Juan Peña
La tasa de paro es del 52%, triplicando la media nacional, y el 46% de las familias están en riesgo de extrema pobreza. El nivel de asalariados entre este segmento poblacional es del 53%, frente al 84% de la población general, y la temporalidad afecta al 73%, frente al 28% del global del mercado laboral. Esta situación consolida el estereotipo de marginalidad de los gitanos y su discriminación. Así, el 39% de las personas gitanas afirman haberse sentido discriminadas en el último año.
La situación, empero, tiende a mejorar, aunque muy lentamente. El porcentaje de gitanos sin ningún tipo de estudios se redujo del 71% en 2005 al 36,5% en 2018, mientras que la estadística de estudios superiores creció del 1,1% al 3,2% en el mismo periodo. «Desde que se promulgó la Constitución y se derogaron las más de 200 leyes antigitanas hemos avanzado mucho, pero la sociedad todavía más, por lo que se mantiene la brecha diferencial», razona Juan Manuel Reyes Campos, director del Secretariado Gitano en Andalucía. «El colectivo gitano no goza de las mismas oportunidades que el resto de la sociedad, y además persiste la discriminación. Somos la población más rechazada de España, según el CIS. El imaginario social contra los gitanos está muy arraigado», agrega. «A mi muchas veces me han dicho: ‘tú no eres como los gitanos’. Y yo les contesto: ‘¿Tú has visto a algún gitano en tu vida? Hay muchos como yo. Lo que ocurre es que no respondemos al cliché que tienes en la cabeza’.
En este sentido, Reyes lamenta que la mayoría de los escolares gitanos estén segregados en institutos de barrios marginales, dedicados a colectivos vulnerables y en los que «hay chicos que acaban la ESO casi sin saber leer y escribir. La administración tiene que hacer un esfuerzo para garantizar la igualdad de derechos que establece la Constitución».
La solución pasa porque los gitanos quieran ocupar otro rol en la sociedad y que la sociedad admita esa incorporación. Desde la Fundación se trabaja para garantizar el acceso a la educación del mayor número de niños posibles y con un programa de formación profesional en el que participan 5.000 personas a las que se les forma en función de la demanda real de las empresas. «El gitano tiene que ser dos o tres veces mejor que el ciudadano normal para lograr el mismo estatus», afirma Reyes, licenciado en Económicas y Em
Abogado
«En el momento en que se establece una distinción por ser gitano ya existe una discriminación. No somos una reserva india»