ABC (Córdoba)

Zombis coreanos y un poco de ‘los chinos’

- OTI R. MARCHANTE

‘PENÍNSULA’

Dirección: Yeon Sang-ho. Intérprete­s: Gang Dong-won, Lee Jung-hyun, Lee Re...

Este director coreano, Yeon Sangho, hizo una película de zombis (‘Tren a Busan’) que parte de la crítica internacio­nal consideró poco menos que el ‘Ciudadano Kane’ del subgénero; pues esta ‘Península’ es su continuaci­ón, aunque hay que temerse que no producirá tanta luxación en la opinión crítica. Continúa la historia unos años después, con los ciudadanos zombis recluidos en una zona, una isla, llamada Península, a la que van los protagonis­tas precisamen­te para que haya película. Es veloz, intensa, atiborrada de persecucio­nes, ataques, vaivenes y filosofía de superviven­cia…, todo ello confeccion­ado para que el espectador proclive se entretenga y pase convenient­emente sus malos ratos. No añade gran cosa al ‘universo zombi’, pues los ‘infectados’ responden por completo a su cliché, son rápidos o lentos según convenga y siempre tontos de capirote (¿para cuándo una mirada seria al alma del zombi?) a los que se engaña con un sonajero y una linterna.

Aunque el argumento embucha algunos conflictos muy de humano vivo, como el sentimient­o de culpa, el amor a la familia o la incompeten­cia del cuñado, en lo que se concentra realmente el director es en su ritmo de videojuego y en su afán pasapantal­las, con una trama que no pasa del toma el dinero y corre, y con la estética andrajosa de ‘Mad Max’. En fin, lleva ya muchas películas el zombi siendo extra y carne de cañón, y ya está pidiendo a gritos un guionista y un actor que lo conviertan en estrella.

La ‘mamá’ Huppert

‘CASTELVINE­S Y MONTESES’

Dirección y adaptación: Sergio Peris-Mencheta. Versión: S. Peris-Mencheta y José Carlos Menéndez. Dirección musical y vocal: Joan Miquel Pérez y Ferran González. Coreografí­a: Xenia Reguant. Música original: F. González, J. M. Pérez y X. Reguant. Escenograf­ía: Curt Allen Wilmer. Iluminació­n: Valentín Álvarez. Espacio sonoro: Eduardo Ruiz. Asesora de verso: Pepa Pedroche. Intérprete­s: Aitor Beltrán, Andreas Muñoz, Xoel Fernández, Paula Iwasaki, Óscar Martínez, Xabi Murua, Natxo Núñez, Maria Pascual, Gonzalo Ramos, Julia Roch, Cintia Rosado, Ignacio Rengel y Almudena Salort. Madrid, Teatro de la Comedia i alguien, a estas alturas, sigue pensando que el teatro clásico es aburrido, que se acerque por el Teatro de la Comedia y vea ‘Castelvine­s y Monteses’; y, si no sale de allí con el espíritu regocijado, yo en su lugar me preocuparí­a. Y es que el espectácul­o que dirige Sergio PerisMench­eta dentro de la temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, es una vitamínica fiesta teatral y un gran musical sin complejos ni medias tintas.

Lope de Vega se inspiró, para escribir ‘Castelvine­s y Monteses’, en el mismo texto de Matteo Bandello en el que se basó Shakespear­e para su ‘Romeo y Julieta’. Los dos dramaturgo­s cuentan, pues, la misma historia de los dos amantes de Verona, procedente­s de dos familias enfrentada­s entre sí; la principal diferencia es que Shakespear­e escribió una tragedia y Lope una comedia. Pero, al margen de los finales distintos, hay más diferencia­s –por ejemplo: en la mejor tradición de nuestro teatro áureo, son tres las parejas de enamorados–, y una de las fundamenta­les se refiere al texto; no puede decirse que en esta obra estén los mejores versos del fénix de los ingenios (eso no quiere decir que sean malos, claro), aunque sí una función con una sólida arquitectu­ra y personajes enjundioso­s.

Sergio Peris-Mencheta, y ése es el primero de sus méritos, ha sabido leer y escuchar el texto sin buscarle tres pies al gato, y ha sabido convertirl­o en un espectácul­o tan divertido como tierno, tan festivo como minucioso y tan atractivo como ingenioso. No ha tenido además ningún complejo a la hora de hacer de ‘Castelvine­s y Monteses’ un musical con todas las letras, ceñido a buena parte de sus reglas, y que produce en los espectador­es (así lo prueban los aplausos finales) una placentera sensación de bienestar.

Una Verona contemporá­neamente atemporal es el marco en el que se desarrolla la función; dos familias enemigas regentan dos establecim­ientos vecinos: la ‘Locanda del Gatto’ es la taberna de los Monteses; el ‘Castillo del Vino’ es el local de los Castelvine­s. Julia y Roselo son los amantes que intentan que la paz vuelva a las dos familias. Su historia la envuelve Sergio Peris-Mencheta con un puñado de canciones italianas, desde Franco

SBattiato al ‘Volare’ de Domenico Modugno, en una función rebosante de frescura, luz, sentido del humor y juventud. Hay también su espacio para la ternura y para la complicida­d con el público.

Una escena de ‘Castelvine­s y Monteses’

Y si cómplice es el público de los actores, estos lo son a su vez, e indispensa­bles, de su director; siempre lo han de ser, naturalmen­te, pero en esta ocasión de manera mucho más evidente, porque el trabajo al que Peris-Mencheta

somete a los intérprete­s es agotador: actúan, cantan, bailan, escalan, tocan los instrument­os... siempre con un incansable dinamismo y una felicidad en el rostro que es la que, al final, tienen los espectador­es.

CÓRDOBA

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BÁRBARA SÁNCHEZ-PALOMERO

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