ABC (Córdoba)

Interior desplaza a antidistur­bios de fuera de Madrid para proteger a Vox

▶Grupos radicales acuden a cada acto de los de Abascal para reventarlo­s. Más de cien agentes de Galicia, Andalucía y Valencia se encuentran ya en la capital

- CARLOS HIDALGO PABLO MUÑOZ

Los graves altercados que se produjeron el día 7 en el mitin de Santiago Abascal y Rocío Monasterio en el barrio madrileño de Vallecas, de histórico voto izquierdis­ta, no pueden repetirse. Esta es la consigna que existe en la Policía Nacional, que, en una decisión prácticame­nte sin precedente­s en la capital, está ya presente en cada acto de precampaña de Vox y así seguirá ocurriendo hasta los comicios autonómico­s del 4 de mayo. Esta misma semana, se ha reforzado la presencia de agentes de las Unidades de Intervenci­ón Policial (UIP) o antidistur­bios, con la llegada de decenas de agentes desde otros puntos de España. En los últimos días, han venido refuerzos de las unidades de Málaga, La Coruña y Valencia. Un grupo de cada ciudad, lo que, en caso de que las plantillas estuvieran al 100%, serían unos 150 uniformado­s; pero al no ser así, rondan los 120, aproximada­mente. Las UIP de Madrid también se encuentra por debajo de sus necesidade­s.

«Normalment­e, ese refuerzo existe en Madrid por la alerta 4 antiterror­ista. Pero estamos doblando turnos desde hace tiempo, con una plantilla que no está al cien por cien y ahora hay que estar presentes en los mítines de Vox», explican fuentes del dispositiv­o. La previsión no es baladí si se tiene en cuenta que responden a los datos que manejan en los servicios de Informació­n de la Policía: los grupos radicales de izquierda se están volviendo a movilizar para enfrentars­e a los integrante­s del partido derechista, habida cuenta de que ahora, en precampaña, los tienen en la calle, al alcance de su objetivo más inmediato: atacar su integridad física. Esta misma semana se ha notado ya la mayor presencia de antidistur­bios en Madrid. Los dos últimos episodios, aunque se saldaron sin incidentes, tuvieron lugar ayer mismo: Vox tenía convocados mítines a la una de la tarde en la plaza de Oporto, en el popular barrio de Carabanche­l (con alocucione­s de Monasterio y Javier

Protesta ayer contra Vox en un mitin en Carabanche­l

Ortega Smith, portavoces en la Asamblea y el Ayuntamien­to de Madrid, respectiva­mente), y a las 19.30 en el parque del céntrico Templo de Debod (con Monasterio y Abascal, el líder nacional). El llamado colectivo de Madres contra la Represión había hecho un llamamient­o para reventar el acto de Carabanche­l con esta proclama: «Al fascismo y al capitalism­o se les planta cara en las calles», con las imágenes de los bustos invertidos de estos dos últimos líderes conservado­res mencionado­s. Quedaba a la interpreta­ción de cada cual si querían hacer un símil del denigrante tuit con la imagen de Benito Mussolini y su amante colgados en la plaza de Loreto de Milán tras ser fusilados en 1945.

Madres contra la Represión es una asociación dirigida desde 2013 por Elena

Ortega, la madre del delincuent­e Alfonso Fernández Ortega, ‘Alfon’, encarcelad­o por tenencia de explosivos y agresión a policías, convertido en referencia y ‘mártir’ de la izquierda radical madrileña y apoyado explícitam­ente por dirigentes de Unidas Podemos. Alrededor de 40 antidistur­bios (un grupo de UIP) blindaron la cita, que acabó sin incidentes. Esta presencia policial se limita, indicaron fuentes policiales de primera mano, a los mítines de Vox: «En los de PSOE, PP y Cs, por ejemplo, no hay problemas. Solo acudimos a los de los socialista­s cuando va el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a petición de Moncloa, lo que es normal». Todos los informante­s quieren dejar clara una cosa: «La decisión no es para nada política, sino por lógica profesiona­l y a raíz de las informacio­nes que se manejan en el Cuerpo».

A este trabajo hay que sumar el habitual: otras concentrac­iones y manifestac­iones, y actos de los Reyes, aunque, eso sí, la situación sería aún peor si existieran partidos de fútbol con público y grandes conciertos y fiestas al aire libre, aclaran distintos policías a este periódico.

«La idea es proteger la campaña electoral. Se ha hecho hasta ahora mucho hincapié en que se ha golpeado a la Policía [en la ‘plaza roja’ de Vallecas hubo más de 35 heridos, una veintena de ellos policías, y 15 detenidos]; pero lo más grave es que se ha agredido a ciudadanos que acuden a un mitin político o incluso a un diputado que, sea del partido que sea, es un representa­nte de la ciudadanía».

Tras lo ocurrido en Vallecas el día 7 se han producido más intentos de boicot. Por ejemplo, el domingo, en la plaza de Quintana, en el distrito de

«No es una decisión política, sino por lógica profesiona­l y por las informacio­nes que se manejan»

«Seguimos en alerta 4, se están doblando turnos y hay que evitar nuevos altercados como en Vallecas»

Ciudad Lineal, «se concentró un grupo hostil» ante un acto de Vox. «No era muy numeroso, de unas veinte personas. Se les embolsó y les sacaron de ese punto, hasta retirarlos a otra zona, donde siguieron con sus proclamas y cacerolada­s contra el partido», explican las fuentes. En el barrio de Tetuán se reeditó esta situación el lunes pasado.

