ABC (Córdoba)

El Atlético recupera sensacione­s

▶La victoria, con goles de Correa y Carrasco, devuelve al primer puesto de la Liga al equipo de Simeone, superior a un Huesca que pecó de inocente

- JORGE ABIZANDA

Una victoria más, una final menos en la carrera por una Liga que para poder levantarla tendrá que sudar hasta el último día porque aquí nadie regala nada. El Atlético de Madrid aguanta el pulso en un viaje en el que la presión se ha convertido en una compañera inseparabl­e a lo largo de las últimas jornadas. Ayer no fue una excepción. Amenazado en esta ocasión por el triunfo del Real Madrid en el Ramón de Carranza, el líder necesitaba, sí o sí, puntuar ante un Huesca al alza para mantener la primera posición y aseguró el objetivo con los goles de Correa y Carrasco en un duelo con incertidum­bre casi hasta el final. De nuevo, tres puntos de ventaja sobre los de Zidane.

Pacheta es un entrenador con una capacidad motivacion­al sobresalie­nte, un técnico que ha calado rápido en un vestuario al que ha devuelto el ánimo. El burgalés ha cambiado la cara de un equipo condenado a sufrir y que se permite soñar con la permanenci­a a pesar del frenazo, previsible, ante los de Simeone. Un duelo a priori desigual entre el líder y un conjunto en zona de descenso, diferencia que confirmaro­n los 90 minutos en el Metropolit­ano. Un partido en el que los aragoneses aguantaron firmes hasta que Correa quebró la resistenci­a con un gol cuando se acercaba el descanso. El argentino, como ante el Eibar, fue el factor determinan­te, el desatascad­or. Su séptimo tanto.

El Huesca no mostró, ni mucho menos, la fortaleza defensiva que le permitió resistir ante los de Simeone en el partido que se vio en El Alcoraz. Aquel fue uno de los contados pinchazos rojiblanco­s

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ATLÉTICO

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HUESCA antes de alcanzar el ecuador de una Liga de la que ahora solo le separan seis partidos. Seis finales aún por delante como la superada ante los de Pacheta.

La ausencia de jugadores es la otra constante que acompaña al Atlético en este tramo final del campeonato. Simeone volvió a ver mermada su vanguardia sin Suárez, Joao Félix ni Lemar, y repitió el once que goleó al Eibar. ¿Para qué cambiar lo que funciona? Por primera vez en el curso presentó idéntica alineación en dos encuentros seguidos. Y como sucedió contra los guipuzcoan­os, el Huesca fue el que comenzó llevando la iniciativa, provocando a los tres minutos el habitual milagro de Oblak. Siovas, en un barullo y a dos metros de la línea de gol, se topó con el esloveno. Susto.

Una tarde de porteros porque Álvaro Fernández se lució poco después en un doble remate de Carrasco y Saúl. Ritmo intenso en un inicio prometedor y con Héctor Herrera especialme­nte motivado. Pese a las novedades de Pacheta, con siete cambios respecto a su anterior encuentro, el Huesca entró valiente en el cuerpo a cuerpo con un rival que buscó el gol desde el primer instante. El liderato estaba en juego. Sucesivas llegadas por la izquierda con Lodi y Carrasco, pero falta de puntería. El Atlético, estaba decidido a buscar los puntos sin especular.

Poco de Marcos Llorente en un primer tiempo que se consumía con la sensación de que el conjunto de Simeone

se comenzaba a atascar. Hasta que una jugada por la derecha cambió el guion en el minuto 39. La internada de Trippier acabó con el balón en los pies de Correa, que, como ante el Eibar, perforó la muralla. Un futbolista con ángel, más allá de su nombre, y decisivo en los dos últimos exámenes del líder.

Diego Simeone

«Tras la visita al Betis dije que el equipo estaba en un momento de resistenci­a y va creciendo después de aquel partido. Se está viendo»

Lodi, providenci­al

Sabía el Atlético lo que se jugaba y regresó del vestuario con la intención de sentenciar para evitar sorpresas. Koke la tuvo, pero Álvaro Fernández volvió a exhibirse. Los de Simeone no encontraba­n el segundo gol y su rival fue tomando aire ayudado por los cambios. En un partido limpio y en el que en alguna fase del segundo acto los rojiblanco­s parecieron conformars­e con el marcador, Giménez recibió la quinta amarilla y se perderá la ‘final’ del domingo en San Mamés. Una más para el líder tras sentenciar la de este jueves sin excesivo sufrimient­o, pero con incertidum­bre hasta el final porque, en el minuto 78, Lodi se vistió de salvador al taponar un remate de Sandro desde el área pequeña.

Perdonó el Huesca y lo terminó de pagar en un incomprens­ible error de Siovas al regalar el balón a Llorente. El ‘todocampis­ta’, generoso, dejó la pelota en bandeja para que Carrasco asegurara la victoria de un líder que va mejorando sus sensacione­s.

Getafe el domingo contra el Madrid y el jueves contra el Barça. La Superliga es justo lo contrario. Es verdad que la Liga se continuarí­a jugando, pero me refiero al concepto de lo que tiene que ser el fútbol como espectácul­o moderno. Yo entiendo los sentimient­os de la gente de Getafe, pero no todo el mundo puede vivir en Ortega y Gasset y no por ello vamos a ampliar la calle. En ‘Horcher’ también caben los que caben y eso no significa que no se premie el esfuerzo de los que comen en una terraza.

Messi chutó al larguero como avisando y casi a continuaci­ón aprovechó una vertical asistencia de Busquets para marcar. Pero Lenglet es tan malo, y tan nefasto para los intereses de cualquier club serio, que se encargó de empatar en propia puerta. Eres muy malo, Lenglet. Muy malo. Es verdad que fue mala suerte. Pero eres muy malo y es increíble que juegues en el Barça.

La Superliga es la mejor idea que ha tenido Europa en mucho tiempo, y si no cuaja para la próxima temporada será para la otra. Tendrá que soportar los ataques que siempre sufre lo nuevo, lo mejor, lo brillante, orquestado­s por funcionari­os cínicos, corruptos y mentirosos que temen que se les acabe el negocio de vivir del dinero y del talento de los otros. Y es cierto que estos ataques serán abrumadore­s, pero es la única solución posible, la inevitable prosperida­d con que siempre la evolución se abre camino, y el fútbol importa demasiado como para que quede reducido a la poca inteligenc­ia de los que no entienden que la empresa es la base de la libertad, y por lo tanto de la Humanidad, ni a esta siniestra cueva de ladrones que han secuestrad­o el fútbol mundial para convertirl­o en su cortijo de extorsión y mediocrida­d.

El Getafe se marcó un gol francament­e ridículo, en propia puerta. Chakla y David Soria no se entendiero­n y este gol saldrá para siempre en los resúmenes de Youtube de las jugadas más estúpidas del fútbol. Messi marcó el tercero tras otro disparo al palo. Bien Messi anoche, como cuando era joven. El partido, que ya de por sí no tenía ningún interés más allá de la clasificac­ión, quedó como adormecido, destensado. Faltas broncas del Getafe, empujones de patio de colegio, fútbol feísimo y deprimente. Ahora porque los restaurant­es en Barcelona están demencialm­ente cerrados para cenar, pero cuando abran nadie va a pagar por ver un Barça-Getafe. Es que hasta regalado sale caro.

Los cambios de los dos equipos fueron de entrenador­es que querían arriesgar poco. Bordalás pensaba ya en el partido contra el Huesca, y a mí me parece muy bien que piense en el Huesca, porque es su obligación, y su realidad, pero lo que entonces me parece absurdo es que se diga que Florentino o la Superliga dejan sl Getafe

El equipo de Koeman se relajó tras el descanso ante un rival que alineó varios jugadores del filial

sin premio por su esfuerzo. Pero vamos a ver, ¿qué premio? El premio del Getafe es ganar al Huesca, y a ‘Nobu’ vamos los que vamos, y no pasa nada.

Ya tarde mi amigo Lluís Gómez me escribió que acababa de llegar a casa de un concierto de una tal Maria Arnal en el teatro Tívoli. «Estaba Ada Colau y su tropa. Me parece que soy el único que he pagado entrada». Pues claro. Lo que no son subvencion­es son invitacion­es y luego se extrañan que sea tan mediocre la cultura catalana. Cuando vienen Springstee­n o McCartney, todo el mundo paga, llenan estadios y entonces es un negocio y no un atraco.

Ünal marcó de un penalti claro de Araújo y Koeman se enfadó mucho al ver peligrar la victoria por la extrema dejadez de sus jugadores, y la bronca a Mingueza fue antológica, justo antes de cambiarle. Muy humilde el canterano fue a disculpars­e antes de sentarse en el banquillo, pero el holandés no le hizo ni caso. Bordalás regresó de Huesca y creyó por momentos en el empate, alentado por un Barça aburrido de sí mismo, y del Getafe. Al final Araújo y Griezmann, de penalti, sentenciar­on. El partido terminó al filo de la medianoche. Una tontisima manera de complicar el cierre de los periódicos, como si a estas alturas todavía a la Liga tuviéramos que irle a explicar de qué va el negocio.

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EFE Ángel Correa celebra su gol, con el que el Atlético abrió el marcador en el primer tiempo
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