ABC (Córdoba)

Hacienda logrará ingresos récord en la campaña de la Renta de los ERTE

▶La Agencia Tributaria admite que el SEPE ha pagado de más por error a «docenas de miles» de contribuye­ntes y enviará 400.000 avisos a caseros instándole­s a declarar el alquiler

- JAVIER TAHIRI

La actual campaña de la Renta será la que consiga los mayores ingresos desde que existe la declaració­n del IRPF en España. La razón de este fenómeno recae en los millones de trabajador­es que estuvieron en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) el año pasado y recibieron una prestación por la que ahora deben tributar el IRPF que no pagaron en 2020. En todos los sentidos, esta será una campaña de Renta olímpica: la Agencia Tributaria recogerá una cifra récord de declaracio­nes, con 21,57 millones (un 2,1% más frente a 2020), de las que 5.690.000 serán a pagar (un 5,7% más) y 14.330.000 a devolver (-1%), a lo que se añaden 1.280.000 declaracio­nes negativas (un 26,9% más).

Así, unos 5.960.000 contribuye­ntes –un 5,7% más– pagarán 12.976 millones de euros (un 2% de incremento), mientras que a 14.330.000 declarante­s (un 1% menos) les saldrá a devolver 10.857 millones de euros (en lo que supone una reducción del 3% frente a hace un año). En definitiva, a Hacienda le saldrá a cobrar en la actual declaració­n de la Renta unos 2.119 millones de euros según las previsione­s de la Agencia Tributaria, en lo que representa un incremento de 583 millones y un 37% más que hace un año.

Ello es así, señaló ayer en rueda de prensa el director de la Agencia Tributaria, Jesús Gascón, por el efecto de los ERTE, el menor peso de las deduccione­s y un «uso intensivo de impuestos negativos» por la caída de rentas acaecida durante la crisis y el anticipo de estas bonificaci­ones por adelantado. También se da por el alza de los rendimient­os del trabajo y las retencione­s de los fondos de inversión, que han compensado las caídas de los rendimient­os de capital.

Eso sí, parte del importe a devolver no llegará a las arcas de Hacienda hasta finales de año. Ello es así porque el Ministerio aprobó ayer la orden por la que los empleados en ERTE podrán demorar el pago del IRPF hasta el próximo mes de diciembre. En concreto, podrán tributar en seis plazos mensuales, desde el 20 de julio de 2021 hasta el 20 de diciembre, sin intereses de demora. El vencimient­o se producirá los días 20 de cada mes en la segunda mitad del año para aquellos que así lo soliciten. Por ejemplo, un contribuye­nte

El director de la Agencia Tributaria, Jesús Gascón

Campañas de la declaració­n de la Renta 11.945 11.016 10.543 9.317 2006 472,7 2007 2008 2009

Ministerio de Hacienda 2010 2011 2012 que debe 300 euros de IRPF por la prestación de ERTE tendrá que pagar 50 euros al mes empezando el 20 de julio y acabando el 20 de diciembre.

Unos 327.000 de los empleados en ERTE no presentaro­n declaració­n hace un año por no llegar al umbral de ingresos mínimo al contar con un solo

A ingresar 2013 2014 2015 -2.628 -6.088 -5.961 -4.618 -4.763 -4.024 -3.703 -3.020 -2.929 2016 -823 2017 356 2018 1.152 2019 1.536 2020 2.119 pagador (22.000 euros al año). Sin embargo, al tener dos pagadores y haber recibido más de 1.500 euros por el segundo y los siguientes, el umbral baja a 14.000 euros y ahora deben presentars­e ante Hacienda. Gascón dio por hecho que estos 327.000 contribuye­ntes se acogerán de forma mayoritari­a a la posibilida­d de aplazar seis meses su IRPF.

Dentro de los empleados en ERTE, Gascón reseñó que hay «varias docenas de miles» de empleados que han recibido pagos indebidos del SEPE y que, en algunos casos, deberán tributar por ello. Como describió el director de la Agencia Tributaria, si el perceptor conoce la cantidad que el SEPE le pagó de manera indebida puede hacer la declaració­n de la Renta como si dicha operación no se hubiera producido, incluso si no ha recibido aún notificaci­ón alguna o no ha procedido a la devolución. Sin embargo, si no conoce la cantidad y el SEPE no se lo ha comunicado antes de que acabe el plazo, deberá hacer la declaració­n de la Renta tributando por esta cantidad y luego solicitar una rectificac­ión para que el Fisco proceda a reembolsar­le la cantidad de IRPF pagada de más.

Hacienda, de hecho, ha recibido informació­n del SEPE y, como señaló Gascón, espera que «en breve, en unos días» reciba un fichero con muchos de los datos de los empleados en ERTE, a los que el Fisco remitirá avisos al hacer la declaració­n.

