ABC (Córdoba)

Una estatuilla en el Retiro

Garci es un descreído de dogmas y sectas. Su cine de vieja escuela sólo sigue el canon del clasicismo y la pureza

- IGNACIO CAMACHO

SIN Gustavo Bueno y ahora sin Sánchez Dragó, la resistenci­a al mandarinat­o cultural de la izquierda se va quedando muy venida a menos. No me refiero a los militantes de la llamada «guerra cultural», por lo general relacionad­os de un modo u otro con el activismo político, sino a intelectua­les o artistas independie­ntes sin otro objetivo concreto que el de expresar en cada momento su soberana opinión al margen de los circuitos que establecen la hegemonía del pensamient­o. Gente como Savater, Boadella, Pérez Reverte o Trapiello, debeladore­s de la estupidez y de la mentira, tocapelota­s rebeldes contra modas, preceptos, supercherí­as conceptual­es y cancelacio­nes dictadas por los chamanes del criterio correcto. Espíritus autónomos que no necesitan hacerse perdonar el éxito ni someterse al capricho o al mandamient­o de esos prescripto­res capaces de acabar con la carrera de cualquier escéptico dispuesto a cuestionar la autenticid­ad de los evangelios modernos.

Algo así le ocurrió a José Luis Garci, objeto de una preterició­n silenciosa, de un repudio despectivo por su falta de encaje en el canon ideológico y hasta estético impuesto en la mentalidad dominante con el rigor férreo de un libro de estilo. El ganador del primer Oscar nacional lleva décadas preterido por las mediocres jerarquías de su oficio, que consciente­s de que carecen de mérito y de autoridad para condenar su talento a un rechazo explícito lo han ido envolviend­o en una espiral de olvido. Garci no se ha enfrascado en batallas ni polémicas; simplement­e se ha apartado de la teología civil predicada por el progresism­o a la violeta y se ha negado a comulgar con la falsa fe de una secta. El hombre que captó como nadie el fondo sentimenta­l de la Transición –’Asignatura pendiente’ sigue siendo una obra maestra donde late toda la emoción narrativa de la ‘nouvelle vague’ francesa– es para sus colegas, en el mejor de los casos, una suerte de reliquia obsoleta cuando no un despreciab­le converso de la derecha. Su pecado consiste en que su cine no contiene otro mensaje que el del clasicismo, la naturalida­d y la belleza. La vieja escuela. Plano, contraplan­o, diálogos y peripecias de personajes de humanidad plena que viven, pasan y sueñan.

Ayer, cuarenta años después de aquella noche triunfal en Los Ángeles, recibió un homenaje en la Fundación Telefónica. Simplement­e para recordar que su nombre tiene un lugar en la Historia, uno que no han alcanzado ilustres cofrades autores de películas somníferas, cargantes, huecas, pretencios­as, tan celebradas como hitos cruciales de la filmografí­a española. Sí, fue hace mucho tiempo pero la memoria, ésa que ahora está tan en boga, vuelve de vez en cuando a iluminar sombras, a cuestionar ciertos dogmas con sus evidencias incómodas. Por ejemplo, la de que allá junto al Retiro hay una estantería sobre la que reposa una estatuilla ganadora.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain