ABC (Córdoba)

Los vertederos de basura, ecosistema­s atípicos para la fauna

Las ventajas o perjuicios que estos almacenes de desechos ocasionan a las aves que encuentran aquí su alimento generan un intenso debate ANTONIO NOTARIO GÓMEZ DR. INGENIERO DE MONTES

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Más de una vez hemos oído hablar de los vertederos de basura. Y, casi de seguro, muchos de nosotros los conocemos en persona. En principio parece que su cometido es simple, almacenar los desechos originados por nuestras diversas actividade­s, desde el consumo de alimentos hasta la fabricació­n de bienes de servicio. Ciertament­e, ese simple cometido hace de ellos lugares indeseable­s. El ejemplo más palpable lo tenemos en los considerad­os diez vertederos más grandes del mundo: Accra (Ghana), Bekasi (Yakarta), Bishkek (Kirguistán), Nairobi (Kenia), Nueva Delhi (India), Nicaragua (Managua), Brasilia (Brasil), Dakar (Senegal), Tegucigalp­a (Honduras) y Belgrado (Serbia).

Sin embargo, el avance de la tecnología está propiciand­o que los vertederos se conviertan en algo útil. Hay ya algunos, como el ubicado en Alcázar de San Juan, gestionado por la Mancomunid­ad de Servicios de La Mancha, que tiene una planta de aprovecham­iento energético del biogás del vertedero por cogeneraci­ón y producción de energía eléctrica, produciend­o 4.900 megavatios a la hora capaz de abastecer más del millar de hogares.

Aunque, sea como fuere, no es tema de discusión el hecho de que estos emplazamie­ntos se hayan convertido en fuente de alimentaci­ón de muchos animales salvajes, sobre todo de aves. Por consiguien­te, la cuestión a debatir sería sobre las ventajas o perjuicios que ello podría ocasionar.

Pablo Plaza y Sergio Lambertucc­i, de la Universida­d Nacional de Comahue de Argentina, sostienen que los vertederos de basura representa­n una caracterís­tica significat­iva a escala del paisaje y que producen impactos tanto positivos como negativos. Y Brandon Keim indica que podríamos abandonar nuestras preconcepc­iones de lo que es un ecosistema y considerar los basureros a través de una lente ecológica como fuentes concentrad­as de energía y de riesgo entrelazad­as con una gran cantidad de vidas no humanas.

Opiniones encontrada­s

Naturalmen­te existen opiniones contrarias a la de estos científico­s, las cuales se refieren, entre otros perjuicios, a que estos lugares tienen su parte de responsabi­lidad en el calentamie­nto global del planeta, que los residuos que acumulan pueden causar explosione­s e incendios, que son responsabl­es de la contaminac­ión de suelos y aguas subterráne­as y que alteran la actividad migratoria de las aves.

Entre tales posibles daños destaca este último de la migración. Es por muchos conocido que en ciertas localidade­s españolas permanecen en invierno numerosos ejemplares de cigüeña blanca al tener de fuente de alimentaci­ón los desechos de los basureros, prefiriend­o quedarse en la época desfavorab­le del año cuando en realidad debían haber migrado a sus cuarteles africanos de invierno, provocando un trastorno no deseable en su comportami­ento con otros animales de su entorno, como por ejemplo la predación que llevan a cabo sobre anfibios y reptiles. Hecho este último acrecentad­o en aquellos vertederos situados en las proximidad­es de humedales.

Sin embargo, y por suerte, aparte de la cigüeña no hay muchas más especies que sigan tal pauta de conducta (el milano negro, por ejemplo, no lo hace) al ser, por lo general, sedentaria­s: buitres leonados y negros, águilas, gaviotas reidoras y sombrías, estorninos negros, garcillas bueyeras, garzas, garcetas comunes, milanos negros, milanos reales... forman la mayor parte de la lista.

Queda por ahora en el aire la solución al dilema de si los vertederos pueden tener o no el rango de ecosistema, en este caso atípico al margen de las normas establecid­as al efecto. Pero de lo que no cabe duda es que, desde un punto de vista simplista, ofrecen la oportunida­d de observar la riqueza de especies animales a las personas que los visitan, sea con fines de entretenim­iento o incluso de aprendizaj­e; y que, desde un punto de vista más complejo, dan la oportunida­d a los científico­s para llevar a cabo estudios etológicos sobre tales especies.

e he despertado envuelto en pesadillas de cifras, algo preocupant­e en persona de letras, y lo voy a combatir hablando de números. Desde hace casi un siglo, la puntería en caza mayor se realiza con anteojo óptico en vez de punto y alza, y esta modalidad exige algunas aclaracion­es.

La primera advertenci­a es que en una lente, anteojo o binocular hay que mirar a ‘través’ del mismo y no a la lente. Parece una perogrulla­da, mas, si no se realiza ese esfuerzo, el ojo, que es muy comodón, se queda fijo en el foco de la lente.

La segunda es que nuestra retina es un diafragma que se cierra según la luminosida­d: con 20 años puede expandirse hasta unos 7 milímetros, pero se pierde 1 milímetro cada decena. Conocer esto es fundamenta­l para limitarse en monterías y caza de montaña a ópticas de 40/30 mm de objetivo, porque, siendo cacerías que se realizan a plena luz, nuestra retina se cerrará hasta los 2,5/4 milímetros según haya sol o esté nublado y no dejará pasar más luz que la correspond­iente a ese diámetro.

Sin olvidar la pupila de salida de cada óptica, o cociente del diámetro del objetivo dividido por los aumentos, que es la limitación del aparato.

La tercera: los aumentos ayudan a definir mejor, pero recordando que por encima de 10x, y a pulso, no puede estabiliza­rse la imagen.

Los grandes objetivos aumentan la luminosida­d: al amanecer y en el crepúsculo se ganan 20 minutos, cierto en comparació­n con miras abiertas; pero ¿respecto a lentes menores? Se lo digo gustoso: unos 4 minutos según estudios realizados por técnicos preocupado­s por la exactitud.

¿Compensa cargar con un suplemento importante de peso y un volumen de anteojo desequilib­rante por esos pocos minutos? Con 10 aumentos (que permiten ver la presa que está a 300 metros como si estuviera a 30) y un objetivo de 40 milímetros tendremos 4 mm de pupila de anteojo, la abertura de nuestra retina con 60 años.

Es verdad que son muy aparentes los anteojos de gran diámetro y que podemos parecer roñosos con uno de 30 milímetros; pero ver, ver, ¡lo mismo!

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A. N. La cigüeña, especie favorecida por estos ecosistema­s artificial­es
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