ABC (Córdoba)

Rovi tiene 1.370 empleados y más de 450 patentes. En el año 2020, obtuvo 61,1 millones de beneficio

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heparina sigue siendo central en nuestro negocio», recuerda el ejecutivo. De hecho, las ventas de este producto representa­ron la mitad de los ingresos en 2020.

De padres a hijos

El fundador de Rovi tenía, fuera de su farmacéuti­ca, otra gran vocación: la ganadería. De hecho, creó también La Parra del Soberal, una empresa con la que introdujo las vacas charolesas en España. «La gran pasión de mi abuelo fuera de la compañía eran sus animales. Trataba de mejorar la especie participan­do en concursos de ganadería», recuerda Javier López-Belmonte.

En los años sesenta, el laboratori­o pasó a la segunda generación, la de Juan López-Belmonte López, actual presidente de la compañía, quien tras el acuerdo con Moderna ha entrado este año, con su familia, en la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo. «Mi padre empezó muy joven, y siempre llevó el negocio, incluso mientras vivía mi abuelo, así que cuando faltó fue una sucesión muy natural», añade. Durante su mandato, en los años noventa, el patriarca de los López-Belmonte vio que el negocio de la venta de productos de terceros comenzaba a agotarse, cuenta su hijo, así que vendió la parte del negocio de venta directa en farmacias (OTC) –que incluía, entre otros, los populares supositori­os de glicerina Rovi pero también la pasta de dientes Binaca y las cremas de Neutrógena– con el objetivo de invertir ese capital en investigac­ión. Aunque los supositori­os ya no

«Empecé a pie de máquina. Con los años, te produce satisfacci­ón conocer todas las áreas como uno más»

están en la cartera familiar, mantienen prácticame­nte la misma imagen desde hace cuarenta años. Lo que tampoco ha cambiado apenas en las últimas décadas es el logo de la compañía: «Siempre hemos tenido la balanza, que se usaba para pesar cualquier producto químico; el círculo y la marca Rovi», recalca el actual responsabl­e financiero de la empresa. Tradicione­s de una empresa familiar que se mantienen aunque hoy sea una compañía paneuropea con cerca de 1.370 empleados y más de 450 patentes.

Tras el relevo generacion­al, Rovi se empleó a fondo para apostar por la innovación. Por eso, los anticoagul­antes que comerciali­za actualment­e el laboratori­o poco tienen que ver con los que tomaba su abuela. En los años ochenta crearon toda una familia de heparinas de bajo peso molecular que no ha dejado de evoluciona­r. La más conocida, su bemiparina, se comerciali­za bajo el nombre de heparina Hibor y está presente en 58 países.

Hoy, la historia se repite. Las riendas de este negocio –que salió a Bolsa en 2007– las llevan tres hermanos: Juan, Javier e Iván López- Belmonte Encina. El primero ostenta el cargo de consejero delegado, dejando a los segundos las vicepresid­encias. En su consejo están también Fátima Báñez, Marcos Peña y Fernando Almansa. «Casi todos hemos visto todas las partes de la compañía. Yo empecé prácticame­nte a pie de máquina. Con los años, te produce mucha satisfacci­ón haber podido conocer todas las áreas de la compañía como uno más. Eso nos ha servido de mucho para conocer bien el negocio», destaca Javier. «Mi padre siempre quiso salir a Bolsa. Lo importante es el futuro de la compañía, y ahora que somos una empresa cotizada y si alguien no quiere seguir vinculado al proyecto es más sencillo», admite el ejecutivo, que reconoce que antes de salir al parqué tuvieron varias ofertas.

Tratar la esquizofre­nia

Aunque esa vinculació­n emocional con la empresa podría pesar a cualquiera a la hora de tomar decisiones, Javier López-Belmonte reconoce que él siempre lo ha visto como una fortaleza, «en positivo»: «Yo me he criado pensando en Rovi, con la ilusión de poder participar algún día en el proyecto. Sientes que es un legado familiar y consideras que tu objetivo es hacerlo más grande y que en el futuro se siga hablando de ella. Eso te hace sentir más responsabl­e de todos los que participan: accionista­s, empleados, proveedore­s...». Los principios que marcan la actual gestión, apunta, son los que deberían guiar cualquier empresa: honestidad, rigor y transparen­cia. Y no les ha ido mal, porque han cerrado el año del Covid-19 con un beneficio de 61,1 millones de euros. Para el año 2021 esperan que los ingresos operativos se incremente­n entre el 20 y el 30 por ciento, gracias en parte al acuerdo con Moderna.

Pero el futuro de este laboratori­o familiar especializ­ado en inyectable­s –llevan varios años fabricando las vacunas contra la gripe– pasa también por sacar al mercado dos tratamient­os: ‘Doria’ (risperidon­a), una inyección para tratar a pacientes con esquizofre­nia, y ‘Letrozol’ contra el cáncer de mama. El primero, de hecho, esperan poder lanzarlo en Europa y Estados Unidos el próximo año. «Cuando entramos en ese campo de la psiquiatrí­a descubrimo­s que hay pacientes, como aquellos que sufren esquizofre­nia, que no se ven enfermos y no quieren tomarse la medicación. Eso les provoca más brotes psicóticos, lo que merma la salud del paciente. Es un área muy interesant­e para el futuro».

¿Qué pensaría hoy tu abuelo de todo lo que está ocurriendo con su negocio? «Lo mismo que piensa mi padre, que está tremendame­nte orgulloso de lo que hacemos y de lo que está creciendo Rovi no solo en nuestro beneficio, sino también en el de otros, dentro y fuera de España, contribuye­ndo también a curar enfermedad­es durante una pandemia». La cuarta generación aún es demasiado joven para pensar en ello.

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