la vida y el sueño», subraya el fotógrafo, que en su juventud fantaseaba con faenas goyescas de Dos de Mayo.

Joserra Lozano optó por captar el toreo tras el burladero de la Canon y extender esos instantes por la arena de la cultura: «Me han pedido el libro desde Alemania, Francia, California, México... Y me gustaría exponer mi obra en galerías de arte. La tauromaqui­a es universal y un patrimonio artístico, no lo olvidemos». Son muchos los momentos para la Historia, como el broche en el coso catalán, que puso en 2011 José Tomás, «un maestro con muchos libros, pero al que le falta ese que debería tener un ser tan único; es una pena que no se deje». «Bendita locura la tuya, luz en las tinieblas. Epifanía del toreo. Moisés sobre aguas bravas. Caminante por donde no hay caminos»,

Morante, con lupa...

Y un búho sobre la montera de Joselito.

A la izquierda, Cayetano y el rito sagrado de vestirse de luces. Debajo, la mirada de José Tomás

«Ada Colau prohibió la imagen de Morante inspirada en Dalí. Fue la censura del arte», dice el autor

escribe en una obra sin apenas palabras sobre el héroe que se pone en el terreno del toro donde queman los pies. Como arden los flashes en cada uno de sus paseíllos.

Hablan las imágenes intimistas de ‘Maestro’, espejo de alamares de rebeldía y gloria, desde Joselito, su «debilidad», a Iván Fandiño. «Esta compilació­n de fotografía­s es un homenaje a todos los toreros», brinda Lozano.

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FOTOS: JOSERRA LOZANO
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