La llama prendida de Agnès
La Filmoteca programa una completa retrospectiva de más de cuarenta títulos de la pionera de la ‘nouvelle vague’
En la cresta de la ‘nouvelle vague’, Agnès Varda (1928-2019) luchó como la única directora entre todos los ‘enfants terribles’ del cine francés. Se la definió como «madre de la nueva ola» y, aunque siempre gozó de respeto y una legión de admiradores, no todos la pusieron en el panteón junto a sus coetáneos. Tuvo que esperar hasta el luminoso e hiperactivo crepúsculo de su vida (rodó hasta que el cáncer le robó el último aliento) para recibir todos los premios, incluyendo el Oscar de honor en 2017. Ahora, la Filmoteca Española programa hasta mayo una completa retrospectiva, la primera desde su fallecimiento, que ha contado con su hija Rosalie
Varda como maestra de ceremonias.
«Mi madre lo tuvo más difícil que si hubiera dirigido ahora», reflexiona sobre la figura de una verdadera pionera que con apenas 27 años rodó ‘La Pointe Courte’, allá por
1955, antes de que François Truffaut o Jean-Luc Godard firmaran su primer largo.
En una época en blanco y negro, y sola entre tanto director, Agnès quiso animar a sus compañeras con un grito que se convirtió en lema: «Salid de las cocinas, de vuestras casas, coged las herramientas para hacer películas». Ahora, su hija lo recuerda como uno de sus grandes legados: «El principal problema es que no haya más mujeres que escriban películas, más mujeres en papeles importantes, en producción, comprando las películas... Porque el problema no es hacerlas, es todo el proceso», sentencia.
Porque Agnès siempre estuvo preocupada por su legado, por una llama que incluso en el momento álgido de su trabajo se preocupó siempre de alimentar: «Desde los años 60 viajó por todo el mundo no solo para mostrar sus películas sino para hablar con los espectadores, para ella eso era muy importante. Y ahora que Agnès ya no vive, intento continuarlo», cuenta Rosalie, que cree que lo importante de las retrospectivas es que los jóvenes, las nuevas generaciones, mantengan prendido ese fuego del legado de sus predecesores: «Ese sería el éxito».
Por algo Rosalie, que además de hija de Varda y Jacques Demy (otro ‘pope’ de la nueva ola) es directora artística de la productora familiar Ciné-Tamaris, estuvo detrás del último gran rodaje de su madre, ‘Caras y lugares’, que es algo así como el «testamento cinematográfico» de Agnès. «Ella quería que hiciéramos juntas esa película en la que lo que importa es la transmisión», confiesa, y recuerda que ahí el cáncer y la edad (88 años) hicieron de la aventura una emotiva odisea en la que aprendió de su madre «el valor del trabajo». «Ella nunca paraba de trabajar, siempre con independencia y empatía, lo que no quita que fuera una mujer dura e intransigente... A veces era difícil trabajar con ella por su carácter. Era dura consigo misma y también con los demás».
Adiós de Godard
Cuando la veterana cineasta presentó en España ‘Caras y lugares’, en 2017, solo seguía vivo de la ‘nouvelle vague’ Godard. Ella se reía diciendo que ambos eran «los dos últimos dinosaurios», pero ahora Rosalie cuenta que aquella risa de Agnès era más bien amarga. ‘Caras y lugares’ no dejaba de ser un viaje que tenía como meta una reunión con el esquivo Godard. Pero cuando llega a su puerta, el (mal) genio dio un portazo y dejó a la anciana llorando en la puerta. «Después de ese
Madre e hija de cine
Arriba, Rosalie Varda en Madrid. A la izquierda, Agnés, en 2019 momento no volvió a hablar con él», cuenta ahora Rosalie. «Y está bien [que no volvieran a encontrarse] porque él la obligó a hacer de eso un gesto cinematográfico, que era mostrar la puerta cerrada», suelta Rosalie sin disimular cierta rabia hacia el autor.
Siempre actual
Los jóvenes directores de los cincuenta se liberaron de los corsés de los estudios y de su cine acartonado para grandes masas creando un lenguaje más libre. Hoy los estudios son las grandes plataformas y el corsé, su algoritmo unificador. Pero Rosalie asegura que Agnés Varda sí trabajaría para ellas. «Hoy hubiera estado contenta de hacer películas para las plataformas, siempre que estuvieran volcadas con el cine de autor», apunta. «Ahora las fronteras del cine y la televisión se han difuminado bastante. No se puede estar contra las plataformas, pero al mismo tiempo hay que velar por que se proteja a los autores. Ella siempre hizo películas y documentales para la televisión», recuerda, y ante la posibilidad de imaginar cómo trabajaría una mujer tan libre con una megaempresa mundial, Rosalie lo tiene claro: «Cuarón o Scorsese lo han hecho... En cierto modo, son las que hoy financian determinado cine, y hay que trabajar con inteligencia».
«Agnés Varda hubiera hecho películas para las plataformas. Las fronteras se han difuminado»