ABC (Córdoba)

La Judería recupera el pulso en tiendas, hostelería y monumentos

▶Miles de personas recorren el corazón de la ciudad en una jornada con colas en la Mezquita-Catedral y el Alcázar y actividad en los restaurant­es

- LUIS MIRANDA

LAS provincias andaluzas están abiertas en los dos sentidos. Para salir y para entrar, para ir o para venir, según dónde esté cada uno. Por eso la clave la da María Victoria Gallego, una malagueña que está en el Patio de los Naranjos esperando a que quienes van con ella, familiares y amigos, saquen las entradas para acceder a la Mezquita-Catedral. «Se decía que muchos cordobeses se iban a marchar a Málaga en este fin de semana, así que nosotros venimos desde Málaga hasta Córdoba», cuenta.

María Victoria Gallego y su grupo han visitado Córdoba en otras ocasiones, aunque llevaban tiempo sin viajar. La ocasión de este primero de mayo la han pintado calva, porque era el primer fin de semana en que se podían desplazar con total libertad fuera del límite de las provincias hacia cualquier otro lugar de Andalucía. La comunidad sigue cerrada, pero los habitantes de sus ocho provincias tienen a su disposició­n un territorio mucho más ancho que el de las últimas semanas.

A esas horas al Patio de los Naranjos le sobran las mascarilla­s y la falta bastante más gente para que quien pisa sus piedras piense que ha viajado hacia atrás o hacia adelante en el tiempo, a una época en que los turistas vuelven a llenar el corazón monumental de Córdoba.

Otro día con esta fecha las colas podrían ser kilométric­as, pero después de tantos sábados y domingos desiertos, de puentes festivos en que todas las puertas de la Mezquita-Catedral tenían que permanecer cerradas, todos los que en el Casco Histórico no son visitantes se frotan los ojos de alegría por lo que están viendo.

En el primer monumento de la ciudad las taquillas están cerradas, así que quienes llegan tienen que dirigirse a las máquinas expendedor­as que hay en las galerías, donde Rafael Iglesias atiende y explica el procedimie­nto: «Tienen que ver si son beneficiar­ios de algún tipo de descuento y después pagar con tarjeta de crédito».

Está contento y constata que, sin ser el aluvión que hubiera llegado cualquier primero de mayo en circunstan­cias normales, la afluencia es bastante buena. «¿Varios cientos? Bueno, yo diría que por encima del millar de visitantes», contesta cuando está cercano el momento, a las dos de la tarde, en que el monumento se cierre por dos horas para volver a abrir a las 16.30.

Hay andaluces sobre todo, sí, pero también algunos extranjero­s que están en España y que aprovechan la posibilida­d de poder desplazars­e sin problemas. Tampoco faltan cordobeses que han querido disfrutar del buen tiempo de un día con sol y algo de fresco, sin el calor como anticipio de lo que está a punto de llegar.

Viajes largos

Hasta allí llega Soraya, una joven almeriense que escucha en la Puerta de las Palmas, la única ahora operativa para los turistas, las instruccio­nes para sacar la entrada. Ha llegado desde su ciudad con su pareja. «Es la primera vez que venimos a Córdoba y hemos aprovechad­o la apertura», cuenta al hablar de un viaje que les ha llevado algo más de tres horas desde la provincia más oriental de Andalucía. Como ellos, muchos otros tenían ganas de hacer kilómetros con el coche sin pensar en que los tenía que detener un control.

Cola en la puerta del Alcázar de los Reyes Cristianos lucía procedió a permitir los viajes entre las ocho provincias.

Emilio Rafael Martínez atiende en el patio al que llegan turistas y cordobeses y tampoco cae en el pesimismo después de mucho tiempo en que han tenido que permanecer con los brazos cruzados. «La verdad es que sí, viene bastante gente», dice mientras no quita ojo a quienes están en las mesas ya disfrutand­o de algún aperitivo o de un refrigerio cuando se aproximan las dos de la tarde. Las mujeres que reparten romero tampoco han perdido la ocasión de acercarse.

Nuevas circunstan­cias

«Se agradece que Córdoba vuelva a ser como era Córdoba», dice cuando habla de las calles de la Judería llenas. Casi todos coinciden en que un fin de semana de mayo en otras circunstan­cias tendría las tiendas llenas, listas de espera, hoteles sin reservas y colas ante los monumentos, pero el paisaje contrasta con los recuerdos más recientes en que no había nadie de fuera en Córdoba incluso en los puentes festivos. Ahora el Puente Romano, el termómetro para medir muchas de esas ocasiones, vuelve a presentar el aspecto de las grandes ocasiones. No faltan cordobeses, pero muchos de ellos son visitantes de otras ciudades de Andalucía.

O de otros puntos, como los que aguardan junto al Alcázar de los Reyes Cristianos, que muestra otra vez las colas para entrar que todo el mundo conocía. Al final hay un grupo de cuatro estudiante­s extranjero­s: la chilena Claudia Ruz y los italianos Marco Moroni, Francesco Cavallieri y Sofia Campo. Son estudiante­s erasmus que están haciendo el curso en Granada y que, como cualquier otro residente en Andalucía, han podido viajar a partir de ahora. ¿Cómo se vive en estas circunstan­cias?

Sofia Campo toma la palabra y dice que las medidas en España son más suaves que en Italia. «Aquí podíamos ir al gimnasio, mientras que en Italia estaban cerrados, así que se podían hacer más cosas», cuenta. Para todos es la primera visita a Córdoba, aunque no harán noche: al caer la tarde regresaron hasta Granada después de haber disfrutado de un día de turismo y de cultura. Como antes en cualquier fin de semana del mes en que Córdoba más se parece a sí misma.

Procedenci­a

La mayoría de los turistas son andaluces, aunque tampoco faltan ciudadanos extranjero­s

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RAFAEL CARMONA Visitas en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral durante la mañana de ayer
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RAFAEL CARMONA
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ÁNGEL FERNÁNDEZ

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