Divide, veta y vencerás
Sánchez necesita romperlo todo para tener opciones de volver a gobernar: la justicia, los partidos, los medios...
PEDRO Sánchez le ha administrado a su socio de gobierno el jarabe cesarista sin anestesia: ‘divide et impera’. La tan manida estrategia tiránica le ha bastado al sanchismo para destrozar el corral populista que los vocingleros del 15-M habían montado a la izquierda del PSOE en alianza con los últimos románticos del comunismo español. La operación de lavado de cara a Yolanda Díaz es su última bala. Después de haber tenido que lidiar con los títeres de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros, Sánchez ha tenido que activar un plan de laboratorio para poder presentarse a las próximas elecciones con alguna posibilidad de que al menos le voten los suyos. Porque por mucho que Tezanos rebose de especias las encuestas para quitarle el sabor agrio a su partido, todo quisque sabe ya que el socialismo ha perdido el centro demoscópico y no puede aspirar a recuperarlo hasta que Pedro Sánchez no sea un fósil político. Pero hete aquí que el tantas veces amortizado líder de la coalición pastiche juega otro comodín para perpetuarse: presentar a la huera Yolanda Díaz como una estadista capaz de contener los delirios del pablismo. Lo que Pedro Sánchez intenta colarnos es que a su izquierda tendrá una muleta moderada en la que apoyarse. Frente a los surrealistas compañeros de viaje actuales, Montero y Belarra portando siempre el banderín, él nos presenta a Díaz como una lady del movimiento obrero, la nueva ‘gauche lire’ que sirvió de antídoto en la moción de censura a la generación ya trasnochada de Tamames. Pero se trata de una artimaña meramente estética, de precisión quirúrgica, ensayística incluso, plenamente exenta de ética y sustancia.
El proyecto de Sánchez consiste en rediseñar como por arte de birlibirloque un bloque de izquierdas sereno, alejado de los desvaríos de Podemos, que construirá con su, ¡atención!, actual vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. Esto es genial. Nos va a vender un coche de segunda mano a precio de concesionario. Y entretanto culminará su programa de debilitamiento de las instituciones en los plazos previstos. Ahora le toca a los medios. Su secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallès, ya ha hecho una lista de buenos y malos. Sánchez piensa que vetando a ABC en sus viajes está aplicando un castigo. En su mentalidad sectaria no cabe la idea de que esa medida sea en realidad un elogio al vetado y, según la propia clasificación sanchista, un desprecio al invitado, cuya independencia queda menoscabada en cuanto entra en el grupo de los afables, cuando no afines, frente al de los incómodos. Pero ahí está también el nudo de la táctica presidencial. Pedro Sánchez necesita, por su cesarismo intrínseco, dividir y vetar para ganar. El único escenario en el que tiene posibilidades de revalidar el poder es un país con todos sus pilares de carga rotos: la justicia, los medios, los partidos políticos, los propios españoles. Por eso es tan importante no caer en la trampa de Díaz como alternativa tranquila a Iglesias, porque Yolanda es lo que es aunque el presidente la vista de seda.