Vivir agredecidos
Al parecer, se produjo más basura en los 40 últimos años que en toda la historia de la humanidad. Lo tiramos absolutamente todo. Lamentablemente hay que decir que hoy en día no solo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero, de la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale una arruga. ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? No quiero que esta reflexión deje un poso de desilusión, de un sentido negativo de la vida. Todo lo contrario, los cristianos hemos de dar testimonio de esta virtud, en ocasiones, como he reflejado, tan poco valorada como es la fidelidad. Virtud que se fundamenta en el amor. Mientras estemos en este mundo, la vida del cristiano es una lucha constante entre amar a Cristo y el dejarse llevar por la tibieza, las pasiones o un aburguesamiento que mata todo amor. La fidelidad a Cristo se fragua cada día en la lucha contra todo lo que nos aparta de Él. La fidelidad llena de fortaleza en los momentos difíciles se forja cada día en lo que parece pequeño. Es importante cultivar las virtudes humanas, como la fidelidad, soporte de las sobrenaturales y medio necesario en el afán de acercar a los demás a Dios ¿Cómo vamos a presentar de modo atrayente la vida cristiana si no somos alegres, trabajadores, sinceros, buenos amigos…?
Que mal le sienta a las izquierdas españolas que el centro derecha español les ganen las partidas. Y el problema no es de ahora, es un problema endémico que ya lo manifestaron en la primera y segunda república, lo siguieron manteniendo en sus genes en la etapa de la dictadura tras la fratricida guerra civil, y lo siguieron y lo siguen utilizando desde las primeras elecciones democráticas tras aprobar en referéndum la Constitución Española que entró en vigor el 29 de diciembre de 1978. Generaciones tras generaciones de jóvenes que han tenido tiempo suficiente para aprender a respetar democráticamente las distintas ideologías que en nuestro
Debate entre candidatos a la comunidad de Madrid país existen. Pero no es así, aún hay odios y profundas diferencias entre las izquierdas y las derechas. Una gran lástima a estas alturas de la película. Y lo estamos viendo en la campaña electoral de las elecciones a la Comunidad de Madrid. Contra la representante del PP se están lanzando toda clase de ataques; innumerables ataques acusándola de todo con la intención de hacer daño. He ahí las palabras contra el PP en el BOE, el mitin del PSOE utilizando a la directora general de la Guardia Civil, la manipulación de la cadena pública de la RTVE, la propaganda desde entidades públicas en detrimento del PP, lo que se vio en el debate a seis en la televisión pública de la Comunidad de Madrid, y el extraño y sospechoso caso de los sobres amenazantes con balas en su interior que los sindicatos de correos están dudando sobre esa falta de control con los medios sofisticados existentes sin haber sido descubiertas. Errores y negligencias en el control del escáner y en el mecanismo de observación y matasellado. Y lo más antidemocrático es la propaganda del miedo que ya, desde tiempos de Felipe González, las izquierdas pusieron y siguen poniendo en práctica para intentar restar votos al centro derecha español. A esta clase de políticos hay que decirle lo que dos antiguas sentencias dicen: A freír espárragos y hacer puñetas.