ABC (Córdoba)

De Bruyne lidera la remontada del City

▶ El PSG se hunde tras un gran primer tiempo y Guardiola acaricia la final de Champions

- RUBÉN CAÑIZARES

Un partido en el que uno de los dos equipos está entrenado por Guardiola es, normalment­e, fácil de predecir de antemano. Balón para los de Pep Guardiola, y robo y contragolp­e para el contrario. Sobre todo, si cuenta arriba con tres de los mejores futbolista­s del mundo cuando tienen por delante una autopista, como es el caso del PSG con Di María, Mbappé y Neymar. Había toneladas de expectació­n por la semifinal entre el Manchester City y los franceses, pero lo que pocos espectador­es imaginaron es un guión a contracorr­iente. Al menos en la primera mitad. El PSG quiso ser el protagonis­ta y lo logró haciendo a los ingleses invisibles con una puesta en escena llena de personalid­ad y valentía. Los duelos individual­es caían del lado galo, la presión alta también era propiedad de los de Pochettino, y la circulació­n del balón la lideraban con maestría Verratti, Neymar y Di María, ayudados en la sombra por Gueye y Paredes. Incontesta­ble dominio del PSG, también en las jugadas de estrategia, y en una de ellas nació el tanto de Marquinhos.

A los quince minutos, un córner tenso y con figura de plátano botado por Di María lo llevó a la red el central brasileño. Premio para él tras un mes en la enfermería por una lesión en los abductores.

La idea primitiva de Guardiola, con Gundogan de pivote, cinco mediapunta­s y sin nueve puro, hacía aguas. El City no generaba fútbol y solo en un par de errores del PSG en la salida del balón encontraro­n los ingleses opciones de poner a prueba a Keylor. Foden, en el minuto 40, tuvo el empate a uno, pero su inocente disparo desde el punto de penalti lo detuvo el costarrice­nse sin pestañear. Señaló Brych el túnel de vestuarios con la sensación de que sobre el campo jugaban niños contra adultos.

Cambio radical

Tras el descanso, todo cambió por completo. Neymar, el mejor de los 22 sobre el verde, desapareci­ó por completo y, tras él, el resto de sus compañeros. La presión del City subió un par de niveles en intensidad, y las pelotas divididas ya no caían del lado francés. El PSG era una copia barata de los primeros cuarenta y cinco minutos, a la vez que De Bruyne crecía y, junto al belga, el resto de sus compañeros. En las botas del capitán del Manchester inició la remontada el equipo inglés. En el 64, un centro envenenado suyo acabó en la red de Navas sin que nadie tocara el balón camino de su portería. Error inesperado del costarrice­nse, dubitativo a la hora de gestionar ese balón al área con más vuelo que fuerza.

El empate alimentó el nerviosism­o del equipo local y espoleó al visitante, que por primera vez en el partido olía sangre. Quizás cualquier otro equipo se hubiera conformado con ese 1-1 en campo rival, como hiciera el Chelsea el martes en Valdebebas, pero eso es impensable con Guardiola en el banquillo. Incrementó su acoso el Manchester City, con un De Bruyne imperial y un PSG descolocad­o hasta en sus propias barreras. En el 71, una falta en la medialuna del área se convirtió en el segundo tanto inglés, obra de Mahrez. Mal la barrera del PSG abriéndose y lento de reflejos Keylor, extrañamen­te despistado en su competició­n fetiche. La roja directa a Gueye culminó el despropósi­to de un PSG en modo doctor Jekyll y señor Hyde. El City acaricia la final.

El senegalés del PSG cometió una durísima entrada sobre Gundogan que le costó la roja directa

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AFP Mahrez, perseguido por sus compañeros tras marcar, de falta, el segundo gol del Manchester City

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