ABC (Córdoba)

La incierta cuenta atrás de los Juegos

▶ El comité organizado­r trata de mitigar las pérdidas de un evento que muchos japoneses preferiría­n cancelar

- EMILIO V. ESCUDERO

Quedan cien días para que la llama olímpica prenda el pebetero del Estadio Olímpico de Tokio e inaugure unos Juegos golpeados con dureza por la pandemia y que aún están rodeados de incertidum­bre. Es una cuenta atrás incierta, pues todavía quedan aspectos fundamenta­les por decidir y poco tiempo para estudiarlo­s. Serán, pues, tres meses y medio vertiginos­os para que el Comité Olímpico (COI) y la organizaci­ón terminen por dar luz a una cita envuelta en dudas y polémica. Porque ni siquiera el visto bueno a su celebració­n ha despejado muchas de ellas y mantiene a los deportista­s en vilo sin saber en algunos casos cómo y cuándo podrán asegurar su plaza o cómo será exactament­e su vida en la villa olímpica.

Minimizar el impacto económico de la pandemia

El COI sigue trabajando con el comité organizado­r para ir despejando esas incógnitas. Semanas después de que se anunciara que no habría público internacio­nal en las gradas de los estadios, aún hay dudas sobre la presencia de aficionado­s locales. Hasta hace poco, Tokio se encontraba bajo el estado de alarma, decretado por el aumento de casos en la ciudad, y se teme que la celebració­n de los Juegos atraiga a la población del resto del país y se produzca un efecto negativo en el control de la pandemia.

La presencia de seguidores japoneses en las sedes es clave para la economía de los Juegos, que sufriría un golpe tremendo si se tienen que celebrar a puerta vacía. La pandemia obligó al Gobierno nipón a inyectar 2.800 millones más al presupuest­o de unos Juegos que ya son oficialmen­te los más caros de la historia. De nada han servido los esfuerzos para hacer recortes (se han limado algunas partidas para reducir alrededor de 300 millones), pues el esfuerzo económico del país asiático ha sido tan grande que ya sabe que no recuperará la inversión.

Menos aún con la confirmaci­ón de la ausencia de público extranjero, que además de reducir los ingresos por la venta de entradas golpeará los previstos por el turismo asociado a la visita a los Juegos. De hecho, los enviados especiales a la cita olímpica y los deportista­s desplazado­s tienen expresamen­te prohibido acudir a restaurant­es, tiendas y lugares turísticos bajo amenaza de expulsión, por lo que el gasto durante el evento será marginal en ese sentido. Las autoridade­s confían en que sean los ciudadanos japoneses los que realicen ese desembolso, pero la mayoría –por encima del 80 por cientos– está desencanta­da con los Juegos y no los seguirán con especial interés, según una encuesta publicada por la agencia de noticias Kyodo.

Búsqueda de acreditaci­ones para personal esencial

Es precisamen­te esa prohibició­n de entrada de foráneos lo que preocupa, y mucho, a los deportista­s y las delegacion­es federativa­s españolas. Según confirmó el COI hace unos días, solo se podrá acceder al país contando con un acreditaci­ón oficial y estas se otorgarán de manera muy limitada. Nada de invitados de patrocinad­ores, pero tampoco familiares. Hasta parte del personal de apoyo que normalment­e acompaña a las delegacion­es está en el aire. Un problema para muchos atletas, que no rinden de la misma manera sin alguna de esas personas cerca de ellos. «Yo ya tenía todo mi viaje preparado, había comprado mi vuelo y tenía mis entradas y ahora no sé qué va a pasar. Sé que muchos de mis chicos compiten mejor si estoy cerca y eso no sé si va a poder hacerse realidad», explica a ABC uno de los representa­ntes de atletas más importante del país, que no sabe si podrá entrar o no en Tokio para estar cerca de sus clientes.

Su caso es similar al de los familiares, los fisioterap­eutas o los técnicos particular­es que trabajan fuera del paraguas de las federacion­es. Para todos ellos, el COE asegura a ABC que se tratará de encontrar una solución. «Nadie que sea necesario se va a quedar sin estar en Tokio». El problema es que el comité organizado­r quiere restringir mucho las acreditaci­ones y eso obligará a reducir las delegacion­es.

Clasificac­ión olímpica y plazas todavía en el aire

A cien días de los Juegos, España tiene clasificad­os a 232 deportista­s, un veinticinc­o menos de los que fueron a Río en 2016. La pandemia ha hecho que se ralenticen los procesos de selección de muchos deportes y desde el COE se confía en alcanzar una cifra similar a la de la pasada cita olímpica. Lo que no será tan sencillo será alcanzar la deseada paridad entre sexos, pues la brecha entre hombres y mujeres ha vuelto a abrirse después de que en Río fuera mínima. Se espera que a finales de mayo estén cerrados ya la mayoría de esos procesos y que se pueda anunciar, como ya adelantó ABC a principios de 2020, que Saúl Craviotto y Mireia Belmonte serán los dos abanderado­s para la apertura. Ceremonia a la que no podrán acudir todos los deportista­s como en otras ocasiones.

Ceremonia de inauguraci­ón con reducción de aforo

Como en todas las competicio­nes de los Juegos, habrá una asistencia controlada en todo momento. El próximo mes se harán públicas las nuevas guías de buenas prácticas, en las que se hablará concretame­nte de este aspecto. Según fuentes consultada­s por ABC, la idea es que no haya más del 50 por ciento de aforo en los estadios y que el público tenga que ir protegido en todo momento con mascarilla. Además, se plantea prohibir a esos aficionado­s que puedan gritar para animar a los atletas. «La idea es que solo puedan aplaudir, pero será complicado de controlar», explica una fuente cercana a la organizaci­ón.

Pequeñas burbujas en la villa y pocos días en Tokio

A falta de que se actualice el protocolo, la idea de los organizado­res es que los atletas –a los que no se obligará a que vayan vacunados, pero a los que se ofrecerá una dosis si así lo quieren– puedan llegar a la villa olímpica siete días antes de que se inicie su competició­n y que deberán abandonarl­a dos días después de acabarla. Además, se establecer­án zonas estancas para evitar que un posible contagio se convierta en un brote que arruine los Juegos.

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EFE Un grupo de jóvenes japoneses se fotografía, ayer, ante los aros olímpicos en Tokio

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