La ‘salsa Huppert’ lo arregla todo
Dirección: Jean-Paul Salomé. Intérpretes: Isabelle Huppert, Hippolyte Girardot, Liliane Rovère...
Isabelle Huppert es un concentrado de actriz que, vertido en cualquier salsa, guion o historia, por sosita que parezca, adquiere un sabor y una intensidad que pide paladares fuertes, y su filmografía es un menú largo de esta idea, aunque sirven como ejemplo extremo la pianista que interpretó para Haneke o la ejecutiva violada que hizo en ‘Elle’ para Verhoeven. Aquí, en esta película dirigida por JeanPaul Salomé, el concentrado actúa de otro modo, pero es igualmente una especia maliciosa que le da gracia al plato no muy hondo de este relato policial.
Huppert es Mamá María, a veces traductora de árabe para la brigada de estupefacientes y a veces el eslabón perdido de la maquinaria casera que trapichea con el tráfico de drogas en la ciudad. Es la serenidad de su rostro, su facilidad para mezclar en él lo frío, lo turbio y lo encantador, lo que le va cambiando los carriles al género, drama, intriga, comedia, toquecito social, familiar y amoral, y convierte la película en una patata monda y lironda pero alegre y con una salsita que espolea la lengua, a modo de ‘bravas’.
Los personajes están construidos para hacerle la ola, el jefe de policía, la variedad de rufianes y pandilleros, el vecindario peculiar (con la salvedad de la vecina china, con personalidad para protagonizar un ‘spin off’) y se sube a ella como siempre con enorme entrega y desinhibición, que aquí concreta con gran desparpajo en el vestir y en el notable desequilibrio ético en su proceder. Con ella, el guion pierde su miedo al cliché, porque los destroza todos con un gesto, una sonrisa giocondina o una frase en broma, pero seria, como sacada de algo de Paulo Coelho. Hay varios buenos momentos de ‘Mamá María’, pero tan buenos como los del supermercado, ninguno.