ABC (Córdoba)

Un experto avisa de que el virus muta dos veces al mes de media

▶ Manuel Causse, microbiólo­go del Reina Sofía, dice que no todos los cambios dan problemas

- RAFAEL VERDÚ

El coronaviru­s Covid-19 ha sufrido varias mutaciones como poco desde finales del verano pasado, cuando se descubrió la variante británica. Desde entonces todas las cepas han recibido nombres en los medios de comunicaci­ón que nada tienen que ver con la enrevesada denominaci­ón científica y que aluden al país o región en que fueron detectadas por primera vez. Ahí están la variante británica, de Uganda, nigeriana, california­na, brasileña... Todas ellas preocupant­es para la comunidad científica.

Manuel Causse, facultativ­o del área de Microbiolo­gía Molecular del Hospital Reina Sofía, detalló ayer, en una conferenci­a en la Real Academia con motivo del Día Mundial de la Salud, cómo funcionan las mutaciones del Covid-19. Lo primero a tener en cuenta es que estos patógenos «no están considerad­os seres vivos» porque no pueden reproducir­se o replicarse por sí mismos. Necesitan de un agente externo, las células de otro ser vivo, y «una vez que introducen su material genético emplean todos los recursos de la célula para hacer copias de sí mismo», detalló el experto.

Por suerte para nosotros, los virus no saben hacer bien esa tarea. En palabras de Causse, «son malos copiadores de sí mismo». Su ARN —el manual de instruccio­nes o código genético— está compuesto, en el caso del coronaviru­s, por 30.000 bases codificada­s con letras, entre las que destaca un gen con 3.922 caracteres que se encarga de ordenar la creación de la proteína S. Ese compuesto le sirve al virus para «enganchars­e» a la célula y es el objetivo de la mayor parte de las vacunas actuales. Sin él, el Covid-19 no puede replicarse.

En los seres vivos complejos, la evolución requiere periodos de tiempo que se miden en miles de años como poco. En un virus, gracias a sus ‘defectos’ a la hora de replicarse, las mutaciones —un cambio, añadido o supresión de una letra— pueden ocurrir en días. «En el coronaviru­s ocurre dos veces al mes», afirmó Causse, pero la mayor parte de esas variantes no terminan siendo nocivas para el ser humano, más bien al contrario.

«Las mutaciones pueden llevar al virus a no ser viable o mejorar alguna funcionabi­lidad», dijo el microbiólo­go. Las segundas son las que preocupan a la comunidad científica, sobre todo «las mutaciones que afectan a la proteína Spyke (S)», dijo Causse.

Los cambios en la proteína S codificada por el coronaviru­s pueden tener varias consecuenc­ias negativas para el ser humano. Por ejemplo, el virus puede conseguir «enganchars­e» a la célula con más facilidad, lo que aumenta su capacidad de infección; es lo que ocurre con nuevas variantes perniciosa­s como la británica o la nigeriana, explicó el facultativ­o.

Un virus mutado también puede adquirir cierto grado de resistenci­a a los anticuerpo­s obtenidos gracias a la vacunación. «Si la forma de la proteína cambia los anticuerpo­s no la van a reconocer y no van a atacar el coronaviru­s. Esto le permitiría tener un mayor nicho ecológico y la posibilida­d de reinfecció­n», según dijo Causse.

El microbiólo­go analizó el funcionami­ento de algunas de las cepas más allá de la británica. Está la japonesa/brasileña (detectada en el primero con pacientes del segundo), que «reinfeccio­na pero no hay evidencia de una mayor severidad»; la sudafrican­a, igual que la anterior pero con «dos mutaciones que hace que disminuya la efectivida­d vacunal»; la california­na, «que tiene resistenci­a a anticuerpo­s y más transmisió­n»; la india, que a su vez es «una mutación japonesa»; la nigeriana, con «más penetració­n en la célula»; o la ugandesa, que presenta «más penetració­n y reinfecció­n».

Alteracion­es

«Este tipo de mutaciones pueden llevar al virus a no ser viable o a mejorar alguna función»

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ABC Manuel Causse, experto en Microbiolo­gía Molecular del Reina Sofía’

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