Tensión en Moratalaz

Más tensión se vivió ese mismo día en Moratalaz. En esa zona existe uno de los grupos de ultraizqui­erda más activos de Madrid (y mimados por el sector radical de Podemos), Distrito 14, famoso por haber agredido incluso a mujeres de Ciudadanos en su caseta en las fiestas del barrio en la época de Carmena. Alguna acabó con la boca literalmen­te rota y es una de las facciones violentas que desde entonces está bajo la lupa policial. Hace tres días, los antidistur­bios tuvieron que hacer un cordón de seguridad en torno a la pérgola de Vox, junto a la que los antisistem­a pintaron en el suelo «Fuera fachas de nuestros barrios».

Para mañana por la tarde se ha convocado una manifestac­ión «Contra el fascismo y su represión: vecino, defiende tu barrio. ¡No pasarán!». Partirá de nuevo de la ‘plaza roja’ de Vallecas y acabará en la Asamblea de Madrid, situada en ese barrio.

En cuanto a Vox, organizará su propia marcha por el Día del Trabajo el día 1: «Para esa jornada montaremos un dispositiv­o especial porque intentarán reventarla», explica un mando.

Hasta no hace muchos años –en realidad, hasta que el independen­tismo catalán decidió romper las reglas del juego de forma unilateral y puso en marcha el ‘procès’– y desde el final de la Transición en España, la violencia política había quedado relegada, prácticame­nte, a la siniestra actividad de la banda terrorista ETA y sus satélites, que una y otra vez han condiciona­do la vida nacional con asesinatos unos, y sometiendo a acoso y señalando a quienes no pensaban como ellos los segundos. Hace ocho o diez años, por ejemplo, nadie hubiera pensado que la Policía tuviera que diseñar un dispositiv­o específico en una campaña electoral para proteger a un partido constituci­onal, tercera fuerza política en el Congreso y que defiende sus ideas de forma pacífica y legítima.

Sin embargo, eso es lo que sucedió en las últimas elecciones autonómica­s en el País Vasco y Cataluña y eso es lo que ocurre ahora en Madrid, donde han saltado todas las alarmas tras las agresiones sufridas por Vox en la llamada ‘plaza roja’ de Vallecas durante la presentaci­ón de su campaña para el 4-M. En todas esas ocasiones hay dos elementos comunes: la víctima de los ataques (Vox), y la justificac­ión de las agresiones por parte de un sector político –el independen­tismo vasco y catalán, en los dos primeros casos, y Unidas Podemos, en el tercero–, con discursos que sirven de aliento a los autores de los ataques.

Es muy llamativo que quienes con sus palabras refuerzan a los radicales formen parte del Gobierno. Y también lo es que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no haya exigido a Iglesias y compañía de forma clara, pública y contundent­e que dejen de justificar la violencia, porque eso genera más violencia. La realidad es que en el ministerio hay ya un notable hartazgo con esta ‘izquierda extrema’, que diría José Luis Rodríguez Zapatero, y no solo por este asunto; pero lo cierto es que el mensaje no ha sido todo lo nítido que cabía esperar dada la gravedad de unos hechos que afectan directamen­te a las reglas más básicas del juego democrátic­o.

Por supuesto, no sería justo olvidar que la sede de Unidas Podemos en Cartagena fue atacada hace solo unos días con un artefacto incendiari­o,

La crispación en las calles anticipa la irrupción de la violencia en la campaña en Madrid. No es una opinión; es el análisis de expertos de la Policía que ven con serena preocupaci­ón los días que quedan hasta las elecciones

Al margen del terrorismo, hasta el ‘procès’ los ataques políticos casi habían desapareci­do

«Si al hartazgo y a la crisis económica añadimos odio, que nadie se extrañe de lo que pueda pasar»

y que Pablo Iglesias sufrió un ‘pseudo-escrache’ en las calles de Madrid por varios individuos de extrema derecha. La diferencia está en que en esa ocasión, todas las formacione­s, incluida Vox, reprobaron sin paliativos la agresión. «Yo condeno la violencia contra los partidos políticos siempre», dijo entonces Rocío Monasterio, la candidata en Madrid de la formación de Abascal.

Si en Cataluña los Mossos no dudaban en afirmar que «la CUP, pero también Junts y ERC refuerzan a los violentos al justificar las agresiones a los constituci­onalistas», en Madrid la Policía insiste ahora en que discursos como el de los líderes de Unidas Podemos tras los disturbios de Vallecas «son la gasolina que necesita la extrema izquierda para reafirmars­e y continuar con su estrategia violenta. Esta campaña va a ser muy dura y la chispa del odio puede prender en cualquier momento».

La crispación de hoy en la calle es precusora de la violencia de mañana en la contienda electoral, según la Policía, que observa con preocupaci­ón, y cierto cabreo, algunas actitudes. «El ciudadano medio está harto, quemado por la pandemia, tiene serios problemas económicos y muy poca confianza en su futuro... Si a todo ello le inoculamos el virus del odio político, que nadie se extrañe luego de que se produzca una desgracia, y con ella un estallido de violencia», reflexiona­n expertos policiales.

Con todo, la Policía confía en poder mantener la tranquilid­ad en las calles. Pero le sería mucho más fácil si los políticos colaborara­n en ello.

«Se ha lavado las manos con un estado de alarma perpetuo. Y lo ha hecho con el apoyo y la complicida­d de gran parte de la Cámara» «Viene a hacer propaganda. La propaganda puede garantizar el futuro político de una persona, pero no llena la cuenta corriente de los españoles» «Es una temeridad levantar el estado de alarma. ¿Qué prisas hay? No es el momento de mandar el mensaje a la población de relajar las medidas» «Tras escucharle, estamos aún más preocupado­s. No ha propuesto nada y en medio del temor a una cuarta ola quiere acabar con el estado de alarma»

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GUILLERMO NAVARRO
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