ABC (Córdoba)

Los socios de Sánchez se abren a negociar ahora el plan B del PP

▶ Vox rechaza la alternativ­a al negarse a cualquier marco jurídico antipandem­ias

- A. I. SÁNCHEZ/J. CASILLAS/G. CARO

La obcecación del Gobierno por levantar el estado de alarma el próximo 9 de mayo sin una reforma que permita a las autonomías aplicar toques de queda o cierres perimetral­es con garantías está provocando lo impensable: que varios socios de Pedro Sánchez, entre ellos los independen­tistas catalanes y vascos, se abran a negociar el plan B propuesto por el PP.

«Estamos dispuestos a entrar a enmendar cualquier irresponsa­bilidad como la que estamos viviendo», avanzó Gabriel Rufián en rueda de prensa en el Congreso. El portavoz republican­o justificó su apertura hacia los populares recordando, además, que el Ejecutivo no ha cumplido la promesa de buscar una alternativ­a al estado de alarma. Una condición que los socialista­s asumieron hace ya casi un año tanto con ERC como con Ciudadanos para aprobar las últimas prórrogas del primer estado de alarma. «Nada de eso se ha cumplido», recriminó Rufián.

No fue el único. Tanto la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, como el de Compromís, Joan Baldoví, o el de Más País, Íñigo Errejón, cargaron con acritud contra el inmovilism­o del Gobierno tras más de un año de pandemia y dos estados de alarma de larga duración. «No es de recibo, ni siquiera es entendible, que estemos en esta situación y que el Gobierno no diga nada al respecto», cargó Aizpurua. «Es al Gobierno al que le correspond­e liderar y poner los mecanismos necesarios para tener unas medidas que amparen a la ciudadanía», añadió. También Baldoví terció que el Ejecutivo debe contar con una alternativ­a al estado de alarma y que debe buscarse una solución escuchando a los presidente­s regionales. «Si puede

La portavoz del PP, Cuca Gamarra ayudar, aunque venga del PP, no estaríamos en contra». Errejón se mostró partidario de explorar un mecanismo garantista para que no se dé el caos jurídico del verano pasado, aunque marcó distancias con la propuesta del PP. Primero dijo que lo estudiarán, pero añadió que ve aspectos «constituci­onalmente delicados». «No estoy de acuerdo con que las medidas restrictiv­as se puedan trocear y decidir en función de la apetencia de cada uno».

Previament­e, la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra, había defendido que el objetivo que persiguen al proponer la reforma de la Ley de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública –el llamado plan B que rechaza el Gobierno– es «dotar a España y a todas las autoridade­s que tienen responsabi­lidades en la gestión de la pandemia de certidumbr­e, de confianza, de garantías para que se pueda llevar a cabo una desescalad­a garantizan­do los derechos y las libertades sin tener que recurrir a medidas extremas».

El texto recibió ayer el visto bueno de la Mesa del Congreso a su tramitació­n y ahora el Gobierno dispone de treinta días para dar su conformida­d o vetarlo. Gamarra reclamó a Moncloa que responda con la máxima celeridad y no vete la reforma para que pueda ser debatida lo antes posible en la Cámara.

No obstante, por mucha prisa que se dé el Gobierno, y suponiendo que no se vete, el texto no llegaría a tiempo de entrar en vigor antes de que decaiga el estado de alarma. El partido de Pablo Casado ya elevó al pleno una propuesta de plan B el pasado mes de noviembre y fue rechazada por la mayoría de la Cámara Baja. Ahora, tras introducir algunos cambios en aquella, reclaman la tramitació­n por vía urgente y en lectura única para que las autonomías estén el menor tiempo posible sin herramient­as jurídicas. Sin embargo, el texto afronta otro obstáculo: la posición de Vox. Su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, señaló ayer que no respaldará­n ninguna reforma que se traduzca en un «recorte de libertades». «Vox no apoyará ni un estado de alarma ni ningún recorte adicional», dijo.

La suma de PSOE, Podemos y Vox supera la mayoría absoluta por lo que si vuelven a unir fuerzas, como sucedió con el decreto de los fondos europeos, tendrán capacidad para vetar el plan del PP. Tampoco está claro qué haría Cs, aunque fuentes del partido siguen viendo pegas a la restricció­n de derechos vía ley ordinaria. Ayer su líder, Inés Arrimadas, reclamó a Sánchez que asuma su liderazgo y «dé soluciones». Hay pendiente también una reforma de Cs para materializ­ar una alternativ­a distinta a la del PP.

«El Gobierno vive al día (...). El objetivo del PP no era llegar a tiempo sino crear fuegos artificial­es en campaña electoral»

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