Lorena Gabarri
electrónica en la Escuela Politécnica de la Universidad de Cádiz. Nada más terminar entró en prácticas en Acerinox con un contrato de seis meses, y al concluir este periodo le ofrecieron quedarse en la empresa. A sus 24 años lleva tres con un contrato fijo en esta compañía ubicada en Algeciras. Joaquín nunca escondió su condición de gitano, de la que se siente muy orgulloso, aunque resalta que en la carrera algunos compañeros no se lo creían cuando lo supieron. «Siempre hay alguno que te dice ‘anda ya, vas a ser tú gitano...’ Es cierto que todavía hoy sorprende ver a alguien de mi raza cursando estudios superiores. Cada vez hay gente más concienciada, pero persiste un racismo latente en la sociedad. Nos enfrentamos a más obstáculos que los demás por el hecho de ser gitanos, porque siempre hay prejuicios y clichés que juegan en
Enfermera
«En el colectivo gitano hay muchas personas con ganas de prosperar, pero no siempre tienen oportunidad. Yo les digo que lo intenten»
tu contra. Con el gitano hay una desconfianza permanente», afirma. No obstante, Joaquín no recuerda haber vivido ningún episodio serio de discriminación. «Tengo mi grupo de amigos gitanos, y alguna vez hemos tenido problemas para entrar en una discoteca y cosas así. Pero en mis cumpleaños o en mi boda he mezclado a mis amigos gitanos y payos y han congeniado bien», afirma este gitano enamorado del flamenco que intentó aprender a tocar la guitarra sin éxito. «El que vale para los números no vale para la música», admite con una sonrisa. Joaquín se sabe parte de una minoría en su etnia, la que tiene estudios universitarios y empleo fijo. «No quiero que me vean como un bicho raro. Cuanto más seamos, mejor. Ya hay bastantes, pero cuantos más seamos más fácil será derribar mitos y prejuicios», señala.
Lorena Gabarri Herrera, 26 años, nació en las Tres Mil Viviendas, donde se crió junto a sus tres hermanos mayores. Su padre se dedicaba a la venta ambulante, y cuando ella nació pudo abrir una pequeña tienda de desavío en el barrio. Él no pudo estudiar, y se esforzaba porque sus hijos adquiriesen una cultura a la que no tuvo acceso. Lorena estudió en el instituto Ramón Carande y des