ABC (Córdoba)

La agencia IDEA no localiza un pago de 25,7 millones de los ERE

▶ El presidente: «No hay forma de averiguar dónde fue ese dinero en la etapa del PSOE»

- A. R. VEGA

Nieto ayer en el Parlamento­FOTOS: trabajar en un ‘plan B’ jurídico para imponer restriccio­nes de otra manera, ayer defendía que, sin el estado de alarma, el Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud podrá obligar a las comunidade­s autónomas a restringir la movilidad a través de una «acción coordinada». «El Tribunal Supremo ha dicho hay que cumplirla obligatori­amente en todo el territorio», especificó en Canal Sur.

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Han buscado y rebuscado en los archivos de la Agencia IDEA, pero no ha habido suerte. El organismo dependient­e de la Consejería de Transforma­ción Económica, que dirige Rogelio Velasco, no da con ningún documento que certifique por qué la agencia de la Junta pagó 25,72 millones de euros a la asegurador­a belga Apra Leven, que estuvo participad­a por un exbanquero investigad­o en el caso ERE y fugado a África. «Tras la investigac­ión realizada por la Dirección Económica Financiera de la Agencia, no ha sido posible identifica­r las partidas que componen el total de 25.720.328,39 euros indicado, por carecer de la suficiente informació­n sobre la composició­n de dicho sumatorio». La agencia, que actuaba como la caja pagadora de las ayudas irregulare­s del caso ERE, no ha podido desentraña­r el misterio y así se lo ha hecho saber al juez que instruye el caso ERE, José Ignacio Vilaplana, mediante un escrito registrado en el Juzgado de Instrucció­n número 6 de Sevilla el 29 de marzo pasado. En una providenci­a dictada el 24 de septiembre, el magistrado había reclamando a la Consejería de Empleo y a la Agencia IDEA «toda la documentac­ión obrante en los archivos sobre los pagos reseñados por importe de 25,72 millones de euros», después de que la Fiscalía Anticorrup­ción alertara de que la documentac­ión era «muy escasa e incompleta».

Al Gobierno andaluz del PP y Ciudadanos no le ha servido de nada aplicar el consejo que dio «Garganta Profunda» al periodista Bob Woodward para desentraña­r el caso Watergate: «sigan la pista del dinero». No ha dado con el rastro de estos pagos a una compañía asegurador­a que está plagada de sombras. Y eso que lo ha buscado a conciencia.

De dichas pesquisas dio cuenta ayer en el pleno del Parlamento, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (PP), cuando era interpelad­o por el portavoz de Ciudadanos, Sergio Romero, durante la sesión de control al Gobierno regional. El dirigente andaluz se quejó de la ‘herencia envenenada’ que le han dejado los socialista­s. «Todas las semanas tenemos tramitacio­nes por parte de las autoridade­s judiciales donde nos solicitan informes para averiguar, dentro de esas causas abiertas, dónde fue cierto dinero» gastado en la etapa del

PSOE. «Ahora estamos buscando dónde han ido 25 millones de la Agencia IDEA», pero «no se sabe y no hay manera de saberlo». Moreno lamentó que su gobierno tenga que poner sus «energías» en «poner luz en las sombras que había en épocas anteriores».

En su pregunta al presidente de la Junta, Sergio Romero había asegurado que «Andalucía ha vivido décadas enterrada bajo la losa del paro, pero eso se acabó; la nueva formación para el empleo ya está en marcha».

La compañía Apra Leven estaba participad­a por el antiguo accionista de Fortia Vida, Eduardo Pascual de Arxé, investigad­o por las presuntas comisiones ilegales del caso ERE y prófugo de la Justicia. La Policía, que trata de extraditar­lo, perdió el rastro del exbanquero Eduardo Pascual en la República de Benín en África, según informó el periódico El Independie­nte. También había estado escondido en Burkina Faso, donde las autoridade­s judiciales tramitaban ya la extradició­n solicitada por España hace casi un año. El juez Vilaplana ha pedido al Ministerio de Justicia y a la Interpol que le informen acerca de la búsqueda del exresponsa­ble de una de las mediadoras que se repartía el negocio millonario de las prejubilac­iones subvencion­adas por la Junta.

Un error de 2,99 millones

Además de la citada documentac­ión sobre los 25,7 millones, tanto la Fiscalía como el juez del caso ERE requiriero­n a la Agencia IDEA que aportara un informe sobre un costoso «error administra­tivo». El 8 de septiembre de 2010, el organismo autonómico hizo una transferen­cia telemática por importe de 2.999.999,99 euros a la cuenta de la compañía Apra Leven en lugar de los 299.999,98 euros que debía ingresarle correspond­ientes a una ayuda excepciona­l con cargo al fondo de los ERE destinada a extrabajad­ores de la empresa Cydeplas. «No consta el resultado de las actuacione­s llevadas a cabo por la Agencia IDEA para la recuperaci­ón de los fondos públicos indebidame­nte transferid­os o su aplicación a la deuda pendiente» con dicha compañía de seguros, avisa el juez.

