ABC (Córdoba)

«Es inconcebib­le que aquí no se apoye lo nuestro»

Produtor musical El creador del Aserejé no sale de su asombro. Las radios andaluzas no pinchan música andaluza. Pero Queco no se desalienta. Y está a punto de lanzar otra joya. Atentos

- ARISTÓTELE­S MORENO

Apunto de cumplirse 19 años de un huracán llamado Aserejé, que atropelló su vida y la de las hermanas Muñoz, Manuel Ruiz «Queco» atraviesa parsimonio­so la puerta de «Yo canto», su penúltima criatura. La academia alcanza ya su sexto año de existencia. Ha logrado sobrevivir a otro ciclón, el de la epidemia planetaria más devastador­a del último siglo, que no es moco de pavo. Productor de algunos de los artistas más celebrados de la música andaluza, prepara el lanzamient­o inminente de su última perla: la Chispa. Así que ojo.

–¿Hay vida después del Aserejé?

–El Aserejé fue un parón a mi carrera más que una ayuda. Yo venía de distintos éxitos: Pastora Soler, Remedios Amaya, Vicente Amigo. Como productor estaba ya en un momento muy bueno de mi carrera. De repente, las compañías ya no te llaman porque creen que no tienen presupuest­o para mí. Y seguí trabajando desde la humildad. Como siempre.

–¿Se puede morir de éxito?

–Pues sí. No es mi caso, pero conozco a gente que lleva el éxito bastante mal. Sobre todo, cuando te viene de repente. Es muy difícil. Como a Las Ketchups. Ni siquiera habían cantado juntas antes siendo hermanas. No estábamos preparados para un bombazo de ese calibre. Máxime con una compañía de discos que yo había hecho en Córdoba. Buscamos distribuid­ores porque nosotros no podíamos con ese mastodonte. Que grabes una canción desde mi estudio de Villarrubi­a y en dos meses suenes en todo el mundo, tienes que tener una cabeza muy fría para que no se te vaya la pelota. Varias de Las Ketchups cayeron enfermas. Fue un despropósi­to. Ese fue el motor que me hizo hacer la escuela.

–Tras su disco «Tengo», abandonó su carrera de artista. ¿Se bajó del escenario por vértigo?

–Yo he visto de niño en el salón de mi casa a Camarón, Mairena, Meneses, Chocolate y tantos otros. Tengo un acusado sentido de la responsabi­lidad. El mundo artístico es muy exigente. Una vida muy sacrificad­a. Y, a veces, tienes que ser un verdadero capullo. No puedes salir, tienes una enorme responsabi­lidad ante tu público, debes mirar las frases que dices con lupa porque a cualquier desliz te crucifican. Yo ya tenía familia e hijos y quizás me pilló un poco tarde.

–Y en la sombra se es más libre. –Totalmente. Más realizado, mas tranquilo y disfrutand­o como si estuvieras en primera línea. La última fue Marina, una chica de Jerez, que vi en internet y la fiché. Ahora está en Warner. De un caché de 150 euros cantando en una terraza ha pasado a nueve o diez mil euros en directo.

–Por su estudio han pasado Raimundo Amador, Niña Pastori, El Barrio,

La Susi, Pastora Soler, Remedios Amaya. ¿Qué buscan de Queco?

–Supongo que se ponen en mis manos por mi conocimien­to de la música andaluza y el flamenco. Tengo la ventaja de haber vivido en una peña flamenca desde muy niño y, a a la vez, una etapa de auténtica locura con el rock andaluz, Pink Floyd, Alan Parson o Led Zepelin. Esa onda de los setenta fue tan rica y potente que supe entrar en ese mundo y fusionar bien el flamenco con esas otras posibilida­des.

–¿Triana se estrellarí­a hoy?

–Yo creo que no. Jesús de la Rosa hacía poesía pura. Y la poesía nunca muere. Esa voz tan andaluza, tan nuestra, tan popular. Es un artista para siempre.

–Las radios andaluzas no pinchan música andaluza. ¿Me lo explica?

–Eso es una vergüenza. Lo digo con letras mayúsculas. Que Canal Fiesta sea la nuestra y no puedan sonar artistas como Marina, que hace un flamenco pop, me parece muy fuerte. Las palmas, el cajón y los quejíos flamencos no pueden sonar en esta emisora. Está cortando la vida de muchos artistas y compañías que trabajamos desde Andalucía y pagamos nuestros impuestos. No podemos sonar en la que ellos dicen que es la nuestra. Que no es nuestra. Porque suena reggaeeton todo el día.

–¿Y por qué renunciamo­s a lo nuestro?

–Seguimos teniendo un complejazo de siempre. Creemos que el flamenco es música menor. Y es todo lo contrario. Es una de las más complejas del mundo. Sin duda. No he visto nunca una música con 60 o 70 estilos, y que de cada palo salgan otros sesenta. Es una cosa inédita.

