Ankara suspende contratos con firmas italianas tras las palabras de Draghi
quisieran volver a construir el muro en la frontera con Rusia. Pero que al representante europeo le sometieran a semejante encerrona en la rueda de prensa en la que el ministro ruso Serguéi Lavrov lo humilló a placer, hubiera debido servir de lección para el Servicio Europeo de Acción Exterior, cosa que no parece haber sucedido.
Centrar la discusión
El caso de Ankara es diferente porque implica a dos instituciones, el Consejo y la Comisión Europea, a sus dos presidentes y a la concepción que puede tener cada cual sobre su lugar en el escalafón. Ha habido voces que han sugerido que el presidente del Consejo, Charles Michel, pudo haber resuelto la situación ofreciendo su asiento a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Layen, cuando esta manifestó tan claramente su disgusto porque la sentaban en un sofá ladeado y más alejada de sus interlocutores. Sin embargo, uno y otra tenían que valorar los efectos que una reacción airada hubiera podido tener en ese momento.
Hasta la propia presidenta de la Comisión ha hecho saber que por incómoda que fuera para ella la situación «preferí centrarme en el contenido de esa entrevista antes que en el formato», que es una forma elegante de decir que lo que no querían hacer en ningún caso era irritar a Erdogan, del que esperan decisiones favorables en muchos aspectos que dependen de él y que son vitales para la UE.
Crece la tensión entre Italia y Turquía, tras la decisión del Gobierno de Ankara de suspender contratos a empresas italianas, en represalia por las palabras del primer ministro Mario Draghi, que definió al presidente turco Erdogan como un «dictador». De momento, se ha suspendido la venta de helicópteros Leonardo, el importante grupo industrial italiano especializado en el sector aeroespacial, controlado por el Estado. Se agudiza así la crisis diplomática iniciada el pasado jueves. Ese día se le preguntó a Draghi su opinión sobre la humillación sufrida por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su visita a Ankara con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Erdogan dejó sin silla a Von der Leyen, que debió sentarse en un sofá, sin que Michel protestara. Sobre el desaire del presidente Erdogan, el primer ministro italiano dio una dura respuesta política para defender a la presidenta: «Estoy absolutamente en desacuerdo con el comportamiento de Erdogan hacia la presidenta Von der Leyen. Creo que no fue apropiado. Lamenté mucho la humillación que tuvo que sufrir. La consideración que se debe hacer con estos, llamémosles por lo que son, dictadores con los que, sin embargo, tienes que colaborar, o más bien cooperar, es que uno ha de ser franco al expresar la diferencia de puntos de vista o visiones, pero dispuesto a cooperar por los intereses del propio país. Es necesario encontrar un equilibrio justo». Draghi distinguía así la Europa de las democracias y los regímenes autoritarios con los que es necesario no colaborar sino cooperar.
Acusaciones y reproches
El embajador italiano en Ankara, Massimo Gaiani, fue convocado por el Gobierno turco para pedirle explicaciones y una disculpa. Desde entonces no han cesado declaraciones de líderes políticos, calificando las declaraciones de Draghi como «impertinentes, inoportunas e inaceptable». El titular de Industria, Mustafa Varank, ha comentado: «No hay lecciones de democracia que Turquía pueda recibir del primer ministro designado (no elegido en las urnas) de la Italia que inventó el fascismo». El Gobierno de Ankara pretende que las palabras del primer ministro italiano sean retiradas con una disculpa oficial. Al no haber respuesta del Gobierno italiano, Ankara ha pasado de las declaraciones encendidas al envío de señales para amenazar a la economía italiana.