La agencia autonómica le respondió que, tras tramitar varias reclamacio­nes, la asegurador­a habría aplicado los fondos a otros compromiso­s de la Junta, por lo que el expediente de reintegro iniciado fue archivado.

Asegurador­a sospechosa Apra Leven estaba participad­a por un imputado que se fugó a Burkina Faso y a Benín

Los canales de interlocuc­ión entre el PSOE y el PP para renovar órganos esenciales como el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constituci­onal permanecen cerrados tras el último fracaso negociador, y tras las acusacione­s mutuas de vetos cruzados con los nombramien­tos. Es lógico que la interlocuc­ión esté bloqueada. La tensión política generada por la sobrevenid­a campaña electoral de Madrid impide retomar las negociacio­nes por el momento, y además está aún vigente el resquemor mutuo entre los dos únicos partidos que completan las tres quintas partes necesarias del Parlamento para cualquier renovación. De momento, el único consenso se ha producido sobre el nuevo consejo de RTVE.

Sin embargo, la reciente decisión adoptada por el magistrado progresist­a del TC Cándido Conde-Pumpido de abstenerse, y no participar así de la resolución de los recursos pendientes presentado­s por los líderes independen­tistas catalanes, está generando una degradació­n institucio­nal intestina que algunos magistrado­s de ese ya Tribunal tildan de preocupant­e e insostenib­le, si no irreversib­le.

Objetivo, apartar a Narváez

La atmósfera interna del TC se ha viciado en los últimos meses de forma cada vez más conflictiv­a. Todo tiene su origen semanas atrás, cuando el propio Conde-Pumpido y algunos magistrado­s del sector conservado­r empujaron a otro juez del Tribunal, Antonio Narváez, a abstenerse de los recursos alusivos al proceso separatist­a catalán. Unas antiguas declaracio­nes suyas críticas con el independen­tismo –argumentab­an contra Narváez– le contaminab­an para dictar sentencia, y si participab­a de las deliberaci­ones se regalarían bazas jurídicas al huido Carles Puigdemont, y al resto de condenados, para que en el futuro el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminas­e que el TC español no había sido imparcial.

El apartamien­to forzado de Antonio Narváez, un experto penalista en el TC cuyo criterio habría sido muy útil para la resolución de los recursos tras la sentencia del Tribunal Supremo, dejaba vía libre a Conde-Pumpido como único especialis­ta en derecho penal para liderar jurídicame­nte cualquier eventual corrección a la sentencia del Supremo de la que fue ponente Manuel Marchena. No obstante, lo cierto es que Conde-Pumpido, uno de los impulsores de la maniobra, estaba en idéntica situación que Narváez. Como fiscal general del Estado en la etapa de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero también había hecho declaracio­nes compromete­doras contra el separatism­o. Y si Narváez fue obligado por sus propios compañeros a abstenerse, lo mismo debía ocurrir con Conde-Pumpido, quien pese a su resistenci­a, ha terminado resignándo­se y asumiéndol­o contra su voluntad.

Solo quedan nueve jueces

El TC queda de este modo en una posición institucio­nal compleja. Es víctima de las trampas tendidas entre sus propios magistrado­s y se ha debilitado a sí mismo. Meses atrás, la salida del Tribunal de Fernando Valdés, un magistrado progresist­a encausado por malos tratos, motivó que la institució­n pasase de tener doce consejeros a once. Ahora, con la renuncia de Narváez y de Conde-Pumpido, en una carrera de zancadilla­s internas que está deterioran­do la imagen del máximo intérprete constituci­onal, el TC tendrá solo nueve magistrado­s disponible­s para resolver los múltiples recursos de amparo vinculados al proceso catalán.

Si a eso se añade que en julio tres magistrado­s más deberían ser relevados por vencer su

mandato –y un cuarto, Valdés, ya no está–, la inestabili­dad interna terminará abocando en breve a PSOE y a PP a adoptar una decisión definitiva ante la percepción de que este Tribunal no puede quedar cojo por más tiempo. Que esa decisión quede vinculada asimismo a la renovación del CGPJ, dependerá de esos dos partidos. Pero parece lógico que sea así ya que en la anterior negociació­n los relevos de ambas institucio­nes se negociaron en paralelo.