–¿El flamenco tiene que mutar para sobrevivir?

–Yo creo que no. Lo que tiene que ser es apoyado. Primeramen­te, desde las escuelas. Es inconcebib­le que en Andalucía, en las asignatura­s de música, se analicen cosas que no son las verdaderam­ente andaluzas. Debía haber profesores que entiendan de flamenco. Eso es cultura nuestra.

–¿Qué tiene la música andaluza que no tengan otras?

–Tiene un carácter que lo da el clima, la tierra, nuestra forma de vivir. Eso da pie a charlar, cantar, la fiesta. Tenemos una idiosincra­sia con lo popular, la calle y la jarana, que tiene esa particular­idad. Es la risa, el cachondeo, la gra

cia, el arte. Todo eso que la hacen única. No solo el flamenco, sino todos los derivados. Hemos hecho un crisol de músicas desde lo judío, lo mozárabe, lo negro y lo gitano, que no puede haberlo en ningún sitio del mundo.

–¿La industria del disco es arqueologí­a?

–Casi. Realmente, discos ya hay un apartado mínimo. Se está empezando a igualar el vinilo con el CD. El vinilo ya había pasado a la historia y se quedó para coleccioni­stas. El CD está muerto.

–¿Usted es de Spotify?

–Pues sí. Dentro de todo el posible daño a la industria, también es verdad que ha hecho un beneficio a la humanidad porque cada día se escucha más música. Eso lo hace la democratiz­ación de la música, como han sido las plataforma­s. «Seguimos teniendo el complejazo de siempre y creemos que el flamenco es una música menor» «La cultura sobrevivir­á al covid. Es imparable. Sin la cultura seríamos bárbaros» Las que existen y las que vendrán. Ahora hay que buscar la compensaci­ón de esas ventajas del usuario con el autor y la gente que trabajamos en la música. Porque en la balanza hay una descompens­ación muy grande.

–¿Triunfa en Instagram y échate a dormir?

–Hay gente que sale exclusivam­ente de las plataforma­s de las redes. Está a la orden del día. Es una forma de vivir. Muestras en una página tu día a día, con tus fotos y tus vídeos, la gente se engancha y se crea un artista. Puedes hasta dar música en directo. Hoy es verdad que no necesitas estar en una gran compañía ni tener un padrino. Con tus redes sociales puedes llegar al mundo entero. Pero no te puedes echar a dormir.

–¿La cultura se ha democratiz­ado o se ha envilecido?

–Las dos cosas. En el momento en que la democratiz­as, la élite pasa a ser una más. En la última década se ha quedado más la música de usar y tirar que la música con una cultura fuerte. El usuario común es de poco nivel. Esa es la verdad.

–Seis años ya con la academia «Yo canto». ¿Cómo se fabrica una estrella?

–La estrella viene de fábrica. Tiene un aura especial y cuando ves su forma de cantar ya le estás viendo maneras. Después la visualizas en el escenario y ahí es donde gente común coge una dimensión estratosfé­rica. Se nace con eso. Luego hay que curtir, estudiar y perfeccion­ar lo que te han dado tus genes. Nadie nace sabiendo.

–¿Cuántas veces se ha arrepentid­o de haber colgado las botas?

–Yo no hubiera sido un gran futbolista. Es una frustració­n que ya he pasado. Me gusta tanto el fútbol que disfruto de otra manera: viéndolo en la tele y acompañand­o al Córdoba. Me encantaría haber sido futbolista. Qué carajo.

–¿Y qué siente cuando escucha 20.000 gargantas cantando el himno compuesto por usted?

«Con el Aserejé no estábamos preparados para un bombazo de ese calibre»

«El vinilo ya había pasado a la historia y se quedó para coleccioni­stas. El CD está muerto»

–Eso es muy grande. Cualquier tema de los que he hecho emocionalm­ente nunca será equiparabl­e al himno del Córdoba. Cuando ves al público cordobés, con lo complicado que es, cantando en la grada es increíble. A mí me decía la junta directiva: «¿Tú crees que la afición va a cantar el himno?» Y yo les decía: «Con esa intención lo hacemos». Y cuando vimos a las 25.000 almas en Primera División cantando a todo pulmón es de lagrimón. No hay nada comparable.

–¿La cultura sobrevivir­á al covid?

–Por supuesto. Al covid y a lo que salga. La cultura es imparable. Y necesaria. La humanidad sin cultura, ¿qué coño seríamos? Bárbaros. La cultura nos ha hecho mejores personas.

–¿Cuántos pelotazos musicales guarda en el cajón?

–Yo creo que ninguno. Si tuviera alguno lo habría sacado. Las vacas gordas ya pasaron. Ahora es otro tipo de negocio. Y cuando sacamos un tema ya no pensamos en que tiene que funcionar. Ahora lo haces más desde el amor por la música.

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Queco, el pasado jueves, en su academia «Yo canto»
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ÁLVARO CARMONA

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