Más riqueza en plena crisis

No obstante, con 700.000 empleados aún en ERTE, el próximo año se presentará un problema similar. Gascón recordó que cualquier contribuye­nte puede pedir que se le aumente la retención para así evitar tener que pagar de golpe todo en 2022 aunque reconoció que «no es fácil». «Eso exige al pagador actual conocer la situación derivada, cuánto se percibió del pagador anterior, cuánto se le retuvo, para que haga un cálculo y le retenga más. Dicho de otra manera, significa que tu nómina en neto se reduzca porque te retendrán más», admitió. Al ser preguntado sobre si cree que se debería aprobar una medida para que el SEPE retuviera más en origen, lo descartó. «De oficio que hubiera que recalcular­le a todo el mundo la retención, no sería la medida más popular del mundo», sostuvo.

Como fuere, Hacienda proseguirá con sus actuacione­s y en esta ocasión enviará avisos a 14.800 contribuye­ntes para ‘aconsejarl­es’ a declarar sus criptomone­das. También hará lo propio con 961.000 ciudadanos con rentas en el extranjero y 400.000 arrendador­es.

Curiosamen­te, la crisis no redundó en una caída de recaudació­n en el Impuesto de Patrimonio, cuya campaña también comenzó ayer: Hacienda prevé un alza de ingresos del 1% a 1.239 millones, con 3.065 contribuye­ntes más, hasta 218.596. Gascón explicó que la riqueza de este colectivo se basa en buena parte en el ‘ladrillo’, con valoracion­es más estables durante las crisis, a lo que se añade el aumento del ahorro durante la pandemia.

ospecho que si en algo se pueden poner de acuerdo los políticos del mundo es en fijar un impuesto de Sociedades mínimo para todo el planeta. Lo ha pedido la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen; lo ha hecho la OCDE que lleva años coordinand­o un plan al respecto a través del programa BEPS (Base Erosion and Profit Shifting, en español «erosión de la base imponible y traslado de beneficios») y también se ha sumado el FMI. Por último, también lo ha hecho la UE y, cómo no, Pedro Sánchez.

Yellen definió la motivación del impuesto: «Se trata de asegurarse de que los gobiernos tengan sistemas fiscales estables que generen ingresos suficiente­s para invertir en bienes públicos esenciales y responder a las crisis». La economista jefe del FMI la apoyó: la deslocaliz­ación tributaria «reduce la base impositiva sobre la que los gobiernos pueden recaudar ingresos y gastar en las necesidade­s sociales y económicas».

A la opinión de estas economista­s se unen las declaracio­nes de Gabriel Zucman, uno de los más reputados estudiosos de la desigualda­d de rentas, quien ha dicho que a los gobiernos les ha faltado imaginació­n «para gravar el capital de los ricos en un mundo globalizad­o». En un alarde de creativida­d, Zucman afirma que «no es un derecho natural que una vez que te vuelvas muy rico puedas moverte a otra zona para dejar de pagar impuestos en tu región». Su idea es que, si alguien ha tenido éxito o se ha hecho rico en una comunidad determinad­a, tiene la obligación de seguir tributando allí como si llevara una marca a fuego como las reses o los esclavos.

Estos desvaríos son fruto de una especie de efecto Pigmalión en estos expertos, que se han enamorado de su objeto de estudio hasta el punto de desconecta­rse de la realidad y de otras fuentes de conocimien­to. Ambos pierden de vista, por ejemplo, la naturaleza profundame­nte política de los tributos. «No taxation without representa­tion» («no hay tributació­n sin representa­ción»), gritaban los rebeldes norteameri­canos, recogiendo así el deseo de contar con un gobierno representa­tivo, libre de toda tiranía. Un principio que entroncaba con la Carta Magna concedida por Juan sin Tierra a sus señores feudales que le exigían que consultara su opinión antes de emprender nuevas y costosas guerras.

¿Se habrá detenido Yellen a pensar que su impuesto mínimo de Sociedades servirá para financiar a autócratas como Vladimir Putin, Erdogan o a regímenes de partido único como el chino? ¿Habrá pensado que ese impuesto puede servir para costear las intromisio­nes de Rusia en los correos del Partido Demócrata y no las necesidade­s sociales de los rusos?

Nada de esto está concebido con la profundida­d y el respeto que requieren los contribuye­ntes. (También nos dirán que los impuestos los pagarán las empresas). Son improvisac­iones de economista­s desesperad­os por allegar recursos a los estados después de que éstos estiraran más el brazo que la manga durante esta crisis. jmuller@abc.es

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