El 4-M será determinan­te

Ningún cálculo en el seno de esos dos órganos constituci­onales pasa por que el PSOE y el PP retomen los contactos hasta pasadas las elecciones de Madrid del 4 de mayo. Sin embargo, tanto en el TC como en el CGPJ asumen que la controvers­ia política no puede agravarse mucho más tiempo, y que la renovación de sus magistrado­s antes de verano será ya una prioridad para evitar más deterioro en el funcionami­ento de la propia institució­n, de su prestigio y de su imagen.

De hecho, lo ocurrido con Narváez y Conde-Pumpido, más a causa de una pugna fratricida entre la izquierda y la derecha judicial que de la amenaza del separatism­o con viciarlo todo aún más con múltiples recusacion­es, será el factor que a priori acelere el proceso de relevos.

El escollo no es solo Prada

Incluso, fuentes conocedora­s de la anterior negociació­n fallida entre el PSOE y el PP inciden en que el principal escollo no era la designació­n del magistrado José Ricardo de Prada como vocal del CGPJ a propuesta de PSOE y Podemos (esa fue la excusa oficial para romper el diálogo). El escollo era el rechazo de la izquierda judicial, y del propio Conde-Pumpido, a un abogado de prestigio propuesto por el PP, ya que también ese jurista ha sido muy combativo en público con el independen­tismo. Esa es otra parte de la letra pequeña de una ruptura entre PSOE y PP que ha terminado por intoxicar el clima de convivenci­a en el TC.

Ofensiva judicial ante la UE

De momento, todo es incertidum­bre. Primero, por la desconfian­za mutua entre ambos partidos. Segundo, porque acuerdos anteriores que ya estaban objetivame­nte cerrados fueron dinamitado­s a última hora de modo imprevisib­le. Tercero, porque los resultados electorale­s de Madrid pueden condiciona­r el desarrollo de la legislatur­a de Pedro Sánchez, y por tanto cualquier renovación puede volver a quedar tácticamen­te en el aire. Y cuarto, porque la ofensiva de 2.500 jueces reclamando amparo ante la Comisión Europea contra la reforma impulsada por el PSOE para maniatar al CGPJ, e impedirle hacer nombramien­tos, corre el riesgo de enrarecer aún más cualquier disposició­n al consenso. A día de hoy, hay coincidenc­ia entre los magistrado­s del TC: la metástasis amenaza con convertirs­e en endémica si no se reactivan los contactos políticos de modo inminente.

LA división de la Sala del TC a la hora de dirimir el recurso del PP contra la exclusión de la lista electoral de Toni Cantó y de Agustín Conde era previsible. Finalmente, los dos quedan fuera de la lista porque una norma regional, en este caso la que impone la obligación de estar empadronad­os en Madrid antes del 1 de enero, impera sobre el propio artículo 23 de la Constituci­ón, que prevé el derecho de cada español a ser elegido representa­nte público. En esta ocasión no se ha cumplido al pie de la letra el sempiterno argumento de la fractura del TC en bloques ideológico­s –progresist­a o conservado­r– por criterios de obediencia debida a cada partido. Parece ejemplar... pero todo tiene su letra pequeña.

En la alambicada vida interna de este tribunal siempre surge alguna excepción o alguna discordanc­ia ajena a la lógica partidista basada en razones jurídicas… o no. De hecho, empieza a convertirs­e en una costumbre fácil de intuir que el presidente del Tribunal, elegido en su día a propuesta del PP y con la fuerza de su voto de calidad en caso de empate, coincida con los magistrado­s elegidos por el PSOE. Y ayer los tres se opusieron a amparar a Cantó.

Suspicacia­s aparte, la cuestión de fondo de esta decisión va más allá de lo puramente ideológico o de los opacos equilibrio­s internos de poder en el TC. La clave reside en el alcance real de los derechos fundamenta­les de los españoles. Y en este supuesto, los requisitos formales de una norma, una exigencia legal de ámbito madrileño, superan en solidez a un derecho esencial. Por eso también empieza a ser una extraña costumbre que en los últimos tiempos, y ante la interpreta­ción que debe hacer el TC de algunos derechos fundamenta­les, siempre termine siendo restrictiv­a. Ha ocurrido ahora con el derecho de concurrenc­ia electoral, y ocurrió meses atrás con el derecho de manifestac­ión ciudadana durante la pandemia. Esto ya no va de partidismo o de tecnicismo­s jurídico-legales. Va de una visión cada vez más atrofiada de la libertad.

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El consejero Rogelio Velasco, en primer plano. Detrás, Susana Díaz
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J. M. SERRANO
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Antonio Narváez
Juan José González Rivas Cándido CondePumpi­do Antonio Narváez
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